Capítulo 5.

165 25 1
                                    


Todo lo que necesitas en tu vida es amor — The Beatles.


—Así que no solo eres millonaria, ¿sino que también eres la nueva dueña de la escuela? —dijo Lucía tratando de hacer un resumen de las cosas que me habían pasado en las últimas cuarenta y ocho horas de mi vida.

—Sí, más o menos así se resume todo lo que me pasó desde ayer.

—Vaya, es mucho para procesar. —Dijo Lucía de nuevo. Pero Alex no dijo mucho, solo se sentó en mi pequeño gabinete en silencio.

—¿Y qué significa eso exactamente para nosotras?

—Nada, ustedes seguirán cómo hasta ahora, la que tendrá el cambio grande seré yo. —Le dije a las dos, pero Alex apenas me miraba ahora. Intenté hacer que me mirará de frente, porque eso no era propio de ella, pero no lo hizo.

—¿Segura?

—Bueno, te prometo que veré que se les dé un jugoso aumento de sueldo a todos. —Dije riendo. Trataba de quitar la tensión que Alex había sembrado en la habitación con su comportamiento.

—Bueno eso es muy bueno, pero me refería a que tú te irás en algún punto, supongo que te ofrecieron un gran puesto y una gran oficina de lujo en el piso más alto.

—Chicas, vamos, yo jamás me iría de aquí.

—Pues deberías —dijo Alex por fin—. Si tienes la oportunidad de irte, aprovéchala y no dejes que nadie te la quité, no te detengas por nosotras, estaremos bien sin ti. —Y después se fue de la oficina.

—Pero ¿qué demonios le pasa?

—Está sentida, supongo.

—Sí, lo veo pero ¿por qué?

—No, lo sé, pero ella tiene razón, sí puedes irte de aquí para mejorar, hazlo y no dejes que nadie te detenga, ni siquiera tú misma, solo porque crees que no estás lista para ello.

—No estoy lista para ello, Lucía —dije soltando aire— mira no sé qué le pasa a Alex, pero yo no pedí esto, no lo quería.

—Creo que Alex estará bien, tiene sus propios problemas ahora, solo dale tiempo y se le pasará.

Eso esperaba.


<<>>


Después de horas, llamé a Hugo para avisarle del cambio de planes, ya que gracias al extraño comportamiento de mi mejor amiga, tuve que reajustar los planes que ya tenía.

Y tampoco es como si tuviera muchas ganas de comer algo. Así que terminé en la cafetería de la universidad, como siempre, comiendo lo que pude. Aunque más bien, solo le di un par de mordidas y fue todo. Mi estómago no pudo hacer nada más.

A las seis de la tarde, encontré a Rodrigo en el estacionamiento ya esperándome, en el asiento del copiloto iba Hugo, quién al verme se bajó y me abrió la puerta de inmediato.

—Buenas tardes, Ella, ¿tuvo un buen día? —dijo él tratando de darme una buena sonrisa, pero fracaso al final al ver que yo no tenía ganas de sonreír.

—¿Define bueno?, Hugo. —Le dije sin mirarlo de frente.

—Me dijo el señor Alfonso sobre lo que había pasado en la oficina del rector.

—Por supuesto que te dijo. —Dije algo molesta. Pero no con él, sino conmigo misma.

Me recosté en el asiento del auto el resto del camino a casa, cuando me bajé no dije mucho, solo les dije que necesitaba ir por unas cosas a mi casa y que los vería en la oficina del abogado para la lectura del testamento y la asignación de bienes.

Está vez, vas a quedarte. Bilogía: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora