Epílogo.

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El amor es una cosa muy complicada, pero de algo estoy segura, es que solo es para los valientes.

Para los que no dudan en luchar por lo que quieren, para aquellos que tienen los pies bien puestos en la tierra, o quizás lo sea también para los que su mente siempre anda en las nubes, o para los que no tienen miedo de seguir a su corazón como conciencia.

Por lo que me atrevo a decir que soy una valiente y una de ellos.

Lo fácil fue comprar otro boleto, fácil fue subirse al camión pensando que todo estaría bien.

Eso fue fácil.

Lo difícil fue comprar comida suficiente para tener por al menos una semana. Lo difícil fue enseñarle a Nicholas a cocinar y a no dejar toda su ropa regada por toda la casa.

Lo difícil fue contarle la historia de esa cabaña a donde llegamos a vivir por una temporada corta.

Lo difícil fue no tomar fotografías, no usar el teléfono más que para la música que de vez en cuando ponía para bailar con él a la luz de las velas, la luz de las pocas estrellas de la noche era testigo de nuestros pactos, de nuestras risas y de los momentos en los cuales nos entregábamos al otro sin reservas, sin miedos, sin inseguridades, solo éramos dos almas amándose plenamente.

Lo difícil fue acostumbrarnos a vivir cerca el uno del otro.

Lo difícil fue aceptar que nos teníamos el uno al otro nada más, que a pesar de lo difícil y los desacuerdos (que eran muchos) estábamos enamorados el uno del otro.

Y que sin importar lo difícil que su pudiera poner una situación si lo tenía conmigo, no necesitaba nada más.

Porque al final, nada más importaba.

Solo que Está vez, él, sí iba a quedarse.

Está vez, vas a quedarte. Bilogía: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora