Capítulo 17 - La familia nunca te abandona

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Había pasado el tiempo, más rápido de lo que Elia se había imaginado, y ya estaba volviendo a Nueva York para la boda de Pepper y Tony.

Los primeros días en Wakanda fueron duros, especialmente la primera vez que pisó el laboratorio y vio el lugar donde Shuri había desaparecido. Ahora había una placa en el suelo, una especie de tumba, indicando lo que allí había ocurrido. Elia lloró sin poderlo evitar, era muy triste saber que todos habían muerto y no tenían un cadáver que enterrar. No les quedaba más remedio que hacer esa especie de homenajes, como el falso funeral que había celebrado el vigilante del estadio cuando fue con Steve. Thanos había destruido el mundo completamente.

Poco a poco, Elia se fue acostumbrando a estar allí y, aunque tuvieron que pasar un par de semanas, consiguió entrar al laboratorio sin llorar. Tal y como le había dicho Okoye, el tutor que me habían asignado le enseñaba todo, hasta el último detalle de la tecnología wakandiana. El temario era denso y amplio, pero iban avanzando, asegurándose de que la chica tuviese claro todo.

Aún le quedaba mucho por aprender, pero no podía omitir la boda de su padre, especialmente cuando Pepper le había hecho ir unos días antes para ayudarla con los últimos detalles. Lo único malo era que no sabía exactamente cuando iba a volver a Wakanda, tenía que ayudar a Nat a reinstalar los programas y, por lo que había hablado con ella, durante esos tres meses habían hecho unas cuantas investigaciones. Todo apuntaba a que, por fin, iban a tener su primer caso.

-¡Nat! -exclamó al bajar del jet, abrazándola.

-Cielo -respondió ella, espachurrándola-. ¿Y esa ropa?

Durante su estancia en Wakanda, Elia se había acostumbrado a vestir a la moda de allí, incluso la reina N'Yami le había regalado un par de vestidos.

-Es cómodo -se defendió.

-Pero poco funcional -la regañó.

Elia sonrió al recordar la primera vez que había ido de compras con ella.

-Ahora mismo me cambio y si quieres vamos a entrenar, ¿te parece?

-Una idea estupenda.

Elia se despidió de los guardias y observó como el jet despegaba de vuelta a Wakanda. Cargando una nueva maleta más grande que la que se había llevado, la chica subió a su habitación y organizó todo. Las cosas estaban tal y como las había dejado, incluso la caja con las cosas de su madre seguía tirada en el escritorio. La había sacado del armario antes de irse a Wakanda, la había olvidado por completo y aún tenía que revisar los cuadernos, así que la había dejado sobre la mesa para que no se le volviese a olvidar. Tenía intención de revisarla con calma, pero no pudo evitar acercarse. 

-¿Elia? -preguntó Nat, asomada a la puerta-. ¿Ocurre algo?

-No, no -negó ella, dejando el cuaderno donde estaba-. Es solo que he visto esto y...

-Es la caja de tu madre, ¿no?

-Sí -asintió-. Hay fórmulas interesantes, creo que en Wakanda podría intentar desarrollar algunas... ¿Qué pasa? -preguntó al ver la cara que estaba poniendo Nat.

-Acabas de llegar y ya estás pensando en volver -soltó.

Algo reaccionó dentro de Elia, haciéndola sentir culpable. Ella era el único apoyo de Nat y se había marchado, dejándola sola en esa gigantesca mansión, sin nadie que entendiese por lo que estaba pasando. Al querer avanzar, se había olvidado por completo de lo que ella necesitaba y, nada más regresar, seguía ignorándola.

-Nat, lo siento mucho.

-No te preocupes, lo entiendo -sonrió ella, pero Elia era capaz de leer al completo sus expresiones y solo trataba de ocultar su tristeza-. Tenía ganas de entrenar contigo, pero si quieres ver todo eso no hay problema, en otro momento.

El Guardián no olvida [Peter Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora