Capítulo 10.

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Yo y mi roto corazón — Rixton.


Y al final de la semana, ya había pintado todo el cuarto casi yo sola y ahora estaba completamente adolorida y llena de pintura por todos lados.

Tan sucia y sudada estaba que Martha y la Chef no me dejaban andar por toda la casa de esa manera, y se negaban a darme algo mas que agua o de permitirme andar por la casa de manera libre hasta que me diera un baño.

Y lo hice, pero no hasta después de que acomodé todos los muebles con la generosa ayuda totalmente desinteresada de Hugo, por supuesto.

Así que para celebrar la Chef me dijo que haría pizza para todos mientras me daba una ducha, lo cual estaba inmensamente agradecida, por todos nosotros, porque sin duda alguna yo era la que más había trabajado de todos. Por ende era la que más pintura tenia encima.

Cada vez me gustaba más estar en esa casa, donde todos me cuidaban y respetaban y no porque yo era quien pagaba sus nóminas, sino porque éramos amigos.

Y si no era así, yo quería creer que haría todo de mi parte para que pronto lo fuera.

Me metí a la ducha cantando al ritmo de Burning love de Elvis Presley.

Y luego después de tres canciones más y de mi ritual normal de baño completo salí a cambiarme en mi nuevo y mejorado vestidor. Y en mi habitación.

Que ahora sí que parecía hecha para mí.

Estaba tan metida en ello que, aunque no me había puesto aun ropa seguía acomodando cosas por todas partes, solo traía mis pantaletas y una toalla para cubrir mis pechos, pero por lo demás, era como si estuviera desnuda.

Me subí a una escalera, sin tener miedo de nada y mientras One direction cantaba No control y yo los acompañaba, para acomodar mis zapatos en la parte de arriba de mi nuevo clóset.

Cuando escuché que alguien gritó mi nombre y lo siguiente que supe es que la toalla se estaba cayendo al piso.

—¡Pero qué demonios...! —me bajé a toda prisa de la escalera y tomé lo primero que pude para cubrirme la mayoría de mi cuerpo.

Todo para darme cuenta que había agarrado una blusa muy pequeña que no cubría casi nada, así que básicamente le estaba enseñando más piel al hombre de la que ningún hombre había visto antes de mí, al primo idiota de mi loco admirador y benefactor.

Quien no debería de estar aquí. Para empezar.

—Te juró que esta vez sí toque, aunque no creo que puedas hacerme nada como estas ahora. -Dijo viéndome de arriba abajo.

—No seas idiota, ¡Date la vuelta!

—¿Para qué? Si ya vi todo lo que había que ver. —Él se cruzo de brazos y me repasó una vez con la vista. Ya está, con esto decido que lo mataré.

—¡Qué te des la vuelta o te arrancó la cabeza!

—No creo que puedas cómo estás.

Este hombre sí que quería jugar un juego muy peligroso.

Di un paso adelante mientras me cubría con una mano mis pechos y mi abdomen.

Bueno lo que pude cubrir con mi mano fue en realidad solo mis pechos.

—Ya, ya, me doy la vuelta, pero dime antes, tu familia sabe que tienes tatuajes, no creo, porque si no estuvieran a la vista. —Dijo mientras se daba la vuelta.

Está vez, vas a quedarte. Bilogía: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora