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Por unos minutos me mantuve encerrada en el baño dirimiendo si mi ropa era la correcta, si mantener el pelo suelto y mojado era una buena opción y si haber preparado canelones de verdura, ricota y pollo le gustaría.

Para cuando escuché unas risitas femeninas, intuí que las cartas estaban echadas: ya no había vuelta atrás, Vanesa estaba en mi departamento a punto de ser presentada oficialmente como la novia de mi mejor amigo.

Inspiré profundo, me di aire y arenga y escapé del baño frontándome las manos, rogando que todo saliera lo más perfecto posible.

― Hola, ¿cómo estás? ¿Así que vos sos la famosa Vanesa? —locuaz, quizás en demasía, me acerqué a la chica y le di un beso. Las fotos de la web no le hacían justicia a su belleza en absoluto. Era delgada pero fibrosa. Un vestido ceñido a su cuerpo eran causal de delito. Era ilegal salir con ese físico a la calle.

― Y vos, la famosa Mani —se la notó forzada en la respuesta. Yo no le caía bien, me acababa de dar cuenta con solo un movimiento de su cuerpo.

Un silencio nos embebió para cuando hábil y perceptivo, Matías la tomó por la mano y se la llevó rumbo a la terraza, tal vez, para hablar de la primera impresión que yo le había causado.

Preparando la mesa, coloqué los cubiertos a cada lado del plato de sitio y encendí unas velas pequeñas. Dolorosamente, yo armaba este circo para homenajear a la nueva , y aparentemente definitiva, conquista del amor de mi vida.

Tras regresar  al departamento, Vanesa se excusó para ir al baño en tanto que Matías se acercó y susurradamente me entregó un gentil "gracias". Yo sonreí fingiendo complacencia. Nada me disgustaba más que esta puesta en escena.

Parapetado frente al enorme ventanal que daba a la terraza, él empinó una copa de vino blanco pensando quién sabe en qué cosa mientras que yo revisé que todo estuviese listo...listo para comenzar con el velorio de mi corazón.

Loft - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora