XX

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Yein y yo estábamos tiradas sobre su gran cama sin hacer nada en especial . Sólo ahí acompañándonos una a la otra mientras jugamos cada una su respectivo celular, perdiendo el tiempo sin vergüenza. Se suponía saldríamos a comprar un traje para satisfacer el capricho de su necesidad de lucir mucho más hermosas que cualquier mujer que se presentará. Ella quería ser centro de miradas. Su vanidad salía a la luz en estos eventos. Pero al final terminamos desistiendo en salir en busca de su traje soñando cuando caímos en cuenta que ninguna tenía muchas ganas de salir al exterior y pasarnos buscando por horas algo de su agrado. Estuve feliz por la decisión de quedarnos.

Mi amiga desde la escuela da un sonoro suspiro y deja caer a un lado del colchón a su tecnológico celular.

—Estoy tan enamorada —ya había perdido la cuenta de todas las veces que me lo decía.

—De nuevo con los mismo. Por favor ya no quiero escuchar tu liturgia amorosa  otra vez —dije intentado escapar de su hora romántica.-Ya te escuche ayer, pensé que fue suficiente.

Empieza a parlotear como si no hubiera escuchado mi petición. Vuelvo a intentar impedírselo pero ya había comenzado. Era una misión imposible callarla. Cuando  planeaba soltar todo de su pecho por medio de una charla donde la única con permiso de hablar era ella misma lo conseguía aunque mostrarás muy poco interés y te importará un comino sus historias. Lo único que necesitaba era un humano que al menos fingiera estar atento. Muchas veces intente ignorarla pero su chillante voz lograba hacerse espacio entre mis orejas. Mi negativa de prestarle atención surgía cuando el tema de su "amorcito" salía a flote.

Alexander, su novio extranjero, era su tema favorito en estos últimos meses. Estaba muy cansada de escuchar sobre cada paso que daban en su perfecto e inigualable romance de cuento de hadas del siglo veintiuno. Uno imposible de comparar como ellos mismo describían a su amorío. Podía ser que un poco de envidia era la causante de mis pocas ganas de prestarle atención. No, definitivamente no lo era. Esta chica se había vuelto una completa bola de dulzura por amor. A veces pensaba que me la habían cambiado.

Pero esto no era lo peor de todo, por supuesto siempre había algo peor. Y eso era verlo juntos tan acaramelados, muy poco les importaba las miradas de los demás. Los miraban con reprobación combinada con cierta molestia. Yo en esos casos tenía que soportar aguantarme las ganas de golpearlos con mi bate destructor de parejas felices. Era implacable. Si lo hacía su relación de acabaría en santiamén.

La primera vez que vi a Alexander quede en shock  al notar que era totalmente opuesto al tipo ideal de mi amiga. No era precisamente un hombre guapo ni siquiera atractivo. Se lo deje presente después de conocerlo pero ella se había vuelto totalmente ciega. Para sus ojos era un ángel bajado del mismísimo cielo. Su personalidad compensaba su falta de belleza. Eso se lo tenía que conceder. Era uno de los hombres más amables y atentos que conocí. Era lo importante. No importaba lo exterior sino lo interior.

Yein seguía contando emocionada y muy melosa sobre lo romántico que fue su cena de ayer por la noche en el restaurante bajo el cielo nocturno. Me seguía desesperando con el transcurrir de los segundos.

—Espero que terminen pronto.-digo en una clara broma. Ella se queda con la boca abierta sorprendida.

Ha tomado mis palabras como verdaderas y no como la broma que suponía era. Me fulmina con la mirada molesta, parece estar destruyéndome hasta lograr convertirme en polvo. Estaba muy sensible con este tema.

—Ji Sunhee, no puedo creer tus deseos —me dice media rabiosa—. Yo siempre velo por ti y tú deseándome esa tragedia. Ya no estaré ahí cuando me necesites, me iré lejos.

Definitivamente he fallado bromeando. Bromear con su relación era cosa de muerte ahora mismo.

—Debería ir a decirle a tu familia sobre los malos tratos a los que me veo expuesta contigo —continúa.

Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA)  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora