LXXXIII

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La apertura de esta horrible prisión seguía intacta, nada removió la maldita cerradura que nos mantenía cautivas anhelando las maravillas del exterior, así que, la paranoia de creer que íbamos a quedarnos por una condena eternidad entre cuatro paredes se acrecentó.

Myeong por algún motivo que no contó tardo dos días en traer el pedido de Minji, situación que nos llevó a tener diferentes ideas, cada una con un resultado peor e inesperado al anterior, ningún planteamiento que nos hicimos resulto favorecedor, la parcialidad de la pelimarrón en mantenernos en un estado sosegada flaqueo hasta el punto de querer sostener mi mano y no saltarla ningún instante, sabía que ese acto tenía en ella un significado distinto al mío, uno mucho más profundo a pesar que las palabras directas no han surgido de su garganta, lo dejo entrever lo suficiente para que yo lo captara, por eso fue un alivio cuando la vimos aparecer exhausta. Jongsu si que no falto en ningún momento, estaba presente al menos unos cortos minutos, período en que nos obligó a colocarnos los vestidos que trajo la muchacha y dejo colocados en los colgadores. En medio de amenazas, fuertes gritos accedimos a vestir esas ridículas prendas, mis reproches al menos no lo dejaron tranquilo, menos disfrutar la humillación como él hubiera querido, lo tría muy harto, no sabía cuanto soportaría que siguiera retándolo de esa manera.

Mi uniforme de prisionera era un vestido donde la parte superior consistía, un escote en V de tonalidad azul marino donde los encajes de delicados motivos florales labrados que corrían hasta mi espalda, justo encima mi cintura se acomodaba el entrecruzado del modelo, la porción inferior caía un tono hueso donde desde su base se alzaban flores del mismo color azul. El largo cubría la totalidad de mis piernas. Sabía de los detalles de que traía puesto gracias a Minji, que lo califico de decente. Por otro lado, el suyo no convenció a su altísimo gusto de la moda. El colorido rosa quartz del parte superior combinado con el nude de la inferior y la mangas en encaje de malla gruesa bordado sobre tul que cubrían hasta la mitad de sus brazos, hizo que entre dientes lo detestara. Nuestro secuestrador se dedicó a tomar fotos hasta cansarse. Ese momento quería enterrarlo en mis recuerdos, sus ojos oscuros querían que desaparecieran de mi memoria.

Ahora la secretaría permanece con nosotras vigilándonos desde el sillón rojo. Fue cauta entregando la pulsera que monitoreaba los latidos del corazón de la heredera que dejaba saber su ubicación, junto a sus medicinas, fueron escondidas ágilmente entre el colchón y catre del conocimiento del creador de este drama. La mujer vigilante se mantenía cabizbaja, haciendo ademanes hastiados y en ocasiones parecía dejar la realidad bajo una faz pérdida.

—¿No es lo que esperabas? —pregunta Minji volviendo hacerle frente al pelinegra mediante el escaparate transparente.

—Señorita, las cosas son más difíciles de lo que supuse —responde Myeong mirándola tiernamente.

—Podemos cambiarlo, se puede deshacer.

—¿Se puede deshacer? —responde dejando el sillón rojo—. De eso acontecer nada quedaría para mí.

—No puedes saberlo, las sorpresas llegan —dice la pelimarrón usando un susurrante llamado—. Nos es este sitio realmente donde me quieres tener, lo sabes, quieres tenerme contigo percibiendo mi aroma. Estando tú de ese lado y yo en este no puedes hacerlo. Incluso cuando corrías tras mis pasos era mejor, ¿cierto? Dudas, que hayas ido a mi casa te hizo dudar.

La muchacha estaba haciendo andar las intenciones que me había mencionado, hacer que esa burbuja amorosa sostenida en el pecho de la cómplice secuestradora andará a nuestro favor, amasarlo hasta conseguir tenerla en nuestro amparo, mentirle descaramente sobre que sus sentimientos podrían ser correspondido en fin de usarla y después darle la estocada de la traición. No es tan diferente a los que ella hizo en el encargo de mantenernos acorraladas durante meses. Mi ocupación era mantenerme al margen, ese a sido mi único encargo, era una inútil, lo reafirmaba, doy unos silenciosos botes sobre las puntas de mis pies desnudos hundiéndome en el fracaso que soy en estas circunstancias, haga un puño sobre la tela gruesa y fina de mi vestimenta calmando ese ardor ácido de mi inutilidad.

Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA)  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora