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25. Caos






—¡Quiero ver a mi hermano ahora! —exclamó Rebecca ante los guardias de la entrada.

La mujer llevaba más de quince minutos gritando aquella misma oración. Había llegado una notificación hacia su piso de parte del parlamento, donde debía de estar en unas horas para ser parte del juicio en el cuál su hermano se encontraba involucrado.

Rebecca no sabía lo que sucedía, por ello fue a buscar a su prometido. Siendo una búsqueda fallida pues no se encontraba en su habitación ni tampoco en su oficina.

Acabando con su alarmante desesperación en el único lugar donde jamás imagino querer entrar. Al ser parte de aquella élite sabía que involucrar a alguien en un juzgado era llamar a la muerte misma, nunca pensó que Cameron estaría ahí y menos que una operación así alguna vez sucedería.

—Déjenme entrar de una maldita vez. Soy hermana del que está ahí dentro, no me pueden negar el pase, prácticamente soy dueña de todo esto. Abran esas puertas ahora si no quieren acompañarlo también. —exigió con total rudeza en sus palabras.

—Señorita Forbes, necesitamos permiso de su abogado. Es el protocolo. —mencionó uno de los guardias con recelo a la mujer que hacía un abuso de poder.

—No me importa su protocolo. —susurró, dando un paso amenazador hacia el guardia. —Déjeme ver su identificación. —ordenó, viendo como este no esperaba que ella dijera aquello. —¡Ahora!.

El guardia observó a su acompañante, quien resignado por la actitud de la rubia, le hizo una mirada rendida a su compañero para que hiciera lo que le estaba pidiendo.

El hombre entregó su identificación, recibiendo con ello la sonrisa de satisfacción de la mujer. Este solo miró a los lados, preparándose para lo que venía.

—Base E. —afirmó para ella misma en lo que había leído. —Juraba que tan siquiera fuera de la base C. Me obligaron a ser generosa con la gente de tu base, no lo seré por segunda vez, me abren pasó o les prometo que tendrán solo un pan para desayunar.

Los dos guardias suspiraron, sabiendo que sus recursos eran limitados y que no podían arriesgarse ante tal amenaza por alguien tan importante. Rebecca aún con la furia en ella, dejó caer la identificación del guardia para luego entrar al establecimiento.

Y ahí estaba Cameron. Sentado en el frío mármol con los grilletes apretando sus muñecas. Él observó a su hermana, sabiendo que estaba enojada mientras ella venía hacia él a grandes pasos para luego estampar su mano contra la mejilla de éste.

Cameron no hizo nada, pues una parte de él sentía que lo merecía, no por arrepentimiento sino la gran desventaja que ahora tenía en contra de Shawn.

—¡¿Te das cuenta en donde nos haz metido?! —exclamó enojada ante la mirada cabizbaja e indiferente de su hermano. —Tienes que decirme que ha pasado. Tu abogado no se ha puesto en contacto conmigo por lo tan deliberado que esta siendo todo esto, Cameron.

—Me lo agradecerás de todas formas. —dijo este en un tono pasivo.

—No estoy para tus indirectas dramáticas. Se claro y conciso alguna vez en tu vida. —reprochó de brazos cruzados.

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