veintiocho

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—¿Te vas a comer eso? — me preguntó Gordon señalando a mi manzana.

Lo cierto era que después de haber insistido mucho y haber hecho mucho papeleo habíamos conseguido que él y yo estuviésemos juntos en una misma habitación, por lo que nos habían trasladado a una más espaciosa dos plantas más arriba. La habitación 605.

Se la pasé y empezó a comérsela.

—Hoy vendrán mis padres, ¿vale? — le dije.

—De acuerdo, está bien tener un poco de compañía de vez en cuando.

Y aquello era verdad. Estábamos completamente solos casi siempre. Mis padres trabajaban y tenían que viajar y los de Gordon, bueno, nunca supe a qué se dedicaban ellos, sólo que venían siempre que podían. A él nunca le gustaba hablar de ellos, le habían hecho mucho daño tiempo atrás, siempre agradecía que le visitaran pero no le veía feliz al ciento por ciento. Es decir, al estar en un hospital nunca se está feliz, a no ser que hayas traído a un hijo al mundo, pero, dentro de lo que cabía, él no lo era.

—¿Has sabido algo de los chicos?

—Siguen mandándome mensajes preguntándome dónde estoy, como tú solías hacer antes de encontrarme. Solo que ahora también me preguntan si sé lo de tu enfermedad. — contestó.

Comprendía que ellos estuviesen preocupados por mí, enfadados incluso. Pero debían superar que me había ido y me iría, debían olvidarme lo antes posible.

De quien estaba más preocupada era de Harry, no sabía cómo le iba con el tratamiento, no me hubiese perdonado jamás el haberle matado, porque aunque la enfermedad fuese la que le quitaba la vida, yo se la había entregado libremente.

Una de las pocas cosas que me apetecía hacer en los últimos días era ver la sonrisa de Louis.

—¿No quieres que ellos vayan a tu funeral?

Me miró con el ceño fruncido.

—Ellos irán a mi funeral, al igual que tú. Cuando llegue el momento lo sabrán todo. — miré a la puerta de la habitación, esperando que alguien entrase por ahí para darnos buenas noticias — ¿Sabes? No podemos estar aquí todo el día lamentándonos por nuestra situación, — se levantó de la cama y se acercó a la mía — ven conmigo, conozco un sitio mejor que estas cuatro paredes.

Me levanté con ayuda de él que sujetaba mi brazo y salimos de la habitación. Teníamos permiso para ir a donde quisiéramos mientras que no fuese fuera del hospital, la única condición es que debíamos estar de vuelta antes de las ocho de la tarde.

Fuimos hasta el ascensor y entramos en él. Dentro habían tres médicos y dos chicas con una vía intravenosa cada una en su brazo, pararon dos plantas más arriba de la nuestra y todos bajaron ahí.

Las puertas volvieron a cerrarse. Miré a Gordon quien miraba impaciente los números ascender. ¿A dónde me llevaba?

El ascensor emitió un sonido indicando que habíamos llegado a nuestro destino, y así fue, las puertas se abrieron dejándome ver una extensión de pequeñas piedras blancas adornadas con algunas plantas y un pequeño muro impidiendo que las personas cayeran al vacío.

—¿La azotea?

—"El mirador" para nosotros. — me corrigió — Aquí me trajo una de mis médicos en mi primera semana ingresado. Estaba tan deprimido que ella pensó que me vendría bien estar en un lugar como este, y acertó por completo. — nos acercamos al muro y apoyé mis brazos en él, todo era diminuto desde nuestro punto de visión — Nosotros somos tan grandes desde aquí y sus problemas tan pequeños. — dijo señalando a la gente que paseaba cerca del hospital.

Todas y cada una de aquellas personas tenían vidas diferentes con problemas diferentes, algunos más grandes o importantes que otros, pero al fin y al cabo eran problemas.

—Y sus problemas son tan insignificantes a comparación de los nuestros.

—Nunca hables sin saber en qué situación está viviendo una persona. ¿Quién hubiera imaginado que tú o yo habríamos acabado teniendo esta enfermedad? Nadie. Porque nadie puede controlar estas cosas, ni siquiera el Todopoderoso.

Señaló hacia el cielo y lo contempló por unos segundos. Yo por el contrario observé detalladamente aquellas vidas que caminaban sin preocupaciones. Todas tan felices. Llenas de vida.

—Me gusta este sitio. — pensé en voz alta para que Gordon pudiese oírme.

—A mí también, es un lugar muy sereno.

Miré al horizonte. Habíamos poblado todo lo que antes había sido tierra con altos edificios y establecimientos. El ser humano había arrazado con todo a su paso y lo seguía haciendo. No le importaba las consecuencias de los actos que estaba llevando a cabo.

¿Seríamos nosotros los que destruiríamos la Tierra o lo haría la naturaleza?

Lo único que podía ver era la huella del ser humano allá donde mirase. Qué triste, habíamos destruido tantas cosas a lo largo de todos los años. Poco a poco, sin darnos cuenta de ello.

—¿Crees que nos echarán de menos? — pregunté.

—¿Quién sabe? No estaremos aquí para saberlo.

—Me gustaría saber a ciencia exacta que hay algo después, no puede ser solo nacer, reproducirse y morir. Que en nuestro caso no podremos cumplir la segunda fase.

—No me interesa eso, sinceramente. Yo lo único que quería era vivir mi vida lo mejor posible, pero no he cumplido mi único propósito.

—La has vivido bien, o al menos eso es lo que a mí me parece.

Me sonrió y yo le devolví la sonrisa.

—Es bueno saber que alguien piensa así de mí.

Una enfermera apareció en la azotea e hizo ruido al entrar para así poder captar nuestra atención.

—¿Amber Thomson? — asentí — Te he estado buscando por todas partes. Tus familiares están aquí para visitarte.

—En seguida bajo. — salió y cerró la puerta dándonos privacidad — ¿Familiares? — miré confuza a Gordon — Nunca llaman "familiares" a mis padres. Simplemente dicen "tus padres están aquí".

—Ni idea.

Se encogió de hombros.

Nos fuimos de allí, pero no sin antes contemplar de nuevo las vistas. Eran increíbles y hacían que te sintieras como un gigante.

Salimos del ascensor riéndonos al recordar cuando creí que en Irlanda él era un secuestrador y le pegué con un bate en la cabeza. Muchas enfermeras y médicos nos pedían que hiciéramos menos ruido. Simplemente las ignorábamos, hacía mucho tiempo que no me reía tanto y de verdad.

Gordon abrió la habitación y se quedó parado en la puerta impidiéndome entrar. Le hice a un lado para poder ver qué sucedía y fue entonces cuando tuve conciencia de lo que realmemente estaba ocurriendo dentro de aquella habitación.

peligro | Harry Styles #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora