Comencé a armar un pequeño bolso con lo básico para ir a trabajar. Me quedaría unas noches en alguno de los tantos hoteles que había por San Telmo, cerca de aquí.
― ¿Puedo pasar? ―Mani se asomó por la puerta de mi habitación, avergonzada.
― Si...
― Oh...te vas...te iba a preguntar si te quedabas a comer ―se la vio desorientada.
― No. No tengo hambre.
― ¿Vas a lo de Vanesa? ―metiendo las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón de jean, preguntó con ojitos tristes.
― No. Ya...ya...no estamos más juntos.
Mani parpadeó y lejos de ponerse contenta, su gesto fue de aflicción.
― Pe....pero si te ibas a ir con ella...
― Pero no. Ya me ves acá ―me señalé exageradamente, malhumorado.
― Entonces... ¿adónde vas a esta hora?
― No lo sé, pero lejos de vos, seguro ―disparé, trabando la cremallera del bolso y puteando en mil idiomas.
Mani quedó de piedra, hasta que un par de lágrimas comenzaron a rodarle por la cara.
― Te dejo solo. Necesitas privacidad.
― No, lo que necesito es una razón para quedarme...y no me las das ―soné desesperanzado.
― Es que no la estás viendo. ¡Esa razón tendría que ser yo!
― ¿A qué te referís? ―la empujé a la confesión sin vueltas.
― A que te amé desde siempre. A que te amo tanto que me duele incluso, escucharlo.
― ¿Por qué? ¿Por qué nunca antes me dijiste que me amabas?
― Porque yo nunca sería suficiente para vos.
― ¿Por qué nunca me permitiste averiguarlo?
― Porque fui, soy y seré una tonta enamorada de su mejor amigo. Un cliché total.
― Me mentiste.
― Lo sé.
― ¿Qué ganaste?
― Un corazón roto en mil pedazos.
― ¿Valió la pena ese sufrimiento?
― No podía arriesgarme a no tenerte cerca. Eras demasiado importante. Era demasiado amor el que sentía por vos. Inventé una coraza que me protegiera de tu rechazo. Yo fui como el Matías pequeño al que un día trituraron su carta de enamorado...
Negado a reconocer nuestros sentimientos, continué guardando algo más de ropa y ella se fue sollozando, dando un fuerte portazo a al salir de mí cuarto.
Revoleé el bolso en la cama, con furia, con un sentimiento aturdido y quejumbroso.
Pensando en una estrategia adulta salí de mi habitación para pedirle perdón por mi mal genio y mi maltrato, sin embargo, las luces apagadas me indicaron que ella ya no estaba. La puerta de su cuarto estaba abierta, siendo habitada solo por la noche cerrada.
Deambulando por la sala, la esperé. Una, dos, tres horas...y no apareció.
La madrugada me atrapó en sus redes y el sofá, me dio cobijo.

ESTÁS LEYENDO
Loft - (Completa)
RomantizmMani y Matías son amigos desde los 18 años y desde hace tiempo, viven juntos en un Loft reciclado que Mani heredó al fallecer su abuela. Ellos no solo comparten el departamento sino además el gusto por la comida, mirar TV los viernes por la noche y...