16. Cita dos.

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Abrí la puerta y Ricardo estaba apoyado en su auto mirando su reloj.

—Un minuto de retraso, esto en mi vida cotidiana significa castigó—intenté no sonreír y solo miré a otro lado, sin prestarle mucha atención a que veía, volví a mirarlo y estaba viéndome—¿Me hiciste caso?

—El tema no es si te hice caso o no—Caminé hacía el—el tema es ¿porqué tenemos que estar vestidos así?—Quedé lo suficientemente cerca de él como para sentir se respiración.

—Si quieres podemos quitarnos la ropa—dijo con una voz suave, acercándose más a mi.

—Si talvez, te doy una idea, mi cuello, tu mano y un muro el resto te lo dejó a tú imaginación—le respondí acercándome a su oído

—Oye, creó que hablas demasiado, mejor te enseñó otras maneras de usar la boca—me alejé lo suficiente para ver sus ojos y Sonreí sin mostrar los dientes.

—Primero deberíamos ir a donde sea que vayamos.

—Me permite pincesa—abrió la puerta del auto, tomó mi mano y me hizo una pequeña seña con la cabeza para que entrara.

—Con gusto caballero—Me subí al auto, cerró la puerta y dio la vuelta para subir él.

Los primeros minutos fueron silenciosos, intenté colocar música pero tomó mi mano izquierda y no dejó que colocará alguna canción.

Pero tampoco soltó mi mano, la entrelazo con la suya dejándola en la palanca de cambios, intenté alejarla de la suya pero no me dejaba que la quitará, el estaba muy sereno mientras conducía.

—Podrías soltar mi mano.

—¿Palabra magia?—Puse mis ojos en blanco y suspire.

—Podrías soltarme mi mano, por favor.

—Incorrecto—Lo miré confundida.

—¿ah? Pero esa es la palabra mágica, ¿qué te enseñaron en tu casa?—Me quedé pensando cuál palabra sería pero no se me ocurrió ninguna—Pero cual otra palabra...¿ah?

—Vuelves a decir "ah" y la próxima te haré gemirlo.

—Quisieras—Volví a ver al caminó, me di cuenta que estábamos Saliendo de la ciudad, volteé para preguntarle porqué estábamos saliendo de la ciudad y sentí su mano en muslo, volví a mirar al caminó para restarle importancia, el empezó a apretarlo y soltarlo, apretarlo y soltarlo repetidas veces cada ves Acercándose más a mi entre piernas.

Intenté evitar cualquier tipo de suspiró, gemido o expresión que revele que me gustaba el contacto.

El resto de caminó se basó en eso, por el cristal veía su sonrisa, el como disfrutaba provocarme.

Cuándo su auto se detuvo sólo podía ver nada, exactamente no veía nada más que árboles y la luz de la luna.

Él bajó del auto y lo seguí, hice lo mismo, al bajar subí un poco mi vestido negro para que no se dañará, a unos cuantos metros estába un barranco, me hice un poco para atrás, el solo observaba   el cielo con sus manos en los bolsillos.

—¿Puedo preguntar que hacemos aquí?

—Conociéndonos, en un restaurant no se puede tener esta paz—Él se dio vuelta y se acercó al auto, apoyándose en la parte de alante, me hizo una seña para que me acercará, alcé un poco mi vestido negro y me coloqué en la misma posición que el, viendo hacia el cielo—¿Te gusta la luna?—Lo miré sin entender a que viene la pregunta pero el seguía mirando la luna—Cuándo era pequeño mi madre me contaba una historia, una leyenda sobre la luna y el sol, deseaba tener un romance como ellos dos, Siempre soñaba con conseguir a mi luna.

Un Sueño De Verdad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora