Capítulo 3 - Capitán América

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-Yo no aguanto estar más tiempo ahí -se quejó Pepper, alzando las manos y completamente desesperada, cuando se la encontraron de camino.

Bruce y Elia se miraron, extrañados, pero siguieron adelante. Cuando entraron en la sala vieron a Rhodes de pie, hablando con unas personas que estaban en la sala en forma de hologramas, todos ellos sentados en una mesa. Era algo extraño, pero tremendamente increíble. ¿Todo eso era obra de su padre? No le había contado nada sobre eso, quizás porque aún era algo complicado, pero esperaba que cuando volviese le explicase cómo funcionaba.

-La hija desobediente del señor Stark -dijo uno de los hombres, el que parecía ser el líder, cuando la vio.

Elia se cruzó de brazos y alzó las cejas, tratando de contenerse. No sabía quiénes eran esas personas y no quería meterse en líos, aunque ese hombre estaba pidiendo a gritos que le dieran un puñetazo en la mandíbula. Bruce la tomó del brazo, tratando de sujetarla, y la llevó a la otra punta de la habitación, donde había un par de sillas.

-Señor Secretario, ¿podemos retomar la conversación? -Rhodes sonó molesto.

A partir de entonces, a Elia le dio igual lo que estaban hablando. Ya había oído hablar de ese hombre, era un tipo peculiar,  y no le caía bien: él era el culpable de que los Vengadores se hubieran dividido. Con razón su instinto le había pedido golpearle, lástima que fuese un holograma.

La conversación entre Rhodes y el Secretario de Estado se retomó, aunque Elia apenas le prestó atención. Cada vez que ese hombre hablaba, ella no hacía más que resoplar, ofendida por las estupideces que estaba diciendo. Ahora entendía por qué Pepper se había marchado de ahí, deberían haber hecho caso de sus advertencias.

-Señor Secretario -dijo de pronto una voz desde la puerta cuando la conversación comenzaba a ponerse tensa. 

Elia alzó la vista, viendo a un hombre rubio y con barba. Frunció el ceño, extrañada de que un desconocido hubiese entrado de esa manera en la sala, pero entonces comenzó a fijarse en su traje y tuvo que agarrarse con fuerza a la silla de la impresión: ¡era el Capitán América! No podía creerse lo que estaba viendo, eso era mil veces más increíble que los hologramas de su padre, ¡el mismísimo Capitán América estaba en la misma sala que ella y estaba haciendo enfurecer al señor Secretario con sus palabras! Cada vez tenía más claro que ese hombre era su superhéroe favorito, sin lugar a dudas. 

Además, no estaba solo.

Junto a él estaba una mujer también rubia y de pelo corto, de apariencia amenazadora, capaz de dispararte en la cabeza sin remordimientos, algo que tan solo había visto en Nat... ¡Nat! Obviamente era ella, su cara no había cambiado, pero el pelo la había despistado completamente. Le gustaba mucho más como le quedaba el pelirrojo, pero de rubia también estaba muy guapa. Además, tenía muchas ganas de verla de nuevo y le encantaba que hubiera llegado justo en ese momento. El señor Secretario estaba enfadado, no solo por las palabras del Capi, sino porque dos de los principales fugitivos habían llegado a interrumpir la reunión y ni siquiera se ocultaban.

Tras ellos aún había más personas, aunque trataban de mantenerse al margen. Fijándose bien fue capaz de identificar a Visión, apoyado sobre un chico con una extraña armadura, mientras que a su lado iba una mujer joven, muy guapa, y con ropa de civil: Falcon y Wanda, o al menos eran las únicas personas que le encajaban en la descripción. Ambos también eran perseguidos por la justicia, otro motivo más para enfurecer al señor Secretario y para hacerla sonreír.

-Y si intenta interponerse, lucharemos contra usted -terminó de decir el Capitán América.

El holograma del Secretario se dio la vuelta, mirando directamente a Rhodey, enfurecido.

El Guardián no olvida [Peter Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora