32

723 154 22
                                    

― ¿De dónde venís así pintadita? —en tono disgustado, Matías me preguntó.

― De una cita —lo desafié.

Y lo que continuó no fue nada agradable.

Tontos reproches, una actitud disconforme de su parte en cuanto a la postura que yo mantenía con respecto a la intimidad de mi situación sentimental y palabras hirientes, fueron el corolario de una noche para el olvido.

Dando un fuerte portazo me arrojé sobre la cama, a llorar como carmelita. Mi cita no solo había resultado ser un desastre sino que además, me enredaba poco a poco en mi barro de mentiras.

Asegurándome que él ya no estaba en casa fui al baño, arrastré mi espeso maquillaje y me di una ducha caliente. Llorando bajo el agua, deseé borrar la imagen de mi amigo enredando sus manos en mi cintura, durante el cumpleaños de Zoe.

Más cerca que nunca de su cuerpo, siempre me había mantenido a raya y mentir no significaba problema...hasta ahora. Hasta este momento en que vi que él estaba por irse de mi lado, escurriéndose como la arena de la playa en las manos.

Debía hacer algo; mi pasividad era irritante para propios y extraños.

Vistiéndome así nomás, sin corpiño y sin ganas, me hice ovillo en el sofá. Paseando por varios canales de televisión, sucumbí al poder del sueño y me quedé dormida por un rato hasta que el tintineo de las llaves me despertó. No obstante, no fue sino hasta que se sirvió agua que reaccioné.

― No quise despertarte —dijo desde lejos.

― Está bien, igual duermo más cómoda en mi cama —lo ignoré, sabiendo cuánto le molestaba que no le diga ni mu.

De piedra se mantuvo junto a la banqueta de la cocina; resiguió mis pasos cuando me puse en puntas de pie para alcanzar un vaso y servirme agua.

Nuevamente sumergidos en una discusión sin sentido, no nos dimos tregua. Acusaciones cruzadas e intenciones de pedido de disculpas estuvieron a la orden del día.

― Cuando te ponés obtusa me sacás de quicio —reconoció, sumamente indignado por su descubrimiento.

Poniéndome a poco, poquísimo, de él, fue momento de actuar. Retruqué cada una de sus provocaciones. 

"Ahora o nunca Mani"  me dije en silencio para cuando Matías me ganó la pulseada y me arrinconó contra la mesada.

Loft - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora