Capítulo 25.

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Porque las chicas como tú andan siempre con chicos como yo, hasta que el sol baja, necesito a una chica como tú — Maroon 5.


Llegamos en cuestión de segundos a la oficina.

Nos estaban esperando ya todos ahí.

Esto estaba por ponerse bueno.

Di el aviso y en menos de un segundo entramos en una gran sala de conferencias, usada para presidir reuniones del consejo de carácter importantes.

No esperaba tener a tanto público, tengo que reconocer que me entro algo de pánico, pero no podía echarme para atrás.

Sobre todo, cuando lo que iba a pasar aquí, iba a trascender en la historia de esta escuela.

—Buenas tardes damas y caballeros, miembros del consejo y del personal administrativo —de alguna manera me arme de valor para decirle todo eso a todas estas personas que ahora estaban ante mí. Tomé una respiración más y continúe—, estamos reunidos hoy para tomar algunas decisiones severas en cuanto a la manera en la cual se ha estado llevando la administración de esta escuela.

—Como sabrán solíamos ser una de las mejores escuelas de la liga Ivy hasta el año 2000, teníamos campeonatos en diferentes disciplinas, programas de intercambio y nuestras animadoras habían ganado cinco campeonatos seguidos, ahora alguien puede decirme ¿qué fue lo que cambio?

Nadie en la sala se animó a contestar.

—En ese caso les voy a decir lo que yo creo que ha cambiado de la universidad. —Dijo poniéndome aún más seria— La educación, no solo la que imparten los maestros en las aulas, se trata de la educación de los valores.

—Nuestra escuela bien podría volver a sus días de gloria, si tan solo nosotros regresáramos a las bases de la educación. —Algunas cabezas en el comité comenzaron a asentir— Por lo que desde hoy en adelante regresaremos a algunas bases del principio, pero al mismo tiempo se implementaran nuevos reglamentos para mejorar como Universidad, además que contratare a más personal capacitado para ayudarnos en dicha transición.

—Señorita Martínez con todo respeto, yo no creo que eso sea una buena idea —dijo el rector levantando la voz, solo lo suficiente como para que los demás lo pudieran escuchar.

—Señor rector, dígame usted entonces una medida que pueda servir a nuestra escuela.

—Yo creo que la escuela está bien como esta, al igual que algunos fieles miembros de la escuela.

—Eso es lo que usted cree, pero yo misma he visto que eso no es cierto. —Dije levantándome ahora para que todos y cada uno de los presentes pudiera verme bien y escucharme con total claridad— Verán, probablemente ustedes crean que yo no sé nada de la escuela, después de todo antes de ser la dueña, era una simple asistente, pero eso no me hace menos ante sus ojos, un tiempo creí que sí, pero ya no, nunca más y no es porque ahora sea su jefa, es porque sé que la verdad puede más que las mentiras y las estafas de quienes no les importa el progreso, así que hágame el favor de no asumir que lo que usted piensa es lo que todos piensan.

El hombre se encogió en su silla.

—Porque no es así, nadie más que usted piensa de esa manera ¿cierto? —hice la pregunta al aire, esperando que quien quería mordiera el anzuelo, no lo hizo, así que proseguí con mis indirectas al aire, quería jugar un poco antes—. Oh, pero se me olvidaba que no es el único que comparte esas ideas en la escuela, esas ideas, en fin, poco lucrativas para la escuela.

Está vez, vas a quedarte. Bilogía: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora