CAPITULO 34:

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Día de la cena empresarial

Abrí los ojos al sonar la alarma. Hoy era el día. Hoy la empresa tenía su aniversario, hoy tambien sus empleados tenían el día libre. Hoy mi hija me acompañaría a tan importante evento. Hoy... Marian fingiría ser Paulette Fontaine.

Me senté en la cama, apagando la alarma, revisando la agenda disponible para hoy. Que solo consistía en una reunión con los Ford sobre su empresa. Nos reuniríamos en un restaurante al medio día y ya en la tarde/noche volveríamos a vernos en la cena elegante. Ambos habían llegado el día anterior, en compañía de los Harrison. Y mientras resolvía este asunto con mis amigos, la otra pareja salía a conocer Beverly Hills por petición de Valerie.

Tomé la toalla, una nueva máquina de afeitar y entré a la ducha. En breve bajaría a desayunar con mi hija que tenía colegio, y su niñera la llevaría.

Lo de hace unos días, no había desencadenado en nada más. Fue de nuevo al cuarto con Julieta, dejándome a mi patidifuso y al día siguiente, el mismo comportamiento de jefe/asistenta, como si lo del beso hubiera sido un desliz. Ella continuó saliendo con Maxwell al cine o al parque, y yo aguantando a Alicia de un lado para el otro, hablando de todo lo que se tendría que arreglar para la fiesta.

Esperaba que ella no se metiera en medio, a fastidiar la existencia de la asistenta, que ya de por sí, estaba estresada por semejante mentira.



—Buenos días—miré a la mesa, donde Geneva le ponía el desayuno a mi hija.

—Hola papi—besé sus cabellos— ¿dormiste bien anoche?—me senté a su lado.

—Sí. ¿Por qué?—se llevó una cucharada de cereal a la boca.

—Hay que tener energías para esta noche, ya que vamos a divertirnos en la fiesta—respondió luego de tragar.

—Quien no te conozca, piensa que amas la fama y la farándula—sonrió.

—Y lo hago, Abelardo—me tomó la mano— ¿te imaginas salir en primera plana con una de mis bromas? Millones de personas me verían y se acordarían de mi nombre. Será fantástico—

—Para ti, no para mí. No dejaré que hagas bromas en la fiesta—partí una tostada.

—Punto uno—la miré—será fantástico para mí, obviamente. Porque no pensaba en ti. Punto dos. ¡¿Por qué noooo?! Puedo amenizar y entretener a la gente—

—Y consideras entretenimiento echarle cosas en el cabello o zapatos a las señoras elegantes—sonrió.

— ¡Claro! Para ellas no es divertido, lo admito. Pero para los demás sí. Admite que tu reirías si lo hiciera—movió la cabeza a los lados como una loquita, terminando el desayuno—no tienes que responder a eso, pero solo piénsalo—abrí el diario.

—Pensaré en otra cosa. ¿Dónde está tu niñera?—me sonrió feliz.

—Niñera no. Mami. Y se está arreglando para ti—aleteó sus pestañas.

— ¿De verdad?—fingí desinterés, fallando de forma estrepitosa.

—Nah—comenzó a reír—seduce al tocino para que no la engorde más. Sí que no sabes disimular, papi. Si casi te salen corazones de los ojos—la miré de malas formas—Enserioooo. ¿No te habrás puesto mi perfume de fresitas?—

—No digas tonterías, Julieta—se bajó de la silla y tomó una rosa de un florero, poniéndola en su boca.

—Ve y baila con ella un tango, conquistalaaaaaa. ¡¡Hazla mi mamiiiiiii!!—

PERFECT L1 DE LA BILOGÍA: SIN ESPERARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora