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Sigo mi camino ya desde hace un mes al trabajo. El lugar no quedaba demasiado lejos, podía llegar caminando, lo que hacia que por la mañanas pudiera quedarme un poco mas de lo debido en mi cama. La veterinaria en la que conseguí trabajar no era la más lujosa e importante de Seúl pero es un lugar muy reconfortante y agradable. Lo importante era que apreciaban verdaderamente a las mascotas que acudían por los servicios brindados. Me ponía muy contenta que sean tratados con tanto cariño y no sólo como fuente de dinero.

Había logrado llevarme  adecuadamente con los dos otros trabajadores experimentados del lugar. En un momento había llegado a pensar que sería tratada como la nueva y menos inexperta del grupo junto a Jongsu (un chico de mi edad con quien había entrado a trabajar al mismo tiempo). Imaginé que por ese detalle sólo sería utilizada para llevarles algún instrumento de trabajo o para realizar aquello que no tuvieran ganas de hacer,  estuve muy sorprendida cuando pidieron mi ayuda frecuentemente durante los primeros días para colaborar con la recuperación de alguna mascota, solían enseñarme muchas técnicas para ir mejorando como veterinaria ya sea por medio de palabras o mirando la atención que le brindaban a nuestros amigos peludos. Realmente estuve sorprendida que su trato hacia mí fuera de esa forma, después de haber escuchado la relación  que recibieron algunos conocidos en su primer trabajo había llegado casi aterrada el primer día pero estuve tan aliviada cuando comprobé que no sería mi caso.

No podía decir que el mismo trato amable recibía de nuestra jefa, era una persona que se alteraba con facilidad y recurrentemente pero ya había aprendido a manejar la situación, cuando eso pasaba mientras me mantuviera callada durante uno de sus arranques saldría bien librada. También estaba el hecho que soltaba frases dando consejos sobre nuestra apariencia cada vez que podía. Solía ignorarla siempre cuando escuchaba decir ese tiempo de comentarios, ninguno de los que trabajamos para ella se salvaba de ese tipo de críticas. Lo bueno era que se mantenía casi siempre en su oficina alejada de nosotros leyendo documentos sobre como iba el negocia. Así que solía mantenerse alejada de nosotros. Gracias al cielo. Y no era que había muchas opciones para abandonar el trabajo por algo como eso.

Soñaba con tener mi propia veterinaria. Esperaba poder lograr tenerla en un futuro. Necesitaba dinero para eso. Dinero que ahora mismo no tenía.

Era un sueño que podía cumplir todavía. Era joven y me quedaban muchos días por delante.

Adoraba poder trabajar con los animales. Me encantaba lo feliz que se sentían cuando nada les aquejaba.

—Otro día de mucho esfuerzo —me digo cuando ya estoy parada frente al lugar donde trabajo—. Tendrás un buen día y todo te irá bien —me animo como todas las mañanas antes de ingresar.

La señora Lee (La dueña) era quien se encargaba de abrir todas las mañanas. Era la primera en llegar y la última en irse. Decía que no podía confiar la llave de su negocio a nadie mas que a ella mismas. Era realmente desconfianza. Jongsu y yo debíamos ser los primeros en llegar luego de ella para ir ordenando un poco todo para una la buena organización del día. Cuando los mayores llegaban ya todo estaba ordenado. La verdad no era algo que me molestará  hacer pero si lo era para Jongsu. Que se quejaba porque teníamos que venir una hora antes que ellos.

—Llegas tarde —me dice la señora Lee frunciendo el ceño nada mas al cruzar el umbral la puerta de entrada sin siquiera saludar. Miro mi reloj para comprobar si era cierto lo que dice, en efecto lo era. Tres minutos tarde. Vaya retraso que llevo.

—Lo siento —me disculpo—. No volverá a pasar.

—Eso espero. Eso espero. Aunque no sé si debería creerlo.

Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA)  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora