Capítulo 3: "La carnada está lista".

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Dos días después supe que la vida comenzaría a ser como antes a pesar de los eventos raros de la noche donde una Sombra atacó a Henry. Me levantaría éste sábado por la mañana, desayunaría en un pequeño y lindo bar que hay en la esquina de la cuadra de mi casa, y con suerte no me cruzaría a ninguna de las princesas, que realmente son unas perras.

Me levanté de la cama sin ganas de afrontar éste día, pues hoy era el tan odiado baile de primavera. Tendría que usar sí o sí el vestido que Emma hizo para mí porque se lo prometí a Garfio. No era tan feo, sólo que era demasiado extravagante para mí y yo no era de las chicas que llaman la atención.

Decidí evitar el corset y la camisa con mangas raras por un día, y usar algo un poco más normal, aunque me sintiera algo ridícula. Una remera manga corta de color gris podría reemplazar mis camisas de todos los días, pero el tapado de pirata jamás me lo quitaría. Aunque no podía concurrir a éste bar con armas, entonces tendría que dejar mi espada aquí.

Normalmente iría con Henry al bar, pero él tiene prohibido salir de casa al menos hasta ésta noche por el baile, entonces me tocaría ir sola hoy.

Saludé a Garfio, Emma y Henry, y salí de inmediato al bar. Es algo que yo hacía cada vez que volvía a Storybrooke, por eso ninguno de los tres me decía nada, ya era normal, como una tradición.

Apenas entré, el aire caliente de aquel bar golpeó mi rostro, como cada vez que entraba. Me senté en uno de los taburetes que había frente a la barra y examiné un poco el lugar, no había nada nuevo. No me agradaban mucho los cambios.

―¡Lua, has vuelto de tu viaje! ―exclamó el Hada Madrina, una linda y muy cariñosa mujer que se encontraba frente a mí, mirándome con una amplia sonrisa―. ¿Lo mismo de siempre, querida?

―Sí ―le dije, con una sonrisa―. Es un gusto verla de nuevo.

―Igualmente, terroncito. ¿Y Henry?

―Él... no pudo venir hoy.

Ella sonrió y se retiró finalmente.

Mientras estaba esperando mi café con dos terrones de azúcar y la porción de pastel con chispas de chocolate, escucho que la campanilla del local suena, indicando que alguien ha entrado. Me volteé a ver quién era por pura curiosidad, y entonces puedo ver que un lindo joven acababa de pasar por esa puerta.

Tenía el cabello largo hasta un poco antes de los hombros, de un color marrón ni muy claro ni muy oscuro, una pequeña parte del flequillo cruzaba desde la mitad de su frente hasta su costado izquierdo; tenía la piel pálida y eso resaltaba el color salmón de sus labios. Creía que sus ojos eran marrones por lo que podía ver desde lejos, y era bastante alto.

Buscaba algo con sus ojos, mientras una media sonrisa surcaba por su cara de forma constante. Entonces me miró, y me vi forzada a apartar mi vista para no quedar como estúpida.

A los pocos segundos pude observar que se había sentado a dos taburetes del mío y me miraba con una pequeña sonrisa en sus labios, lo que me puso algo nerviosa la verdad. Nunca he tratado con chicos.

El Hada Madrina me trajo mi pedido y comencé a degustarlo.

Sentía la mirada de ese chico sobre mí, no podía evitar ponerme incómoda y algo ansiosa con ello, por eso intenté acabar mi pedido lo más rápido posible, para pagar e irme al fin.

Cuando el café y la rebanada de pastel se terminaron, deposité el dinero que recordaba que valían antes de irme de viaje sobre la barra.

―Uhm, Lua, ¿de casualidad no tendrás diez más? Los precios subieron un poco desde que tenemos un nuevo jefe ―preguntó aquella mujer.

Peter Pan's Property (Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora