peligro | Harry Styles #2

veintiseis

Entré dando un portazo en casa logrando así captar la atención de mi padres.

—¿Qué ocurre? — preguntó mi madre.

—He hecho algo horrible.

—¿Qué has hecho?

—Creo que he contagiado a Harry.

Se miraron entre si alarmados. 

Mi padre agarró mi brazo e hizo que me sentara en una silla con ellos enfrente mía.

—¿Qué es eso de que crees haber contagiado a Harry? ¿No te habrás quitado la mascarilla verdad?

Mis mejillas se ruborizaron y tuve que mirar al suelo.

—No ha sido exactamente quitándomela. 

Rezé porque lo entendieran sin tener que dar más explicaciones de lo sucedido.

Alcé la mirada y mis padres me miraban sin expresión alguna.

—¿Habéis tenido relaciones sexuales? — oí decir a mi padre.

Asentí avergonzada por el hecho de que ellos lo supieran.

—¿Sabes que acabas de poner su vida en peligro? — preguntó después mi madre. Volví a asentir — Amber creo que no te das cuenta de la gravedad de la situación.

—Sé lo que mis actos conllevan, ya he estado hablando con Gordon, — se pusieron nerviosos y vi cómo mi padre cogía la mano de mi madre — lo sé todo. Sé la verdad, la verdadera.

—¿Cuándo le has visto?

—Hará como una hora. Lo importante ahora es Harry, tenéis que hablar con sus padres. — cerré los ojos con fuerza — Y si es necesario yo debería estar interna junto a Gordon

Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por no hacer daño a más gente.

—Nos vamos a casa de Harry, ahora.

—Os acompaño, quiero despedirme de él. No puedo volver a ver a ninguno de los chicos, nunca más. Soy un peligro para ellos.

—Tenemos que irnos ya.

Mis padres subieron a su habitación a coger algunas cosas dejándome así sola en la planta baja.

Me miré en un espejo que había en el recebidor de mi casa y fue ahí cuando noté lo estropeado que estaba mi cuerpo.

Aquello no era una simple alergía como pensaban mis amigos. Ni siquiera sabía cómo se lo habían creído durante tanto tiempo.

Estaba pálida, las venas se veían verdes bajo mi débil piel. Tenía unas ligeras ojeras y los ojos apagados, sin brillo. Mi pelo estaba seco y había perdido mucho volumen. Mis labios estaban rotos y agrietados y con un débil color morado.

La enfermedad me hacía ver horrible.

Toqué la mascarilla. Aquel objeto significaba que me estaba pudriendo poco a poco.

Oí pasos en las escaleras.
Mis padres ya estaban listos.

Me miraron e intenté sonreír dándoles a entender así que estaba preparada para lo que estaba por venir.

Nos montamos en el coche y partimos a casa de Harry.
Por el camino comencé a pensar.
Había vivido una buena vida. No podía quejarme de ella.
Era cierto que había tenido varias caídas en el camino, pero gracias a ellas había conseguido levantarme y seguir adelante afrontándolas.

Y había conocido a los chicos.
Eran personas increíbles con personalidades muy destacables y extraordinarias.
Los amaba. Aquella era la realidad.
Ellos le habían dado sentido a mi vida.        
¿Qué hubiera sido de ella si no les hubiese conocido?
Seguiría viva, sí, ¿pero habría merecido la pena? Moriría mil veces si aquello conllevaba conocerles en todas mis vidas.