Capítulo 11: "Trato especial".

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Me removí incómoda en el suelo, intenté ponerme en una posición donde la claridad no afectara a mi sueño pero aquello fue imposible, pues la claridad comenzaba a llegar el espacio y era obvio que la hora de levantarse había llegado finalmente. Abrí mis ojos, para encontrarme entre un montón de niños perdidos que dormían desparramados por todos lados.

Al parecer ninguno había despertado, ni siquiera Félix lo había hecho. Él estaba envuelto por una manta y dormía a gusto a un lado de la fogata, al igual que todos los demás. Excepto uno, a quien no lograba ver por ningún lado, puesto que probablemente él no dormía aquí, sino que tenía su propio lugar para dormir según Matt.

Me levanté lentamente, acomodé mi cabello un poco con mis dedos y sin saber qué más hacer, pensé en dar un paseo. Entre todos los niños perdidos, vi a uno en específico que traía mi espada entre su cinturón y sin hacer mucho ruido, se la saqué.

Era mía, tenía el derecho. Y nadie podría negarlo porque hasta tenía mi nombre.

Coloqué aquella filosa arma en mi cinturón y comencé mi camino hacia cualquier lugar donde pueda ir que no involucre estar cerca de personas. Sólo quería pensar un rato y relajarme como no he podido hacer desde que llegué aquí.

Los minutos comenzaron a pasar mientras mi recorrido por el bosque se hacía cada vez menos pesado, pues la maleza comenzaba a disminuir de a poco. Luego, comencé a escuchar un sonido que me recordó al del mar, fue entonces cuando vi arena y entendí que estaba cerca de una playa.

Metros más adelante, pude ver uno de los paisajes más hermoso que jamás había visto.

Las olas iban y venían, el agua era tan celeste que hasta podía recordar los ojos de Garfio mirándola. La arena tenía un lindo color entre blanco y beige, y el cielo apenas estaba volviéndose celeste. Era demasiado lindo para mí, sólo que algo me hizo esconderme al instante.

Peter Pan y Tink conversaban algo tensos a orillas del mar, y desde aquí se notaba que había una cierta tensión, como si estuvieran peleando. Entonces me acerqué un poco más, escondiéndome entre los árboles para escuchar de qué hablaban.

Tink intentaba mantenerse serena, mientras Pan usaba sus frases irritantes contra ella, y la amenazaba constantemente con una ballesta.

―Tú ayudaste a esa muchachita insolente a escapar, me desobedeciste. Claro que tengo que hacerte pagar por ello ―dijo Pan, con su típico tono de petulancia, y apostaba todos mis cofres de tesoros robados a que una de sus cejas estaba enarcada.

―Sabes muy bien que eso no es verdad, que sólo les mostré el camino, nada más ―exclama ella, poniéndose cada vez más nerviosa.

―Me recuerda a los viejos tiempos, ¿a ti no? ―dijo. A éste chico le encanta jugar juegos, juegos mentales―. Cuando me traicionaste y terminé quitándote el poco poder que tenías. Fue divertido de hecho, debiste ver lo patética que te veías llorando. Bueno, aunque no es tan diferente a lo que estás por hacer ahora.

―Ya deja de jugar con la vida de las personas como si fueran marionetas, Pan.

―Nadie me da órdenes ―pausó―. Y creo que la hora de acabar con la vida de mi marioneta llamada Tinkerbell llegó. Así que... ¿tus últimas palabras?

―Sí ―contestó, y luego miró sobre el hombro de Pan para ver que yo me acercaba lentamente a él, entonces le hice señas para que no dijera nada, y ella bajó un poco la mirada para luego mirar a Pan y sonreír con gracia―. Gracias, Luana.

El cuerpo de Pan se tensó cuando pudo sentirme cerca de él y luego puse la hoja de mi espada contra su cuello, mientras dejaba mi mentón descansar sobre su hombro. Pude ver una sonrisa traviesa surcar su cara.

Peter Pan's Property (Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora