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39. En otra vida




"¿Qué sería del humano sin el dolor?"
—TIME






Una semana antes


—¿Qué es? —preguntó Neith encogiéndose entre las sábanas mientras veía cómo Shawn volvía a ella con una caja algo pesada y larga entre sus manos, colocándolo encima de la cama.

—Lo estuve guardado desde el día que supe que vendría aquí yo solo —mencionó con suavidad, encarnando una pequeña sonrisa hacia su amada mientras se sentaba a lado de ella —No lo he abierto, hasta hoy.

—Hay que averiguarlo —animó la mujer con una sonrisa que lo contagio al instante.

Shawn era consciente de lo que había en aquella caja, tuvo varios escenarios donde él pudo haberlo abierto a su placer pero fue esa mañana donde se sintió listo para proceder. Y aunque el castaño no era alguien muy risueño, cuando lo era, volvía a verse así mismo como ese niño de sueños inquebrantables, que había muerto hace muchos años pero que cuando volvía a la vida era un destello de felicidad para Shawn y aunque aquello lo consideraba una debilidad, siempre procuró no mostrarse de esa manera hacia nadie más que sólo él, hasta que llegó a alcanzar esa primera luz de esperanza.

Neith.

—Una guitarra —mencionó la chica sorprendida ante el brillo de lo nuevo que reflejaba aquel objeto hecho de madera.

Shawn sostuvo el instrumento como si fuese tal obra de arte jamás conocida, posándolo encima de sus piernas y acomodando sus manos en ella. Al igual que Neith, los dos miraron aquel objeto totalmente estupefactos.

—¿Cuándo fue que la compraste? —cuestionó Neith, observando como el castaño quedó enamorado del instrumento.

—En tierra, se la compré a un hombre que estaba por cerrar su negocio debido a lo que acontecía. Fui su último cliente creo yo. —contestó, repasando las cuerdas con las yemas de sus dedos —No quería guardarla solo en un estuche así que la coloque en esta caja especial.

Neith asintió, colocando su dedo índice en la base de la guitarra sintiendo lo liso de está. De pronto, volvió a mirar hacia Shawn, ocurriéndole una idea.

—¿Por qué no tocas algo? —preguntó entusiasmada, acercándose más a él.

La sonrisa de la mujer se desvaneció al ver cómo el hombre lo hacía también. Preguntándose que había hecho mal, Shawn la vio y le dio una sonrisa rápida pero melancólica para que así dejara de sentirse mal.

—Lo olvidé, corazón —susurró —Mi padre me prohibió utilizarla desde que tenía ocho años, decía que era una distracción.

—Puedes volver a aprender —reconforto la ojiverde elevando las cejas mientras esperaba la respuesta del hombre.

—Con el tiempo que tengo me es imposible, lo sabes —dijo él hacia ella que después de unos segundos, asintió rendida —Pero solía practicar con mi madre. Tal vez no recuerde como hacer una armonía completa, pero con los simples acordes que se, puedo recordarla a ella, por eso lo compré.

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