veintisiete

2.7K 190 9
                                    

Conforme el tiempo pasaba mi cuerpo se iba deteriorando.

Me despertaba en mitad de la noche con una fiebre muy alta y aveces con una tos horrible.

Rezaba porque todo aquello acabase pronto, de verdad que lo hacía. 

Gordon llevaba razón, sólo había sido el principio.

No había vuelto a saber nada más de Harry desde aquella tarde, había tirado mi móvil. No quería tener contacto con nadie. 

Mis padres me contaron que aquel día y los siguientes él les había rogado porque le dijeran dónde me encontraba. Los únicos que lo sabían eran ellos, Gordon y Cristina.

Lo único que sabía de Harry era que estab asistiendo a un tratamiento para la tuberculosis.

Los demás se habían enterado de mi enfermedad, Harry se lo había contado.

Antes de que tirase mi teléfono me llegaron muchas llamadas de ellos que rechacé y mensajes preguntándome porqué no les había contado nada.

Pero era demasiado cobarde. Era muy difícil decirle a mis mejores amigos que moriría.

Después de que Harry lo supiera estuve muchos días llorando. Estaba arrepentida de cómo le había tratado.

Pero era lo que debía hacer, necesitaba que me odiara.

Prefería que cuando muriera él me odiara y no me extrañase a que me quisiera y se depremiera.

Cuando me reuní con mis padres aquel día les pedí que me trajeran al hospital. Ellos se negaron al principio. Ningún padre quiere ver a su hijo consumiéndose en un hospital, pero era lo que debía hacer.

Como leí una vez "desde el momento en que nacemos, estamos muriendo."

Eso era lo que me esperaba a mí.

Tenía miedo de tener que vivir mi último suspiro. Cuando acabase todo desaparecería, absolutamente todo. Y aquello era lo que temía. No tener el control, no poder razonar, no poder ver, no poder sentir, no poder respirar, no poder escuchar, no poder meditar, no poder tener fuerza de voluntad, no poder pensar, no poder cometer errores, no poder desear, no poder reír, no poder llorar, no poder volver a verles, no poder crecer, simplemente no poder.

No quería que el final de mi historia llegase tan pronto. Estaba muy asustada y no podía controlar mis emociones.

La muerte nos rodeaba a cada uno de nosotros, sólo que el ser humano aún no se había aconstumbrado a ella.

La "muerte" era una palabra que nadie quería escuchar, pero que debería estar incluida en nuestro vocabulario cotidiano ya que era la última etapa de nuestras vidas.

No quería morir lentamente, quería que fuese rápido, no quería sentirlo, no quería más tortura. Quería estar preparada, pero por desgracia no lo estaba.

Morir para mí suponía un trauma, todo sería claridad y de repente me vería inmersa en una profunda y pesada oscuridad.

Dormir era algo parecido a  la muerte, no tenía miedo a cerrar cada noche los ojos y perder la conciencia de mi cuerpo. Era como un entrenamiento, me preparaba para morir, sólo que cuando estuviese muerta ya no podría dormir.

Mi cuerpo era la prisión de mi alma, la cual luchaba por salir de ahí día tras día.

La muerte acababa con todo, era una completa aniquilación. No sabía dónde y cuándo me esperaba. Tendría que aconstumbrarme a aquella idea.

Quería ser fuerte, pero no podía.

Era un instinto natural, la temía, no quería que llegase el fin.

No podría regresar jamás.

Mi miedo era mi sufrimiento.

No podía aceptar que todo acabara.

Sabía que algún día llegaría el momento, pero solamente quería darle la espalda a esa idea.

Pero mi carrera estaba terminando, me encontraba muy cercana a la meta.

Me gustaba cerrar los ojos y escuchar todos aquellos sonidos que pronto desaparecerían. Aquellos que nunca había apreciado pero que en ese instante admiraba.

El mundo y todo lo que habitaba en él era algo tan admirable.

Todo se había desarrollado de la nada.

Lo que en aquel momento existía había tenido un comienzo y tendría un final.

Nunca sabría si La Tierra acabaría siendo una enorme bola de fuego o de hielo. No sabría si se colapsaría siendo un caos. No sabría si un enorme terremoto la partiría en dos. Si un tornado gigante arrasaría con todo a su paso.

No sabría nada.

¿Quién me lo contaría? Nadie.

No podrían.

¿Cómo acabaría todo? ¿Seríamos nosotros los que destruiríamos el mundo? ¿O no?

Había tantas preguntas de las que no podría obtener una respuesta. Tantos momentos felices en mi vida que nunca podría tener.

Sólo quería tener una vida normal como la de cualquier adolescente tenía con mi edad.

¿Por qué tuvo que ocurrirme a mí? ¿Por qué? Eran dos de las preguntas que más me preguntaba en aquellos días.

¿Por qué tenía que morir?

peligro | Harry Styles #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora