Corrí por el césped, hasta conseguir ocultarme tras un árbol, jadeando. Con suerte ella no me encontraría. Miré entre el tronco y la vi llegar a la puerta que daba con el interior de la casa, mirando a su interior, por si pensaba que yo estaba allí. Sonreí cuando subió los dos escalones, entrando.
¡Gané!
Miré el móvil, a donde estaba el video, reproduciéndolo una última vez antes de borrarlo. Me reí solo, escuchándola gritar, corriendo, y con Timoteo graznando detrás de ella.
Ese video nunca desaparecería. Tendría algo para mostrarles a mis nietos, cuando Julieta tuviese hijos. Ya incluso me imaginaba la escena. Sujetar un pequeño de seis años en mis brazos, enseñarle el video y decirle:
— ¡Mira cariño! Esa era tu abuela de joven—
Dejé de verlo.
¿En serio ya me estaba entrando en la cabeza, la idea de envejecer con ella?
Miré a la nada.
Demonios, sí que estaba encandilado con ella.
— ¡Te atrapé!—me arrebataron el teléfono—esto es mío. Y lo voy a borrar—
Marian me había encontrado.
—Oyeeee, dame el teléfono—retrocedió, con él, apretado contra el pecho.
—Ni lo sueñes. No voy a permitir que subas ese video a internet. Y menos que te rías de mi—echó a correr con él en mano, tratando de borrarlo.
La atrapé, rodeándola con mis brazos por la espalda, mientras ella gritaba y forcejeaba.
—No se toman las cosas sin permiso—la tomé de las manos, liberando dedo por dedo para tomar mi móvil.
—Bien dicho. Me grabaste sin permiso. Eso es míoooo—cuando ya iba a tenerlo en mi poder, se quedó muy quieta, y antes de yo esperarlo, tiró la cabeza atrás, pegándome en la barbilla.
La solté. Y más que lastimarme a mí, lo hizo ella. Se frotó la cabeza con un gemido.
—Eso te pasa por impulsiva—me miró de malas formas, con el aparato en mano—dame el teléfono—
—No—sonrió con dulzura—es mi video—
Cuando caminé a ella, la forma de quitarlo de mi camino, fue meterlo entre su blusa y sostén. Traté de atraerla a mí, pero puso el árbol de por medio. Como un par de idiotas dimos vueltas alrededor de este, yo tratando de atraparla y ella huyendo, muerta de risa. Al final me quedé quieto y dejé que diera vueltas, sola, hasta conseguir sujetarla de los hombros y recostarla contra el árbol.
—Te tengo. Y estás en problemas—hizo una barrera con las manos en el pecho, y el móvil timbró con una campanita.
Un correo entrante.
— ¿Qué es eso?—miró entre el sostén.
—Eso, mi amor, es que acabas de compartir el video con todos mis contactos—comenzó a gritar como loca, sacándolo de su escondite, queriendo evitar lo que en realidad no había pasado.
Se lo decomisé.
—Caíste—lo alcé por encima de mi cabeza, riéndome al verla saltar en busca de él.
— ¡Charles! Por favor, no quiero que nadie vea el video—
—Pero si es de lo más divertido—negó, asustada.
—Bórralo. ¿Sí?—negué.
Enlazó las manos al frente, en suplica, poniendo morros.
—No lo voy a borrar, hasta que algunos de mis contactos lo vean—
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PERFECT L1 DE LA BILOGÍA: SIN ESPERARTE
RomansaLa vida de Charles Jiménez, ha sido siempre organizada, y desde niño, la buena suerte le ha hecho compañía. Tiene una familia numerosa, el trabajo de sus sueños, y con él, unos empleados diligentes. ¿Pero qué pasa cuando olvidas agradecer lo bueno? ...