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Esquivándonos como dos inmaduros, el fin de semana ni siquiera lo pasamos juntos abriendo los huevos Kinder de pascua que nos regalábamos para estas fechas. Sobre una de las repisas de madera de mi pieza, descansaban los muñequitos sorpresa que venían dentro, en meticuloso orden.

Ella había estado atareada haciendo huevos para regalar a sus comensales mientras que yo me iba a caminar, a preparar con anticipación los exámenes de fin de cuatrimestre en el cafetín de siempre y a pensar en cómo seguir adelante con esta terrible situación.

Esperando a Vanesa el domingo por la noche en Aeroparque, un soplo de aire fresco me reconfortó.

― Quiero dormir con vos —adujo frunciendo la nariz, en la puerta de su casa.

― Ya tendremos tiempo. ¿Te gustaría acompañarme a ver algún departamento esta semana? Tengo tres apalabrados.

Ella se sonrió, entusiasmada.

― ¡Por supuesto!¡Me encantaría!

Promesas de encuentros durante la semana, regresé a mi casa muy tarde, encontrando a Mani sentada en una de las banquetas de la cocina, jugueteando con algo sobre la barra.

― Hola...felices pascuas ...—exhaló extendiendo la mano con el huevito de chocolate, fiel a nuestra tradición.

― Yo...no...—me sentí en falta. Ella se esmeraba por continuar con algo que se había quebrado y yo no podía dibujarla.

― Ya sé que no compraste nada. Lo único que me importa es firmar las pipa de la paz.

Su ocurrencia me sacó una sonrisa.

― Esta semana defino lo del departamento. Me va a acompañar Vanesa.

― Está bien, ella es la indicada —sus labios se cerraron con culpa y yo solo levanté mis hombros.

― Está bien, ella es la indicada —sus labios se cerraron con culpa y yo solo levanté mis hombros

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Loft - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora