Te prometo que no encontrarás a nadie como yo — Taylor Swift ft Brandon Urie.
¿Qué se pone una chica normal para ir a conocer a sus futuros suegros?
¿O son mis suegros ya?
¿Cómo debería de llamarlos?
Y es que solo hemos estado saliendo por dos semanas, dos semanas en que he visto al hombre menos de una docena de veces.
Y no es que este mal, los dos trabajamos y cada quien tiene su trabajo por separado y una vida que nos exige mucho.
Y entre los compromisos de los dos y las puestas en escena de los eventos de caridad, lo veo cada vez menos.
¿Pero cómo le explicas eso a sus padres?
Después de que Nicholas se fue de mi casa, me metí de lleno a mi clóset en busca de algo que pudiese funcionar, que pudiera dar la impresión que yo quería dar.
Aunque no estaba segura de cual pudiera ser esa.
Él dijo que solo iría a su casa a darse una ducha, cambiarse y vendría rápidamente aquí.
Eso fue hace casi diez minutos, y sabía que él no se iba a tardar mucho más en regresar, si acaso una media hora.
Y yo apenas y estaba lista.
Estaba aún en bata cuando Hugo entro, tocando la puerta primero, por si acaso.
—Pasen.
—Señorita, él señor Nicholas ya está aquí.
—¡Genial! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —había ropa por todas partes, en el piso, en la cama, hasta en la lámpara del techo. ¿Cómo había llegado eso ahí? No tenía ni idea.
—Señorita, ¿le puedo ayudar en algo?
—No lo creo, quizás, no sé... —dije hecha un desastre. Mi cuarto estaba ahora tapizado de ropa, de arriba abajo. No se cómo es que había llegado ropa hasta el techo.
¿Porque no le abre hecho caso a mis instintos cuando me dijeron que salir con un hombre era una mala idea?
Los hombres siempre vuelven todo complicado.
—Calma señorita, respiré, respiré profundamente —por primera vez en mi vida, Hugo dio dos pasos hacia mí, y me tomo por los hombros para ayudarme a tranquilizarme.
No sabía si funcionaria, no sabía si quería que me tocaran o si sería incómodo. Pero él no se esperó a que yo le diera una respuesta, pronto me tenía abrazada y colocada cómodamente en su pecho.
Respiré profundo dos veces más y cuando estuve lista me dejo ir sin preguntar nada.
—Gracias, lo necesitaba —dije sin moverme de donde estaba.
—De nada, lo sabía —dijo él sin moverse de donde estaba también por unos segundos más—. Bien, ahora que se ha tranquilizado, permítame ayudarla, siéntese en la cama
—Bien —dije yendo hacía ahí.
—El otro día la señorita Amanda trajo un par de atuendos para usted, los mande a la tintorería para quitarles el olor a tienda y cuando llegaron los guarde en el fondo de su vestidor para cuando usted quisiera usarlos, apuesto a que alguno de ellos le servirá para el día de hoy.
Observé como uno a uno Hugo reviso cada atuendo, vestidos con todo y sus bolsos y accesorios esperaban efectivamente en el fondo de mi vestidor.
Recordatorio mental, debo agradecer a Amanda y darle algo así como un buen bono por el esfuerzo.
—Dios mío, como amo a esa chica... —dije dando de aplausos en el aire.
Hugo rió frente a mí. Tomo una bolsa color caqui y luego me miro.
—Creo que este servirá —dijo trayendo la bolsa hacia mí.
Cuando abrió esta, lo supe, el atuendo era perfecto.
Le pedí que me dejara sola para ponérmelo.
En cuanto terminé me vi al espejo, totalmente complacida con el resultado. Solo esperaba que a Nicholas también le gustara como a mí.
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—¿Seguro que me veo apropiada para ir? —le dije a Nicholas después de acomodarme en el asiento delantero de su auto.
—Por supuesto, te ves más que preciosa —sus palabras lejos de hacerme sentir bien, me ponían más nerviosa, es decir a mí me gustaba como me veía.
Pero cómo reaccionaría su familia al saber que estábamos saliendo.
Esperaba que no como la mía.
En realidad, no le había dicho aun a toda mi familia de mi relación naciente con Nicholas, solo a Celine quien al enterarse soltó tremendo grito del otro lado de la línea.
Y solo lo hice porque necesitaba poder contárselo a alguien. Y porque sabía que de todas las personas en mi mundo en las que podía confiar para guardar el secreto, Celine siempre sería la primera y la única.
—No sé por qué, pero eso no me hace sentir bien aún.
—No me crees cuando te digo que eres hermosa.
—No, no eso, es que me da nervios que no le agrade a tu familia.
—Pero si ya les agradas, ¿has olvidado lo qué dijeron en el baile de ti?
—Pero ahí no éramos pareja.
—¿Así qué somos una pareja? —dijo él girando un poco el rostro hacia mí, pero sin quitar la vista del frente.
—Sabes bien lo que quiero decir —le dije sin mirarlo.
—Se lo que quieres decir, pero tienes que confiar en mí, les agradas, créeme —desde lejos, quita una mano del volate y toma la mía, que estaba en mis piernas.
—Si tú lo dices —eso fue lo único y último que le pude decir antes de llegar a su casa.
Las puertas del gran portón exclusivo, me recibieron por primera vez en mi vida.
Nunca había entrado a la casa de los De la vega, pero sí que conocía como era y donde estaba ubicada.
Algo que nunca admitiré en voz alta es que cuando podía me daba mis vueltas a la propiedad gigante de los De La Vega. Y es que la casa de la familia, era un palacio de tres pisos, edificada hace más de tres décadas por el abuelo De La Vega.
Por eso es que sabía muy bien cómo y dónde estaba la casa, pero nunca la había visto por dentro, solo por fuera.
Pero nada me habría preparado para lo que encontré detrás de esas puertas.
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Está vez, vas a quedarte. Bilogía: Segundas Oportunidades
RomanceLa vida es complicada, eso lo sabe de sobra Gabriella. Ella ha pasado toda su vida siendo una perdedora. Y lo peor es que comienza a estar bien con ello. Perdió cada gramo de su dignidad, todo para encajar. Y aun así nada fue suficiente. Entonces...