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-¿Karen-chan es eso cierto? -El anciano seguía detrás de Clione, este en posición defensiva protegiendo a su abuelo. Karen miró al hombre y le contestó.
-Así es ojichan, estaba a punto de decírtelo pero me interrumpieron. -La chica dijo esto último mirando a Clione, quien se encogió un poco bajo la mirada de esta.
-Ya veo... -Hisao rodeó a su nieto y le puso una mano en el hombro. -No te preocupes Clione, Karen-chan no me hará daño, simplemente le estaba contando la situación de la isla. Karen-chan -dijo volviéndose a la chica -ya que eres pirata vas a tener que tomar más precauciones para que no te vean por aquí.
-¿¡Más precauciones!? -Saltó el joven. -¡Tenemos que reportarla a los marines, abuelo! -El anciano miró a su nieto serio.
-Clione. No vas a reportar nada a nadie, esta jovencita no ha hecho nada malo y ha tenido el buen gesto de acompañar a este pobre anciano.
-¡Pero es un pirata!
-Clione. -El viejo Hisao miraba a su nieto con dureza, el joven chasqueó la lengua y se cruzó de brazos.
-Está bien.
-Bien, ahora vayamos a la villa y esperemos a que los marines recojan el dinero de este mes. Lo siento Karen-chan, pero será mejor que no vayas por la villa. -Esta se cruzó de brazos.
-En realidad, estaba pensando en hacer lo contrario. -El anciano levantó las cejas.
-Pero Karen-chan, los marines...
-Lo sé, no te preocupes ojichan. Mi tripu... -Karen se corrigió. -La tripulación con la que viajo en estos momentos tiene que estar por ahí comprando suministros.
-Está bien entonces, por favor síguenos.

Los tres caminaban en dirección a la villa, Karen y el anciano iban delante mientras Clione estaba detrás de brazos cruzados, lanzándole dagas con la mirada a la espalda de la chica.
-Disculpa la actitud de mi nieto Karen-chan, no le agradan los piratas.
-¿Huh? ¿Por qué?
-Porque unos estúpidos y mugrientos piratas asesinaron a mis padres. -Interrumpió el chico. Karen se giró hacia el muchacho que la miraba con rabia y luego hacia el anciano.
-Lo siento.
-No te preocupes Karen-chan, no lo sabías. -La chica asintió.
-Lo siento ojichan pero tengo que preguntar... ¿No te molesta que yo...
-Oh por supuesto que no. -La interrumpió el anciano. -Creo firmemente que no todos los piratas son malos, al igual que no todos los marines son buenos.
-Los piratas dan asco y los marines saben qué hacer por el bien de los ciudadanos. -Volvió a interrumpir Clione, su abuelo suspiró.
-Lo siento Karen-chan.
-No es nada. -La chica se giró de nuevo a ver al chico y luego volvió a mirar al anciano. -¿Podrías hablarme más sobre la capitana Aika?

Después de las explicaciones del anciano hicieron el resto del camino en silencio, ya habían entrado en la zona este y habían pasado el pequeño bosque para dar paso a una colina de flores rojas con la villa a la distancia, los tres se pararon en la entrada de esta.
-Ya hemos llegado, deberías esconderte Karen-chan.
-No te preocupes por mi, ojichan. Tengo que ir a buscar a mis compañeros así que nos separamos aquí, gracias por el paseo. Ja nee. -Y sin nada más que decir la chica se convirtió en aire y desapareció de la vista.
-Tsk, fanfarrona. -Dijo Clione. El anciano se quedó mirando al punto donde antes había estado la joven, sumido en sus pensamientos.

Karen había vuelto a aparecer en medio de un callejón para no asustar a nadie, había estado dando vueltas por toda la villa y no había ni rastro de los chicos o Law, estaba a punto de darse la vuelta y volver al submarino cuando escuchó unos gritos a lo lejos.
-¡No por favor! ¡A mis hijos no! -Karen se giró y vio a un hombre de rodillas enfrente de unos marines, el más cercano al hombre tenía a dos niños pequeños cogidos por el cuello de la camisa, los pequeños lloraban llamando por su padre. La gente de alrededor veía la escena aterrorizados y nadie era capaz de decir ni de hacer nada.
-Esto es lo que pasa cuando no pagas la cuota mensual. -Le decía. El hombre se levantó y fue hacia él para agarrar a sus hijos.
-A mis hijos no... ¡A mis hijos no! -El marine le dio una patada en el pecho, asqueado, y estaba a punto de propinarle otra cuando alguien le paró.
-Espera. -Al fondo del grupo apareció una mujer, esta tenía una larga melena rubia y llevaba una chaqueta típica de los capitanes de la Marina, un látigo descansaba colgado de su cinturón.
-Capitana Aika.
-Deja a los niños. -El marine dejó a los niños en el suelo y estos corrieron hasta su padre.
-Gracias, gracias. -Lloraba este abrazando a los pequeños, la capitana Aika sonrió mientras se acercaba al hombre, quitándose uno de sus guantes de cuero.
Karen dio un paso hacia delante instintivamente, algo de esa mujer no le daba buena espina y si no se equivocaba esa era, según el anciano, la causante de todo y la que tenía un poder extraño. La pelinegra se estaba acercando peligrosamente al grupo de marines y ya era cuestión de tiempo hasta que alguno notara su presencia, antes de dar un paso más alguien la agarró del brazo para pararla.
-Karen. -La chica bajó la vista hacia su brazo y vio una mano tatuada que la agarraba.
-Law, te he estado buscando por todos lados.
-No hay tiempo para hablar, vamos. -Aún sin soltar el agarre de la chica, Law los condujo hasta un callejón alejado, una vez ahí soltó a Karen y ambos se miraron.
-¿Dónde te habías metido? Saltaste del submarino sin avisar, la isla está llena de marines y hemos estado buscándote todo el día. -Dijo el cirujano enfadado, la chica abrió la boca para contestar pero un fuerte grito de dolor la interrumpió. Ambos pelinegros se asomaron por el callejón y vieron al hombre de antes retorcerse en el suelo mientras gritaba y a sus hijos a su lado llorando mientras la capitana Aika estaba de cuclillas enfrente de él, sonriendo.
-Pero qué... -Karen no sabía que había pasado pero estaba pensando en volver ahí y ayudar al hombre pero Law, que había visto las intenciones de la chica, la volvió a parar agarrándola esta vez de la mano.
-Karen, no. -Le dijo.
-Pero...
-Lo siento buen hombre pero este es tu castigo por no pagar lo que te tocaba este mes -dijo de repente Aika -no te mataré esta vez delante de tus hijos solo porque hoy me he levantado de buen humor, pero quiero el doble de ganancias el próximo mes, ¿me has entendido? -El hombre ya había parado de retorcerse de dolor y se estaba incorporando, sus hijos se tiraron encima de él y le abrazaban.
-S... sí.
-Bien, vámonos. -La capitana se incorporó y se dio la vuelta para irse del lugar con sus subordinados siguiéndola. Cuando desaparecieron de la vista Karen y Law volvieron a meterse en el callejón, la chica tenía el ceño fruncido y no hacía nada más que preguntarse que qué había pasado.
-Law -la chica paró antes de continuar dándose cuenta de algo que hizo que se sonrojara levemente por debajo de sus pecas -esto... ya puedes soltarme la mano. -El cirujano que no se había dado cuenta que aún tenía la mano de la chica entre la suya se la soltó rápidamente y después de carraspear esta volvió a hablar.
-¿Dónde están los chicos?
-En el submarino, acabamos las compras y volvimos pensando que tú también estarías ahí, pero al ver que no estabas he venido a buscarte antes de que te metas en un lío, o peor, que nos metas en un lío a todos. -La pelinegra puso los ojos en blanco.
-Sé cuidarme sola.
-No lo parecía hace unos minutos. -Karen arqueó una ceja.
-¿Ooh? Así que sí que estabas preocupado por mi, ¿eh?
-Como ya he dicho antes, no quiero que nos metas en un lío.
-Déjate de excusas Law. -Le siguió molestando la chica, este simplemente la ignoró.
-Hemos decidido sumergirnos a la orilla de la isla y esperar a que el Log Pose se ajuste para partir a primera hora de la mañana.
-¿Qué? No podemos hacer eso. -Se quejó la muchacha.
-¿Y eso por qué?
-¿Acaso eres ciego? -Law levantó una ceja irritado. -La situación en la isla es inviable, tenemos que hacer algo.
-Ese no es nuestro problema.
-Oh venga ya, no seas así Trafalgar. Esta gente necesita ayuda, he conocido a un anciano que me ha explicado lo que ocurre y me ha pedido ayuda. Tenemos que hacer algo.
-Karen, somos piratas. Piratas conocidos, tú la que más de hecho, tenemos que centrarnos en llevar a cabo nuestro trato si no todo esto va a ser una pérdida de tiem...
-Law. -Le interrumpió la chica. Esta miraba al cirujano seria, se había cruzado de brazos y comenzaba a enfadarse. -No pienso irme de aquí hasta que no ayudemos a esta gente, y si quieres mi ayuda para conseguir tus propósitos vas a tener que ayudarme. -Law también comenzó a enfadarse.
-Siempre puedo llevarte por la fuerza.
-¿Oh? Me gustaría verte hacerlo, el truquito del corazón no te funcionará dos veces. -Le retó la chica. Ambos se quedaron mirándose durante unos segundos pero finalmente Law chasqueó la lengua y suspiró.
-Está bien. -Karen sonrió.
-Gracias Law, sabía que lo entenderías.

El Destino no Existe (Trafalgar Law x Lectora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora