Me sorprendía que la rutina en el centro médico no adquiriera monotonía, sentía que siempre habría algo distinto esperando ser descubierto. Después de todo, los seres humanos siempre guardan alguna sorpresa inesperada.Si bien realizaba los mismos procedimientos y habían pacientes fijos, otros variaban y con ellos sus historias. Me encontré escuchando las historias de muchos, cuestión que —tengo que alegar— me ayudaba a lidiar mejor con el espacio vacío de Will, algo que siempre de una u otra manera, en cierto u otro nivel, me mortificaba. No se lo había mencionado a Karen todavía, porque no se había dado la oportunidad en nuestros hilos de conversación, pero intenté guardarlo en mi disco duro con el memorando de salir a la luz cuando la viera de nuevo.
Algunos pacientes eran más parlanchines que otros, pero me asombraba la confianza que la mayoría nos demostraba. Supongo que inconscientemente asociaban a los de la rama de la salud como fuente de alivio para todos sus malestares. Y nos debían ver como una fuente confiable, si estaban poniendo su salud en nuestras manos.
—Brigitte, sabes que no puedes comer carbohidratos. Tu azúcar está en cuatrocientos y eso es muy alarmante —le dije a una chica de la cabaña de Deméter, que yacía sentada en la que Lara y yo denominábamos «la silla de examinación», donde hacíamos nuestro trabajo.
—Lo siento. Era el cumpleaños de uno de mis hermanos y comí un pedazo de torta. —La mirada severa de Lara se posó sobre ella, avergonzándola y haciéndola hundir la cabeza en sus hombros—. Un pedazo pequeño. —Su voz se redujo tanto que por poco no la escuchamos.
—Ni pequeños, ni grandes —sentenció Lara con voz tajante—. Sabes que puedes tener problemas serios si tu azúcar está muy alta.
—Perdón —dijo Brigitte, con el mismo hilo de voz.
Le lancé una mirada significativa a Lara, pidiéndole con los ojos que fuera más comprensiva. Ella suspiró, dejando el esfigmomanómetro en la canasta.
—Mira, los diabéticos deben cuidarse mucho. Pueden vivir bien si lo hacen. Pero si no lo hacen se complican y hasta podrían morir. Seguramente no querrás hacerte una herida que se infecte. Podrías perder dedos, pies, piernas, manos.
—¡Lara! —espeté, observando cómo Brigitte se ponía pálida.
Lara sonrió.
—Estaba probando tu nivel de humanidad, Nico. Y no me has decepcionado. —Dejándome pasmado, se dirigió a la chica con los hombros enderezados. Desde el tiempo que llevaba conociéndola, había admirado su capacidad de mantener siempre el control de las situaciones, aunque no lo pareciera. Ella estaba segura de lo que hacía y sabía que debía atenerse a las consecuencias, pero de alguna manera siempre parecía estar preparada para ellas. La única vez que la vi trastornada fue cuando intenté prepararla para la muerte de Will—. Brigitte, lo siento. No quiero asustarte más, pero igual debes saber que lo que dije es cierto.
—Sí... —Ella miró al suelo, los ojos llenándosele de lágrimas y los puños apretados sobre sus rodillas—. ¡No me gusta ser diabética! ¿Por qué yo? ¿Por qué tengo que vivir esto? ¡Soy semidiosa! Debería ser inmune o algo así. —Se limpió las lágrimas con la palma de la mano con furia, pero siguieron brotando más—. Ya no quiero vivir así... no es nada fácil, ¿saben? Pensar que nunca podré estar tranquila con lo que como...
—La vida continúa, querida —le dijo Lara con dulzura, poniendo ambas manos sobre su hombro mientras procedía a agacharse hasta quedar a la altura de su rostro para enfrentar sus ojos. Al parecer a los del centro médico les iba eso de poner la mano sobre el hombro de las personas para reconfortarlas (y la verdad es que funcionaba e inusitadamente me gustaba que lo hicieran)—. Ser diabética no te impide de vivirla. Solo debes vivirla con ciertas restricciones. Pero esas restricciones no deberían impedir que pueda ser maravillosa. Mira, si quieres comer algo dulce, usa sucralosa. Hay postres con sucralosa y sustitutos de harina. Puedes comer tostadas o galletas con bajo contenido en azúcar, esas no te suben mucho la glucosa. Puedes caminar, saltar y reír con libertad. No todo está perdido. Nunca lo está.

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7 days
FanficNico di Angelo experimenta uno de los golpes más fuertes de su vida: ser únicamente capaz de esperar y contar los días mientras su novio se debate entre la vida y la muerte. Son siete días con aspecto de eternidades, ciento sesenta y ocho horas forz...