CAPITULO 11:

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El día avanzó con normalidad y luego de terminar algunos documentos y atender algunas vídeollamadas, decidí que hoy trabajaría desde casa, O tal vez, iría después de almuerzo, por si mi secretaria tenía documentos que yo debía firmar. Aunque lo dudaba. Ya había terminado todo.

Eran las once.

Salí para buscar algo en la cocina, fuese una fruta o galletas. La casa estaba demasiado silenciosa. Excepto por unos estornudos provenientes de la sala del tercer piso, cerca del balcón. Voces hablaban con suavidad, una joven y la otra, que reconocí como la de Carlotta. Subí sin hacer ni un ruido. Había aprendido desde chico, para espiar las peleas entre mi madre y Cristie.

Mi hermana, unos años mayor que yo, era una adolescente rebelde en esa época cuando yo entraba en la juventud y solo quería leer o practicar baloncesto. Las fiestas eran lo suyo. Lo mío no. Incluso recordaba la última que tuvieron antes de su accidente.


FLASHBACK:

—Pero no entiendo que tiene de maloooo. Dylan solo tiene un tatuaje en el brazo—escondido en el ducto de ventilación, comiendo frituras de queso, no me veían.

A pesar de tener dieciocho.

Cristie daba vueltas por toda la biblioteca, con algunos mechones fucsia en el cabello, un vestido negro pegado a las piernas, muy corto, sombra de ojos negra y guantes a lo rockero. Planeaba, según mí chismeada, salir de fiesta a casa de una amiga, donde estaría su novio Dylan, que no era más que otro tatuado, fumador y con una motocicleta nueva, regalo de sus padres. Para mi madre, que era tan correcta, tan culta tan decente, esto no era bien visto. Ella con sus vestidos recatados a la rodilla, y peinados en moñas elegantes, la forma de andar Cristie era simplemente inaceptable.

—Y un cigarro siempre en su boca. No vas a ir, Cristie. Y menos con el—ella gruñó, zapateando.

—Actúas con prejuicios, mamá. Solo porque se viste de esa forma. El fuma, yo no. Él bebe, yo no—mamá se rió de forma seca.

— ¿Enserio piensas que voy a creerte? ¿Después de que tu hermano te pillara la botella bajo la cama? ¿Después de que llegaras la semana pasada a las tres de la mañana tambaleándote borracha y luego vomitando todo el día siguiente? Ve con ese cuento donde alguien más—a pesar de que no me veían, me escondí.

Mamá había jurado no decirle a mi hermana de ese pequeño secreto que había pillado, cuando ayudaba a Margot, su asistenta de limpieza, con las labores. De vez en cuando lo hacía para que pudiera ir rápido a ver a su marido, recluido en cama por un cáncer terminal.

—Le dije al tonto de Charlie que no se metiera. ¿Por qué no se preocupa más en ser un hombre atractivo y en buscar una novia? A estas alturas todos mis amigos piensan que tengo un hermano gay—vi a mamá apretar la mandíbula.

— ¿Y qué tendría de malo si lo fuera? ¿Quién es la que actúa ahora con prejuicios? Y solo por este númerito que acabas de montar y la forma en que describes a tu hermano, no irás—sonreí malvado, y sin querer, dejé caer una fritura por la rejilla, en el cabello de mamá.

Ni cuenta se dio.

—No conozco a esos compañeros tuyos. Al único que conozco es a tu supuesto noviecito y tampoco confío en el—

—Pero conoces a Brielle—gritó.

—Sí. La conocía. Solo es una mocosa, dos años menor que tú, a la que a sus padres no le importan ni un poquito, una que se droga cada que tiene la oportunidad. ¡¡Que abortó a su hijo a los siete meses de embarazo!!—Hizo retroceder a mi hermana—y ni sé si tú no habrás hecho lo mismo, luego de revolcarte con ese imbécil que llamas novio—se sentó en un sofá, llorando.

PERFECT L1 DE LA BILOGÍA: SIN ESPERARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora