peligro | Harry Styles #2

cinco

Quería acercarme a él, pero a la vez no.

Tenía miedo. No quería que me tratase como a una desconocida, pero por desgracia, sabía que lo haría.

—Ese es Niall Horan. — le dije a Zayn que aún se encontraba a mi lado.

—Ahora le recuerdo mejor.

Rodé los ojos y centré mi vista en él.

Este al darse cuenta de que mis ojos estaban puestos en él, sonrió nervioso y me saludó con la mano.

Mi pecho se contrajo por ese pequeño gesto. Quería ir hacia él y decirle que le quería, abrazarle y besarle. Pero simplemente no podía.

Un cuerpo se interpuso en mi campo de visión.

Harry.

Él me recordase o no siempre se interponía entre Niall y yo.

Crucé mis brazos sobre mi pecho y comencé a golpear levemente con mi pie el suelo.

Una chica corría hacia mis amigos. Cada vez iba más y más rápido.
Parecía que iba a estrellarse contra ellos.

Y pasó, pero no exactamente como creía.

La misteriosa chica saltó sobre Niall y este la atrapó y la alzó a la vez que la besaba.

Todas las cabezas giraron hacia mí. Como si ellos supiesen lo que ocurría.

Harry se interpuso más aún, tapando por completo a Niall y su... Novia.

Mis ojos se cristalizaron, quería llorar. Quería golpear a Niall. Quería tirarle de los pelos a aquella chica. Quería gritar tan alto como mi gargante lo permitiese. Quería correr. Huir de mis problemas. Quería hacer un millón de cosas.

Diferentes sentimientos se apoderaban de mi corazón.

Frustración, indignación, rencor, furia, tristeza, desolación... dolor.

Sentía un pequeño dolor agudo en mi pecho.

Me senté en el suelo y lloré.

Muchos pensarían que exageraba. Pero así me sentía.

Quería hacerme pequeña y desaparecer.

Todos los meses tras el accidente lo único que ansiaba era encontrarle. Y una vez que lo había hecho, mi mundo se derrumbaba por completo de nuevo.

Unos manos rodearon frágilmente mis brazos.

Alcé mi vista un poco y me encontré con los rostros de Louis y Harry.

—¿Quieres beber agua?

Asentí y entre los dos me ayudaron a levantarme.

Zayn y Liam hablaban con Niall y la chica.

Pasamos por su lado y mi novio, o mejor dicho, mi ex-novio, me miró fijamente.

Su mirada no mostraba ningún tipo de sentimiento.

Ni culpabilidad, ni alegría.

Harry pasó su brazo por mi cintura.

Le miré y sonreí.

Me gustaba este Harry. El Harry que se comportaba tal y como era. El cariñoso y atento.

En la tarde tenía una cita con Cristina, la psicóloga. ¿Qué le contaría? Hola Cristina, hoy he ido a averiguar información de mi novio pero al parecer ya no lo es más, ahora sale con una chica extraña. También Harry está empezando a comportarse de una manera muy tierna y me confunde.

Si mi pasada vida nunca había existido, ¿porqué todo coincidía como en la vida real? ¿Porqué los chicos se conocían entre sí? ¿Porqué tenían los mismos nombres? ¿Porqué seguían asistiendo al mismo colegio y a las mismas clases? ¿Porqué todos vivían donde yo lo recordaba? Excepto Niall.

En todas las citas con Cristina a las que asistía le hablaba de él y Harry.

Ella según lo que le contaba se basaba en que yo siempre había amado a Harry. Pero amar era algo muy grande, algo muy importante y que no se siente de la noche a la mañana.

Harry era idiota. Él me había tendido una trampa y me había ridiculizado delante de mis amigos y mi novio, que gracias a él había perdido.

—¿Te encuentras mejor?

Negué y humedecí mi nuca.

—¿Qué te ha ocurrido? — dijo ahora Louis.

Me quedé en silencio pensando qué decirle.

—No lo sé. — mentí.

Louis hizo una mueca y me abrazó.

Necesitaba urgentemente un abrazo.

Sentí otro cuerpo envolvernos y supe enseguida que se trataba de Harry.

—¡Te queremos Amber! — gritó este.

Sonreí y una lágrima volvió a correr por mi mejilla. Pero no de tristeza, sino de felicidad.

Felicidad por que ellos seguían a mi lado.

[ ... ]

—¿Cómo te ha ido? — preguntó Cristina colocando una grabadora sobre la mesa que había entre nosotras.

A ella no le gustaba escribir sobre las sesiones con sus pacientes.

—Bien. — respondí secamente.

—¿Te ocurre algo? — dijo preocupada.

—¿Porqué me habéis mentido?

Estaba cabreada.

Su cara se tornó seria.

—¿A qué te refieres?

—Ellos me recuerdan. — contesté.

—¿Quienes?

—Los chicos.

—¿Por qué lo dices?

—Lo noto, puedo sentirlo.

—Amber te estás equivocando.

—¿Por qué me sigues mintiendo tan descaradamente?

—Amber, te lo repetiré de nuevo como siempre. Todo lo que crees haber vivido ha sido producto de tu imaginación.

Me levanté bruscamente de la silla y la apunté con el dedo.

—¡¡Conseguiré pruebas y haré que todos os traguéis vuestras palabras!!

Dicho aquello salí de la sala dando un portazo.