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7. Adiós




"Cierra tus ojos que cuando despiertes volverás a renacer. Prepárate, y vivirás lo que has estado destinada a ser"
—TIME.





—Te voy a extrañar... Mucho —añadí después del fuerte abrazo que mi tía me dio por última vez.

Sus manos acomodaron mi cabellera, como era costumbre en cada mañana de Kansas cuándo salía a trabajar, iba a echar de menos ese hábito en ella.

Nos encontrábamos en el Hangar que hace días había conocido, pero esta vez no estaba tan vacío como antes. Todos usábamos uniformes blanco, las mujeres fueron asignadas con un vestido largo y suelto, mientras que los hombres llevaban un polo y unos pantalones.

Desde ya se comenzaba a notar las divisiones que habían implementado, como por ejemplo, los pasajeros de base D iban acompañados de la base E, estos serían los últimos en abordar. Mientras que los de base C y B, donde me encontraba yo, iban después de la base A este era sólo un grupo y ahí se encontraba a los que Newt se refería como los de traje. Ellos ya habían abordado mucho más temprano, hasta algunos de ellos  estaban en la misma nave antes de que yo llegara, como el doctor me lo había explicado el primer día, solo que sin esta pequeña información detrás.

—Yo también te extrañaré, mi niña —mencionó mi tía con debilidad. La fila avanzaba más rápido de lo que yo creía, ella lo noto, así que me dio un tierno beso en la frente —Adiós.

—Se que te volveré a ver, espérame —añadí soltando la última lágrima que me quedaba por ella. Mi tía asintió, limpiándose aquellas lágrimas.

Sus manos sostuvieron las mías, hasta que tuve que seguir avanzando y ya no volví a sentir su agarre. La miré por última vez, por consiguiente le di la espalda, siguiendo mi camino.

No volví a mirar atrás, no quería hacerlo, porque sería capaz de dejarlo todo y sabía que mi tía no me lo perdonaría jamás.

Newt estaba mucho más atrás que yo, por lo que probablemente se esté despidiendo de ella también. No sólo el dolor de mi pecho se debía a que una parte de mí corazón se quedaría aquí en la tierra, si no también todas esas vidas, esas esperanzas vivas que se irían con el mundo, y que ahora se encontraban rodeando el parámetro, algunos pidiendo ayuda, otros eufóricos y llenos de odio hacia la gente que llevó a cabo todo este proceso, y muy pocos los que apoyaban el programa.

—Señorita Brand, es su turno —dijo una de las mujeres que me tendió su mano ayudándome a subir.

Ya no sentí los rayos del sol chocando contra mi piel cuando visualice lo que tenía enfrente, era todo un pasillo largo con las luces blancas que alumbraba el lugar, hasta llegar a un cuarto donde yacían varias cápsulas en filas, algunas en proceso de ser cerradas y otras ya se encontraban listas.

Estaba de pie frente a aquella cápsula donde pasaría lo próximos cinco años, respire profundo, sacando de mi pequeño bolsillo del vestido, aquél broche que el doctor me regaló, no sabía si llevarlo en mi cabello por lo que simplemente lo traía entre mis manos. Un collar con la foto de mi madre, mi hermano y mi tía, era lo único que lucía. Volví a guardar el broche cuando la mujer me indico que entrara a la cabina.

T I M E » S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora