Capítulo 41: "La aventura comienza".

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Escuchen la canción plis, bai.


Killian Jones.

|3 meses después|

Las cosas después de volver el Inframundo no hicieron más que ir cuesta arriba, a veces pensaba que aquella experiencia era una de las mejores cosas que podríamos haber tenido, a pesar de tener que haber muerto para vivirla. Nos enseñó mucho del amor incondicional que sentimos por las personas.

De alguna forma, siempre supe que Luana y los demás iban a ir por mí al Inframundo, pero nunca me pude esperar que pasara todo lo que pasó allí, claro. Haber regresado con Peter Pan no era algo que tuviera contemplado en lo absoluto, pero sabía que había sido lo correcto por más que él ahora estuviera pegado a Luana como las algas verdes se pegaban al fondo del Jolly Roger.

Me gustaba verla feliz, lo era todo para mí. Y nunca me había dado cuenta de cuánto le había afectado la pérdida de Peter, hasta que ella se sentó frente a mí hace un mes y me dijo que se iría de Storybrooke a vivir la gran aventura de su vida.

Cuando perdió a Peter, le costó mucho superarlo ―bueno, aunque en realidad nunca lo había hecho del todo―, tanto que había dejado su sueño de viajar por los siete mares y robar botines por todos lados, y se había puesto a trabajar en el muelle de Storybrooke.

Y Luana no era así, ella era aventurera y alocada, tenía sed de viajar y descubrir lo que había más allá de éstas simples tierras. No era alguien que quisiera quedarse trabajando en un muelle el resto de su vida. Y cuando Peter volvió, ella se dio un tiempo para estar con él y entonces comenzó a planear un viaje.

Un viaje al cual yo no iría porque no tenía nada que hacer ahí. Ella tenía diecinueve años, era hora de que se fuera y descubriera el mundo por su cuenta, de que fuera la total Capitana de su vida. Además, tenía que encontrar un tesoro, su hermano Henry. Él estaba muy lejos de aquí.

―Buenos días, suegrito ―escuché la voz irritable de Peter Pan entrando en mi casa y rodé los ojos. Ni todo el café o ron del mundo me ayudarían a soportarlo.

―Calla, Pet ―oí la voz de Luana y luego los vi aparecer en la cocina―. Buenos días, papá.

―No son buenos días si tengo que soportar al odioso de tu novio. ¿No pudiste quedarte con Félix al menos, Lu? ―levanté mis cejas hacia mi hija, quien sonreía divertida.

―He tenido la misma pregunta desde hace dos años, Killian ―dijo otra voz muy conocida para mí entrando en mi campo de visión, era Félix. Él y Peter prácticamente casi vivían aquí―. Sucede que somos amantes, ¿sabes? Además, ella confió primero en mí que en el idiota.

―¡Oye! ―exclamó Peter, frunciendo sus cejas y todos reímos, menos él―. Ni te atrevas a acercarte a mí chica o te cortaré la garganta, rubio oxigenado.

―Bien, bien ―Félix rodó los ojos mientras levantaba ambas manos en demostración de paz―. Pero no la detendré si ella se quiere acercar a mí.

―Desaparece, rubio ―rió Luana, golpeando con suavidad su hombro y luego volvió la vista hacia mí―. Antes de todo éste show, veníamos a decirte que mañana zarpamos. Todo está listo.

―¿Segura de que no quieres que vaya contigo? ―le pregunté, levantando las cejas. Sabía que ésto era algo que ella tenía que hacer por su cuenta, pero eso no borraba mi instinto paternal de querer protegerla.

―Estaremos bien, papá. Te escribiré cada vez que pueda, lo prometo ―asintió Luana con una pequeña sonrisa y luego rodeó la mesa para darme un abrazo―. Regresaré a buscarte para mis aventuras, ¿sí?

Peter Pan's Property (Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora