Capítulo 34.

83 10 2
                                    


¿Quién ha estado trabajando tan duro? ¿Tienes tú cabeza sobre cargada?

Tienes un cuerpo perfecto, te duele de pies a cabeza

no es nada, no es nada

¡Esa es mi chica! — Fifth Harmony.


Habían pasado un par de días, todo estaba volviendo a la normalidad en la casa, y un poco en el trabajo y digamos que Nicholas y yo habíamos encontrado una especie de balance.

Si es así como le puedes decir.

Yo nunca le pedí cuentas a él, de nada, no le pedía saber si el salía de viaje o si se veía con chicas por trabajo, no sabía dónde estaba casi todo el día, no estábamos en una relación aún y yo no tenía derecho a reclamar por nada.

Solo estábamos saliendo.

Eso es lo que les decía a todos.

Pero eso no significaba que no me importara, la verdad es que estaba tragándome mucho mi orgullo para no llamarlo cuando no lo veía.

A veces, quería escribirle, solo decirle hola, solo escuchar su voz.

Pero no lo hacía, me controlaba muy bien.

Como ahora, estaba por escribirle un mensaje, solo un mensaje de texto, cuando de pronto me estaba poniendo los guantes para entrar en la habitación que ahora era mi gimnasio personal.

En días pasados, Hugo por fin me descubrió entrando a esta habitación, y me dijo que no debía de hacerlo a escondidas, porque al final de todo, esta era mi casa y si solo quería un gimnasio, solo tenía que pedírselo y estaría listo en cuestión de días.

No me atrevía a decirle, que no sentía que nada de esto fuera real aún.

Que no sentía que nada de esto fuera mío.

Me apenaba decirle porque es que, hacia eso de esconderme, pero me apenaba aún mas no haber confiado en él lo suficiente como para decirle porque lo hacía.

Esto de ser una mujer fuerte de negocios, me estaba desquiciando.

Así que venía aquí, muy seguido.

A veces, todos los días de la semana, por al menos una o dos horas.

Otras solo dos o tres veces a la semana.

Tenía mis días buenos y malos, como hoy.

Un idiota en el trabajo se atrevió a llamarme burócrata sin corazón, solo por tener dinero.

Me dijo que el poder me estaba cambiando, que el dinero me estaba cambiando, lo cual no es cierto, solo porque no quise hacer una nueva ala descanso para los maestros.

Sí, porque podíamos permitírnoslo. Nótese el sarcasmo en la oración.

Por mucho que quisiera decir que todos los nuevos proyectos de la escuela estaban funcionando, no era así, la verdad es que en los últimos meses habíamos tenido que aumentar las colegiaturas y otros servicios en un porcentaje importante, tan solo para poder pagar la nómina de todos los trabajadores de la institución.

Las cosas no iban tan bien, la verdad.

Por eso es que venía cada vez más seguido aquí.

Y lo peor de todo, es que no lograba averiguar qué es lo que estaba mal.

¿Porque es que no lográbamos lo que debíamos?

¿Porque no llegábamos a nuestros objetivos del mes?

El dinero entraba y salía, pero rara vez se quedaba en la escuela.

Y a veces no entraba mucho, la situación me estaba desquiciando.

Por eso es que venía aquí, pero últimamente nada de eso estaba funcionando.

Lo estaba intentando.

Pero nada funcionaba.


<<>>


Debí de haberme quedado dormida.

Esperaba despertar con dolor de espalda por haberme quedado dormida en el suelo del gimnasio, pero en lugar de eso, estaba cómoda en mi cama.

Alguien me había quitado los tenis de deporte y los calcetines y los había puesto en el cesto de la ropa sucia.

Los guantes estaban también a un lado de la cama, en el buro.

Pero sin duda alguna lo que más llamó mi atención, fue el hombre profundamente dormido en un sillón incomodo, al pie de mi cama.

Debió de haberse quedado a dormir para cuidarme.

Me levanté de la cama y casi le toque el rostro, solo quería acariciarlo un poco.

Solo quería sentir de nuevo su toque en mi piel, pero no quería moverlo, me daba miedo despertarlo, se veía tan cómodo y pacífico.

Solo me quedé un poco de tiempo viéndolo.

¿Cómo es que este hombre maravilloso e increíblemente hermoso estaba enamorado de mí, una loca, un desastre total, que no ha logrado nada en la vida?

No lo sabía.

Hizo un sonido que solo podía significar que se estaba despertando, di un paso hacia atrás solo para estar segura. Luego sus ojos verdes me miraron con la mayor ternura que nunca había visto.

—Estás despierta.

—Lo estoy.

—Supongo que debería de irme y dejarte dormir —él hizo todo por acomodarse primero en el sillón, tenía el saco abierto un poco pero no se lo había quitado, señal de que él no pensaba quedarse aquí, supongo que al igual que yo, el sueño lo había vencido en el sillón.

Solo por eso, se había quedado.

—También puedes quedarte a dormir conmigo —le dije antes de que pudiera arrepentirme. El hombre se levantó del sillón y se estiro un poco. Me reí. Solo una vez antes, había visto a un hombre hacer eso, a mi padre.

—¿Qué es tan gracioso? Señorita Martínez.

—Usted Señor De La Vega —dije cubriéndome la boca para no reírme demasiado fuerte, después de todo era de madrugada y todos en la casa estaban durmiendo.

—Me alegra tanto verte reír, y más saber que yo soy el motivo de ello.

—¿Tú me trajiste a mi habitación?

—Sí, Hugo me dijo que habías vuelto a quedarte dormida en el gimnasio y me pareció que te levantarías al otro día con un terrible dolor de espalda si no te traía a tu cama —él dio unos cuantos pasos hacia mí, pero yo lo detuve haciéndome hacia atrás. Había pasado horas entrenando en el gimnasio, así que sabía que debía de oler horrible.

—No, he estado haciendo ejercicio, debo oler horriblemente —eso no lo detuvo de acercarse a mi rápidamente y tomarme entre sus brazos, me rodeo con ellos y no me dejó irme.

Después de dos segundos, supe que no importaba si olía feo, yo pertenecía ahí.

A él.

—No quiero romper el momento hombre, pero en serio creo que necesito una ducha para poder dormir cómodamente.

—Como gustes, pero yo pienso que dueles malditamente delicioso todo el día.

—Tú, estás loco.

—Por ti —no pude evitarlo, esas palabras dibujaron una gran sonrisa en mi rostro, fui hasta la cómoda y saque un cambio de pijama y un cambio de ropa interior, en todo el proceso Nicholas no me quito la mirada de encima, sabía lo que pensaba, pero esta noche estaba demasiado cansada para ello—. Voy a darme un baño, tu puedes ponerte cómodo mientras lo hago, no me tardo.

Él hizo lo que le dije, lo dejé en mi habitación mientras lo veía aflojarse la corbata para quitársela.

Mientras yo cerraba la puerta del baño, con candado, por si acaso.

Está vez, vas a quedarte. Bilogía: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora