Capítulo 24 - Fuerza para luchar

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Un anuncio breve: quedan 10 capítulos.

Tras un silencioso camino en autobús, llegaron a la casa de la Tía May. No era el edificio de apartamentos que Elia recordaba, sino una casa sencilla, también en Queens, que le transmitía paz. Sin embargo, para el Peter adulto eso parecía traerle muchos recuerdos.

-¿Estás bien? -le preguntó Elia al ver que se había quedado atrás.

-Sí, yo... las cosas son muy diferentes.

-Por eso son universos diferentes.

Peter emitió una breve sonrisa y siguió adelante, caminando con Elia tras él. La muchacha llevaba todo el viaje tratando de meterse esa idea en la cabeza, la revelación sobre la que debía ser la novia de Peter la había dejado pensativa, pero justificaba la diferencia en la relación con la diferencia de universos y parecía que al Peter adulto le había sentado bien su extraña lógica.

Una vez todos estuvieron frente a la puerta, Gwen, como resultó llamarse en realidad Spidergwen, llamó y esperó. Unos instantes después, una señora de pelo canoso abrió la puerta, haciendo que Elia boquease. Era exactamente igual a la tía May, esa mujer era inconfundible, pero estaba mucho más mayor de lo que recordaba. Obviamente, el Peter de ese universo era más mayor que su Peter, pero no esperaba verla así a ella.

-Aquí los traigo -saludó Gwen. Sin la máscara era una chica rubia bastante mona y alternativa. Miles había coincidido con ella en clase los últimos días, con lo que el colisionador llevaba juntando Spidermans bastante tiempo.

-Oh, Dios mío -murmuró la mujer, acercándose a Peter. Agarró ambas mejillas con sus manos, acunando su rostro-. El mundo no ha sido bueno contigo -él se quedó en blanco, incapaz de contestar-. Venid, os enseñaré al resto -dijo, soltándole y guiándoles por el interior de la casa hasta la parte trasera, donde salieron al jardín.

-Oh, una caseta de chismes -sonrió Peter-. Yo tenía una de estas -comentó mientras todos entraban dentro, pero lejos de ser una cabaña normal y corriente todo parecía ser de última tecnología.

-¿Igual a esta? -se burló Gwen cuando montaron en el ascensor y comenzaron a desender.

-Más o menos -se defendió él.

Elia quería aportar algo, Peter estaba resultando un imbécil y le apetecía devolvérsela por creído, pero esa guarida era impresionante, tanto que dejó de prestar atención a lo que decían. Había cientos de trajes de Spiderman, más de los que ella misma o su padre habrían podido idear y eso se sentía como el paraíso. Veía cientos de mesas llenas de experimentos, la atraían como si fueran imanes, y necesitaba trastear con ellos, pero cuando se dio cuenta de que no estaban ellos solos en la guarida pudo contener sus impulsos. De las paredes habían caído tres nuevos Spidermans: una especie de detective de los 50, con gabardina y en blanco y negro, una muchacha asiática con un robot habitado por una araña y, el más surrealista de todos, un cerdo. Prefirió no juzgar, ella tenía tendencia a discutir con un mapache, ¿por qué un cerdo no podía ser Spiderman en un universo paralelo? Aunque eso le hacía mucha gracia, le habría gustado conocer a su propia versión porcina. 

Tras presentarse y concretar áreas de trabajo, Elia y Gwen comenzaron a reparar el chisme que le había entregado a Miles el Peter Parker de ese universo, ya que el Peter adulto lo había destrozado. May se quedó con ellas, mostrándoles toda la equipación que había en esa guarida y haciendo que Elia se sintiese como una niña en el día de Navidad con semejante repertorio, estaba convencida de que así lograrían devolver todo a la normalidad lo antes posible.

-Ve a ayudar a Miles si quieres -le propuso a Gwen-, creo que puedo con lo que queda sola.

Gwen miró el entrenamiento. Habían decidido darle un curso exprés a Miles, el chico apenas llevaba unos días siendo Spiderman, pero lo cierto es que no lo estaban haciendo muy bien precisamente.

El Guardián no olvida [Peter Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora