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Las aguas del Grand Line llegaban hasta donde la vista podía alcanzar. Al borde de un gran acantilado se alzaba una figura mirando al horizonte con el ceño fruncido, en su mano izquierda apretaba un papel con la información que necesitaba para su próximo viaje. Con suerte, todo acabaría pronto y podría volver a casa.

-Tsk.

La figura dio un paso al frente y se precipitó por el acantilado mientras su cuerpo se iba transformando en aire.

En ese mismo momento, en una isla no muy lejana...


-¡Capitán! Ya hemos llegado a Isla Idesia.
-Bien Bepo, dile a todos que estén en sus puestos y emerge el submarino.
-¡Aye aye capitán!

El infame Cirujano de la Muerte, Trafalgar Law, se encontraba en la sala de control observando como su navegante avisaba al resto de la tripulación mientras se disponía a llevar el submarino a la superficie. Se ajustó su nodachi y salió de la sala para dirigirse a la cubierta.

Cuando ya todos estaban fuera, Law dirigió una mirada a su tripulación. Aunque eran pocos, habían conseguido reunir a dos miembros más, Aki y Raiden. Mientras el primero se encargaba de supervisar todo lo técnico relacionado con el submarino, el segundo cocinaba, aún así, ambos eran muy leales a su capitán y hábiles en la lucha, cosa que a Law no se le había pasado por alto.

-Nos dividiremos en dos grupos e iremos a buscar provisiones. Nos encontraremos aquí a las 9 de la noche. Si acabáis vuestras tareas rápido sois libres de hacer lo que queráis. -Law hizo una pausa antes de seguir. -No os metáis en problemas.
-¡Aye capitán! -Contestaron todos al unísono.
-Bien. Bepo, Aki, vendréis conmigo. El resto ya sabe lo que hacer. ¿Alguna pregunta? -Preguntó Law, aunque sabía que no era el caso.
Como era de esperar ninguno de ellos contestó. Law asintió, le dio su nodachi al oso y se dio la vuelta.
-En marcha.
-¡Osu! -Gritaron todos, cada uno yéndose por su lado.




En ese momento, en otra parte un tanto alejada de donde Law y su tripulación habían desembarcado, una chica aparecía de la nada en medio del muelle. Por suerte nadie pasaba por ahí, ya que si hubiera habido alguien cerca, seguro se habría llevado un susto al ver a la chica materializarse en el aire.
Se le veía cansada, apoyando su mano izquierda en su cadera, se pasó su mano derecha por la cara mientras cogía un gran trago de aire y lo soltaba. Su pelo negro se movía levemente por la ligera brisa marina que corría en ese momento y sus pecas resaltaban al sol. Después de todo, viajar varios miles de kilómetros en poco tiempo agotaba a cualquiera.

-Bien, allá vamos otra vez. -Sin más preámbulos se ajustó bien su pequeña mochila y comenzó a caminar hacia su destino.

La chica caminaba por un camino rodeada de Idesias, cuyo árbol daba nombre a la isla. Por fin, el camino se ensanchó acabando este en la entrada a una pequeña villa. La pelinegra paró en seco y miró a su alrededor, los habitantes paseaban de un lado a otro felizmente.
Estando absorta en sus pensamientos la chica no se dio cuenta de que alguien se le acercaba.

-Disculpe señorita, ¿necesita ayuda? -Un chico de aproximadamente su edad, habitante de esa risueña isla estaba delante de ella, ofreciéndole la mejor de sus sonrisas. Mientras tanto, después de un par de segundos de silencio en los que ella solo lo miraba fijamente, por fin se decidió a contestarle.
-No. -Y sin nada más que decir rodeó al chico y siguió su camino.




Law se encontraba caminando al frente, su gorro ensombreciendo sus ojos grises. Detrás de él, Aki y Bepo caminaban mirando todo a su alrededor mientras algunos isleños se apartaban de su camino, perturbados por la mirada de su capitán o parando en seco al ver a un oso polar caminando a su lado. Ninguno de los tres dijo nada, ya estaban acostumbrados.

-Entremos en esa taberna y preguntemos cuánto tarda el Log Pose en ajustarse. -Dijo Law mirando al dicho establecimiento un par de metros más adelante. Sus acompañantes asintieron y le siguieron.

Al entrar lo primero que pudieron observar era que el lugar, así como la isla, estaba lleno de gente alegre y un tanto ruidosa. Los tres decidieron sentarse en una mesa pegada a la pared en una esquina del local y esperaron a que alguien les atendiera.

Cuando el camarero les dejó la comida en la mesa, Bepo, que hasta ahora no había hablado, aprovechó la oportunidad.
-Disculpe, ¿por casualidad sabe cuánto tarda el Log Pose en ajustarse? -El camarero miró al oso con los ojos abiertos como platos, no se esperaba que el animal pudiera hablar.
-Lo siento... -Un aura triste rodeó a Bepo y bajó la cabeza mientras se disculpaba.
Observando la escena, Law chasqueó la lengua y su mirada se dirigió al camarero.
-¿Y bien? -Este, como sacado de un trance, apartó la vista de Bepo para observar a Law.
-¡Oh! Mis disculpas. El Log Pose debería tardar cuatro días en ajustarse, señor. -Law asintió y el chico se dirigió a atender otra mesa.

En ese momento, la puerta de la taberna se abrió de un portazo, haciendo que casi todos los que estaban dentro se giraran a ver. Un hombre de mediana edad se acercaba dando pasos ruidosos hacia la barra. Algunas personas que se encontraban ahí huyeron despavoridas, al parecer ese hombre no era conocido en la isla por su buen humor precisamente.
El hombre paró en seco detrás de una chica que se encontraba sentada enfrente de la barra, sus codos apoyados en esta mientras esperaba su pedido, su pelo negro liso le llegaba por debajo de los hombros. El tabernero tragó grueso y se dispuso a decirle a la chica que sería mejor que se cambiara de sitio hasta que el hombre de detrás habló.

-Oi, muévete mocosa, ¿no sabes que ese es mi sitio? -Al ver que la chica ni se inmutó el hombre furioso se puso a su lado y estampó su mano en la barra. -¿Acaso no me escuchaste?
-Es imposible no hacerlo. -Contestó ella sin cambiar de posición.
El tabernero, lleno de pánico, miró a la chica.
-Se...señorita, creo que será mejor que se siente en otro lugar.
-¿Eeeh....? ¿Por qué? ¿Acaso el nombre de este imbécil está grabado en alguna parte?
Ante tales palabras el hombre apretó sus puños y tras soltar un gruñido de cólera dirigió su puño hasta la chica.
Todos en la taberna soltaron un sonido de sorpresa, todos menos Law, que observaba la escena con su barbilla apoyada en una mano mientras arqueaba una ceja.
Sin embargo, el puño no llegó a impactar en la chica, más bien, este paso de largo atravesando su cuerpo. La pelinegra mientras, seguía sin moverse.
-¡U..una usuaria! -Gritó alguien al fondo del establecimiento.
La chica suspiró.
-Oi, ojisan. Sigo esperando mi pedido. -Dijo aburrida. El tabernero después de dudar un segundo le puso una jarra de sake enfrente.
La muchacha cogió la jarra y fue a llevársela a los labios, pero esta nunca llegó. El hombre, que había tardado un par de segundos en procesar lo que había pasado y se miraba el puño como tonto, por fin consiguió volver a la realidad y había estampado la jarra contra el suelo. Los ojos de la pelinegra se ensombrecieron, acababa de llegar a la isla y no la habían dejado ni descansar de su larga travesía.

-Tsk. -La chica se levantó y empezó a revolver en su mochila hasta encontrar un pequeño saco de dinero. Lo depósito en la barra. -Lo siento ojisan. -El hombre sorprendido cogió la bolsa y miró dentro de esta. Abrió los ojos como platos y se dirigió a la muchacha.
-Señorita, ¿a qué se debe tanto dinero? Una jarra de sake no cuesta ni de lejos tanta cantidad.
-Es el pago por el sake y las reparaciones del local.
-¿Qué reparaciones del...? -Al tabernero no le dio tiempo de terminar la pregunta porque en ese mismo momento, la chica se giró al hombre que la miraba con una sonrisa socarrona, llevó el brazo hacía atrás y de un puñetazo lo mandó volando de espaldas haciendo que atravesara la pared y quedara inconsciente en medio de la calle.
El local se quedó en completo silencio hasta que alguien habló.
-¡Lo ha noqueado de un solo golpe!

Todo el mundo en la taberna empezó a hablar de lo que había sucedido, mientras tanto, en la mesa donde se encontraban Law y sus tripulantes todos habían permanecido callados observando la escena hasta que Aki decidió hablar.
-Ca...capitán... esa es...
La causante de tanto alboroto se encontraba de pie enfrente de la barra limpiándose el polvo de sus pantalones negros y su camiseta de asillas. Suspiró.

-Ojisan. -El hombre la miró un poco asustado. La chica se apoyó en la barra con su brazo derecho mientras el izquierdo reposaba en sus caderas, dejando ver que en este mismo tenía un tatuaje. -Si no le importa tengo unas cuentas preguntas que hacerle.

Law apartó la mirada de la chica y le contestó a Aki.
-Portgas D. Karen.

El Destino no Existe (Trafalgar Law x Lectora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora