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27. Historia





—Neith, entra. —dijo Shawn abriendo la puerta de lo que al parecer era su habitación —. Garret, toma un descanso, te llamaré luego.

Mi pecho dolía, apenas logre escuchar como Garret se despedía y el cierre de la puerta. Escuché el llamado de Shawn detrás mío, una, dos y con el tercero parecía tener un tono preocupante.

—Ven, siéntate. —susurró.

Tomando mi mano, me llevó hasta el sofá, haciendo que me sentera en este. Mis manos sudaban un frío aterrador, mis músculos se tensaron, tanto que los dedos de mis manos se empezaron a contraer por si solos. El aire parecía ser espeso en mis pulmones, no me di cuenta de mis sollozos hasta que sentí el toque de Shawn en mis manos, oyendo sus llamados.

—Neith, Neith, escúchame, necesito que respires. —me dijo estando en cuclillas delante mío, sosteniendo de mi mejilla para que pudiera mirarlo —Mírame, ¿Puedes hacerlo?.

Trague saliva, asintiendo inmediatamente. Sus ojos acaramelados se hacían un poco borrosos debido a las lágrimas que aún traía conmigo. Intenté respirar como dijo, mientras él me acompañaba al compás, inhala y exhala, durante el proceso no se detuvo en dar masajes a mis manos que poco a poco dejaron de estar tan tensas y rígidas.

—Me duele... el pecho. —dije, consiguiendo hablar un poco.

—Sigue respirando, te prepararé algo. —susurró, viéndome un poco más relajada, dándome uno de los cojines para que pudiera abrazarlos.

Shawn se levantó, caminando hasta la cocina que estaba a lado de nosotros, colocando una taza de mármol y llenando el recipiente con un poco de agua tibia.

Mientras lo hacía, mi mente parecía no querer esperarlo, pues empezó a hacerse las preguntas que más me atormentaban. Agradecí que antes que comenzará aquellos pensamientos, por fin había terminado, sintiendo su peso llegar hacia el sofá.

—Toma esto, te ayudará. —indicó, dándome un pequeño giro a mi izquierda, tomando la taza que aliviaba el frío de mis manos —. Es té de lavanda. —añadió.

—Gracias... —murmure antes de darle un pequeño sorbo.

Olía muy bien, y mi garganta agradeció por aquél líquido tibio, ya que todo en mí pareció haberse congelado en milésima de segundos.

—¿Es la primera vez que te sucede? —cuestionó.

Di un sorbo más, evocando los momentos en que no había día en que me sucedían aquellos episodios. No los había recordado por un buen tiempo hasta hoy.

—No, no había pasado desde mis diez años. —respondí, absorbiendo mi nariz y limpiando la humedad de mis mejillas —. ¿Lo... aprendiste de alguien más? —Le pregunté con timidez, pues cuando aquello me ocurría, la primera vez nadie sabía cómo ayudarme a excepción de Shawn.

—Yo los tuve. —respondió sin expresión alguna —. ¿Terminaste?.

Asentí ligeramente, entregándole aquella taza mientras se ponía de pie, deshaciéndose de su saco, remangado las mangas de su camisa y poniéndose a lavar aquella taza.

T I M E » S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora