El Guardián no olvida [Peter Parker]

Capítulo 11 - Los desaparecidos

Había pasado una semana desde el ataque de Thanos y todo estaba sumido en el caos. Las calles aún tenían coches abandonados y algunas tiendas habían sido saqueadas aprovechando que sus dueños no habían podido cerrarlas mientras que otras directamente habían sido destrozadas. Parecía una ciudad postapocalíptica. 

Después de hablar con Pepper, Elia había visto a Happy y le había pedido que le llevase a la ciudad, donde había podido comprobar la terrible situación que Thanos había dejado por las calles. La primera parada fue la casa de Peter, donde, tras llamar a la puerta durante varios minutos, acabó forzando la cerradura, topándose así con una extraña escena. La televisión estaba encendida, al igual que la luz del salón, y la manta estaba hecha un burruño en el sofá, junto al cual había un vaso roto. La tía May no dejaría la casa así, tenía bastante cuidado, así que dio una rápida vuelta. Tal vez estaba en el baño y no la había oído, pero el baño estaba vacío. 

-No, ella no.

La única explicación lógica era que May también había desaparecido, pero no quería aceptarlo. Recorrió toda la casa, deteniéndose al entrar en la habitación de Peter. Su novio había dejado sobre la mesa un montón de cartulinas de colores del tamaño de una cuartilla y Elia no pudo evitar acercarse. Cuando lo tuvo entre sus manos, no pudo evitar llorar. Era una especie de regalo para ella, con fotos de sus distintas citas y debajo especificando el lugar donde se habían tomado. Las fotos eran muy variadas, desde ella montando uno de los legos de Ned hasta la noche en la que cenaron perritos calientes tumbados en Central Park. No entendía por qué Peter se había tomado tantas molestias, no es que fuera a ser una fecha importante entre ellos, pero así era él, detallista por naturaleza. Asumiendo que May había desaparecido, Elia se llevó el regalo, cerrando la puerta tal y como estaba, y volvió al coche con Happy.

-Ey, ¿has hablado con ella? -Incapaz de responder, Elia negó-. Entiendo -suspiró-. ¿Quieres que volvamos ya?

-No -consiguió decir, calmándose un poco. No quería llorar más y estropear el regalo de Peter-. ¿Podrías llevarme a casa de Ned?

Happy asintió y arrancó el coche. Pocos minutos después, Elia estaba frente a la puerta de Ned y, cuando la madre de su amigo la abrazó entre sollozos, entendió que él también había desaparecido. ¿Por qué todas las personas que quería desaparecían? Ahora tan solo le quedaban Pepper y Happy.

Se despidió de la madre de Ned, prometiendo regresar, y pidió a Happy que la llevase a casa de Harry. Allí, el portero le informó de que el señor Osborn había salido y no había regresado, con lo que se le consideraba también desaparecido.

-Esto es una mierda -masculló Elia cuando regresó al coche. Ahora, más que triste estaba enfadada, ¿qué derecho tenía Thanos de quitarle todo lo que le importaba?

Tras eso, volvieron a la mansión, donde Elia estuvo encerrada el resto de días. Para ella no tenía sentido volver a la ciudad, no había nada que hacer allí. ¿Tomar el aire? ¿Dar un paseo? La mansión tenía una gran extensión de terreno que podía utilizar para esas cosas, así que simplemente permanecía allí, en su fortaleza, donde muchas cosas parecían seguir igual que antes. Además, poco a poco se estaba creando una rutina y, aunque eso la hiciera volverse una niña burbuja, por el momento no quería salir de allí. El único problema era que a veces se aburría de estar en el taller, algo que jamás llegó a pensar que podía suceder, pero prácticamente pasaba allí todo su tiempo.

-Quizás se sepa algo del busca.

Nadie sabía qué era exactamente, pero junto al coche de Nick Furia habían encontrado un busca de los 90, algo extraño hoy en día, que mandaba una señal de tres colores: rojo, azul y dorado, con una estrella dorada en el centro. Ninguno sabía su significado, pero habían llegado a la conclusión de que era importante, así que lo habían trasladado a la mansión, donde lo habían conectado a una batería y estaba en constante funcionamiento y vigilancia.