Una luz me despertó. Pablo había subido la persiana. Miré el reloj. Las once de la mañana.
-¿Pero que haces, loco? Es muy temprano todavía - dije mientras me tapaba la cara con el edredón.
-Vamos, vamos, vamos, arriba, dormilona. Es hora de hacer cosas producentes en esta casa. ¿Has visto como está? Somos unos cerdos.
-Eres - refunfuñé bajo la manta.
-Oh vamos, no me obligues a sacarte a rastras de la cama.
-Intentalo, te dejo los huevos de corbata - le amenacé.
-Oh, lo sé. Eres capaz. Pero no lo vas a hacer.
-¿Ah, no? - me burlé de él - dame una razón para no hacerlo.
La respuesta no se hizo mucho de rogar.
-No quieres que tus hijos salgan tontos.
Me destapé un poco para lanzarle una mirada inquisitiva.
-Si maltratas a mis pequeños, cabe la posibilidad de que me los dejes un poco tocados del ala, y si estos chavales salen así - dijo mientras señalaba hacia sus partes nobles - nuestros hijos llevarán esos defectos genéticos que tú generaste.
Tardé varios segundos en procesar lo que me dijo. Cuando lo comprendí, le lancé todos los cojines que encontré. Pablo se empezó a reir y se subió encima de mi cama y empezó a saltar.
-Venga, levantate. Tenemos que ordenar esta casa.
Gruñí y me metí debajo de las mantas otra vez. Pablo me destapó y me empezó a hacer cosquillas.
Una hora después, cada uno estaba ordenando y limpiando su habitación. Teníamos puesto en el reproductor de música, Berzek de Eminem a todo volúmen. Cuando terminé con mi habitación, seguí con mi baño.
Nuestra casa tenía una distribución muy sencilla. Desde puerta de la entrada había un pasillo que conducía a un salón-comedor enorme y a la cocina. El salón y la cocina estaban separados por una barra americana. La cocina era moderna, tenía de todo. Lavadora, secadora, horno, el fregadero, una buena vitro, un microondas y una nevera gigantesca. Tenía muchos cajones y armários. En el pasillo estaba situada la despensa. Era pequeña, pero nos cabía todo.
En el salón-comedor había dos ventanales enormes, uno enfrente del otro. Estaba muy bien decorado. Sofá grande con dos sillones, todo alrededor de una mesa baja, enfrente de una tele de plasma y de estanterías. Junto a ellas, había una puerta que daba a mi habitación y al lado del sofá, la puerta de mi baño, pequeño pero muy cómodo. Justo al otro lado, estaba el comedor. Una mesa rectangular estaba en el centro con varias sillas. Enfrente, estaba la habitación de Pablo. Mi habitación y la suya, estaban al lado. Y como yo, tenía el baño justo al abrir su puerta. Después del ventanal, había otra habitación muy pequeña, que era como nuestro trastero. Ambos ventanales, daban a la calle, al igual que las ventanas de nuestras habitaciones.
Terminamos de limpiar sobre las tres de la tarde. Nos sentamos en el sofá agotados.
-Esto es lo que yo llamo, limpieza a fondo - dijo Pablo mientras se quitaba el sudor de la frente.
-No se para que pagamos para ir a un gimnasio. Si hicieramos esto todas las semanas, yo acabaría igual que Claudia Schiffer.
Pablo se rió.
-Vamos a ducharnos, nos vamos a comer lo que hemos quemado. Y luego al cine.
Levanté el pulgar hacia arriba.
-¿Pablo?
Este ya se había encaminado hacia su baño, se giró hacia mí. Exendí los brazos y pusé cara de pena.
-Ayuda, por favor.
Negó con la cabeza, pero aún así me ayudó a levantarme.
-Que vaga eres.
-Y tú débil. Sucumbes a mis encantos femenínos con facilidad.
Se empezó a reir y se fue a duchar.
-Y rapidíto, que tengo hambre.
Dos horas más tarde, estabamos en el aparcamiento de un centro comercial.
-No sabes conducir - dije mientras buscaba donde aparcar.
-Como si tú lo hicieras mejor.
Tambolireó los dedos encima del volante. Me fijé en sus manos. Me gustaban mucho. Eran tan delgadas y fuertes y tenía los dedos largos y finos.
-¡Lo encontré! - dijo mientras metía otra marcha y condicía hacia donde iba a aparcar.
-Podrías ser pianista o guitarrista - dije en voz alta.
Pablo se me quedó mirando con los ojos muy abiertos.
-¿Perdón?
-Es que tienes los dedos muy largos. Y los guitarristas y los pianistas los tienen como tú.
Soltó una carcajada.
-Si tú lo dices...
Lo miré mal. Cuando salimos del coche, llegó el momento de elegir donde ibamos a comer/merendar.
-Yo quiero ir a esa pizzeria nueva que abrieron al lado de la fuente - propuso Pablo.
-Pues yo quiero ir a ese restaurante italiano. Si pudiera, me casaría con su comida - dije mientras le miraba - te queda muy bien esa camisa. ¿Cuándo la compraste?
-Es la que me regalaste tú para mi cumpleaños.
-Ya decía yo que estabas muy guapo. Eligiéndote yo la ropa...
Mientras se reía, me cogió por el cuello con su brazo. Estuvimos discutiendo en donde comer y al final decidimos ir a la pizzeria, porque era nueva.
-Pero que conste que lo hago en contra de mi voluntad - protesté.
Pablo puso su brazo por encima de mis hombros y me dió un beso en la sien.
-Claro que sí, enana. Que sepas que también pienso que estás muy guapa con esa camisa, te queda demasiado bien.
Esta vez, me reí yo.
La tarde trancurrió sin ningún incicente. Nos estuvimos poniendo al día, ya que a pesar de vivir en la misma casa, no coincidíamos mucho. Nos peleamos por la película, pero lo hicimos para picarnos, porque en realidad queríamos ver la misma, una película de miedo que la gente decía que estaba muy bien.
Al final del día, llegamos muy cansados pero contentos, porque nos lo habíamos pasado muy bien. Me había asustado un poco la peli, pero no había dicho nada, porque Pablo se burlaría.
Me dormí un rato más tarde, pero me despertó un ruido raro. No me moví. Ví una sombra acercarse y grité. Le pegé una patada.
-Idiota que soy yo - dijo Pablo mientras me sujetaba la pierna.
-Gilipollas, casi me cago.
-¿Casi? Huele un poco raro por aquí - le volví a pegar mientras se reía.
-Pablo...
-Dime enana
-¿Puedo dormir contigo? Es que la película sí que me dió un poco de cague.
Se rió.
-Duermo yo contigo. No te va a pasar nada, pequeña.
-Te ha gustado mi cama - dije mientras se metía en la cama y me colocaba como la noche anterior - pero no te la pienso ceder.
Le sentí reirse detrás de mí.
-Hasta mañana, Vane.
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Perro Callejero (WWE fanfic)
FanfictionNo se sabe mucho acerca de Vanessa. Es testaruda, agresiva, insegura, pero tiene claras sus prioridades. Vive con un amigo de la infancia en EEUU. Su vida cambia cuando conoce a uno de sus luchadores favoritos. Le gusta mucho su forma de hablar, cam...