CAPITULO 1:

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SÉ QUE LES PUBLICARÍA HASTA AGOSTO. PERO SEÑORITAAAAAS. HOY ES EL DÍA DE LA MUJER. Y MIS NENAS DEL GRUPO DE WHATSAPP QUERÍAN CAP HOY DE REGALO. QUERÍAN A MI PAPI CHARLES DE REGALO. Y POS AQUÍ LES DI GUSTITO SOLO HOY. GRACIAS ESPECIALES A MI ROSI, TEFY, VAL Y LALI POR ESTA PETICIÓN. Y A LAS QUE ME LEEN EN LITNET TAMBIEN MIL GRACIAS.

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Dos años después.

Mi manó apretó la pluma con la que firmaba unos documentos, cuando el grito procedente del altavoz del teléfono, hizo que la letra jota que dibujaba, se convirtiera en un garabato digno de los que hacía mi hija.

— ¿Me está usted despidiendo?—preguntó, altiva.

—Si señora Willow. La estoy despidiendo—arrugué la hoja, echándola en la papelera, viendo otro documento limpio y elegante, echado a perder.

— ¿Solo por la tierra en su camisa? ¿Es enserio, señor Jiménez?—

¿Y le parecía poco?

—Muy enserio—dejé el bolígrafo sobre la mesa, prestando atención a las quejas de la ex empleada doméstica—mi mayordomo le hará llegar la liquidación—

Roberto era más capaz de lidiar con estos papeleos aburridos. De hacerlo yo, estaba seguro de que el sobre con el cheque, llevaría la tierra que puso en mi camisa, que antes era de un blanco impoluto.

Leann y Carlotta se esforzaron demasiado en sacar esas manchas y todo fue un fracaso.

—Pero fue su hija la culpable—protestó del otro lado, con su voz de abuelita arrugada como pasa.

¿Quién me aseguraba que había sido Julieta?

Esa lindura de ángel, que solo tras dos años de crecimiento y la falta de una buena madre, se había convertido en un diablillo andante. Hacía demasiadas travesuras. Sí. Las suficientes para hacer aburrir hasta a la niñera más resistente. Pero conocía a la señora Willow. Ya mayor y con sus huesos débiles, se podía inventar las mejores excusas para no ser despedida pero tampoco trabajar.

¿Creía que no había contabilizado sus treinta y tantas citas al médico e incapacidades por esta fractura o aquel dolor en el pecho que la retuvo en cama?

— ¿Tiene pruebas de lo que dice?—enmudeció—eso pensé—rodé los ojos—mañana llegará el sobre con el cheque, a su domicilio—suspiró.

—Bien. Si lo pone así, puedo ir yo por él, para despedirme al menos de mis compañeros de trabajo—negué.

Por piedad no. No quiero tu aliento de azufre en mi cara.

—No se moleste. Sé que le duelen mucho sus rodillas, y luego está su fractura del dedo meñique. Quédese descansando. Estoy ocupado para recibirla, y mis asistentes de limpieza tambien—

No encontraba ocupación más engorrosa para los del servicio que encargarse de mi pequeña hija durante mis ausencias en el trabajo. Ellos debían priorizarse en sus labores en lugar de correr tras ese monstruito. Pero dada la carencia de una niñera estable, debían turnarse para ver que hacía cada vez. Cuando miraban a la sala, la niña estaba allí sentada, muy obediente. Cuando parpadeaban solo un nanosegundo, ya se había ido corriendo, por alguna travesura. A menudo escuchaba como susurros de pasillo, las opiniones que tenían mis empleados, de lo que yo debería hacer, para corregirla y hacerla una señorita educada a futuro. Incluso mi madre ya tenía una opinión muy clara.


FLASHBACK:

Le di un sorbo a mi café, mientras ella batía la mezcla para las galletas de mantequilla y las de naranja con nuez, para Julieta y para mí. Papá estaba en los establos, cepillando a Serafina, con mi hija de ayudante.

PERFECT L1 DE LA BILOGÍA: SIN ESPERARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora