Morgan

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" Te dije que perderíamos, tu dijiste: Lo haremos juntos entonces. Bueno, ¿adivina que cap? Ya perdimos y tu no estuviste allí "
Tony levantó la mirada para observar un ave llegar a su nido en lo alto de un árbol para darle de comer a sus polluelos.
"¿Pelear dices? Pues, buena suerte con eso, porque yo no pienso volver a pelear a tu lado, no confío en ti, mentiroso"
Tony volvió a suspirar por décima vez en la última hora, mientras rememoraba aquella pelea con Steve frente a los que quedaban de su equipo.
Tras haber llegado a la tierra en tan nefastas condiciones, realmente sintió un enorme alivio al ver que Steve estaba vivo y que era el primero en recibirlo. Decirle que había perdido a su hijo fue realmente atroz, en ese momento lo único que quería era refundirse entre los brazos de su esposo en busca de un poco de consuelo, y así lo hizo. Allí, en las duchas del complejo se dejó llevar por la desesperación, la pasión y el amor y se entregó nuevamente a él sin importar que no estuviese en condiciones, prometiendo cosas de las que después se arrepentiría.
Una vez su mente recuperó la lucidez y tras la frialdad de Steve al interrogarlo sobre el paradero de Thanos, Tony recordó lo que había pasado hace tantos años atrás, la traición de Steve se hizo más aguda ahora que en ese momento y soltó violentamente lo que tenía atravesado en la garganta. Tuvo el morboso placer de ver la expresión torturada de su aún esposo mientras le gritaba todas aquellas verdades a la cara, le importó muy poco ver como sus ojos azules se llenaban de lágrimas frente a todos mientras lo escuchaba alterado y cansado, no paró ni siquiera cuando el cansancio le pesó y calló al suelo, sintió las manos de Steve sobre su cuerpo, pero las apartó rápidamente sintiendo de pronto que le quemaba.
No quería verlo, no quería escucharlo, no quería saber nada de él, todo era muy doloroso, su cuerpo terminó por colapsar y se desmayó. Para cuando despertó, resultó que todos se habían ido a una misión suicida para tratar de conseguir las gemas del infinito, a pesar de que Pepper le hubiera dicho que Steve se quedó con él hasta el último momento de partir y que había vigilado su sueño susurrando palabras de perdón y amor, no bastaron para calmar su corazón, se sintió tan traicionado y herido nuevamente que decidió mandar todo a la mierda eh irse lo más lejos de allí.
No quería saber absolutamente nada más, ya tenía suficiente con la muerte de su hijo como para tener en mente la de los demás. Se habían ido sin él, ¿lo habían abandonado en tierra sin decirle nada?, bien, entonces también podrían vivir sin él.
Con ayuda de su incondicional Pepper y Happy salió de la ciudad, encontró una casa acogedora en donde podría recuperar su cuerpo, ya que su alma quedó destrozada por la pérdida de su cachorro. Curiosamente, aquella casa le recordaba a él, dulce, acogedora y bonita, a veces no podía evitar imaginarlo corriendo por el patio, adentrándose en el bosque, columpiándose entre árbol y árbol con sus telarañas mientras lo llamaba a gritos para que jugara con él.
Pero todo quedaba allí, en un sueño nacido del alma rota de una madre que murió junto a su único hijo sin poder hacer nada por él, perdiendo todo en ese instante de debilidad.
Entonces, un día cualquiera, cuando se encontraba sentado frente al lago y observaba a las aves jugar entre los árboles, lo sintió, una presencia dentro de él se hacía cada vez más y más fuerte.
Estaba embarazado.
Llevaba dentro de su cuerpo a otro hijo de Steve.
El shock inicial fue tremendo, tan grande que estuvo a punto de acabar con su vida, con la vida de ambos, sentía que estaba traicionando a su hijo por haber engendrado a otro hijo, aunque él no lo haya buscado. Entonces, cuando estuvo a punto de tomar la decisión fatal, lo sintió, la primera patada de aquel ser inocente creciendo dentro de él.
Le fue imposible no recordar a su Peter y darse cuenta que estaba a punto de cometer el peor error de su vida, cometer aquel acto tan sacrílego contra su propio ser y contra la carne de su carne, lo hubiera condenado al peor de los finales. Lo hubiera condenado a no reencontrarse con su hijo en el más allá.
Calló de rodillas y abrazando su abultado vientre pidió perdón, a su nuevo bebé y a su bebé que desde el cielo de seguro lo veía y protegía.
Cinco meses después de haberse reconciliado consigo mismo y permitirse sonreír nuevamente, llegó al nuevo mundo una pequeña niña, de cabello y ojos castaños, igual a él y a Peter. Como era de esperarse, no tenía ningún nombre planeado, hasta que recordó precisamente a su hijo y que le agradaba el tío excéntrico de su tía Pepper y le había dicho que, si algún día tenía un hermanito, le pondría su nombre.
Morgan.
Tener a Morgan lo había devuelto a la vida considerablemente, ocupando gran parte de su tiempo en cuidar de ella, procurando ser lo mejor para ella. Pero, eso no quería decir que se había olvidado de su Peter, por lo que secretamente comenzó un proyecto. Aquel proyecto, si conseguía plasmar sus ideas en físico y conseguía un elemento que le faltaba, completaría la tan renombrada y mítica máquina de tiempo. Con ella, traería a Peter de regreso y reuniría a su familia de una vez por todas. Pero, como todo acto al querer jugar a Dios, tenía un alto precio y definitivamente un sacrificio, quería a su hijo de vuelta, por supuesto que sí, pero no quería perder a Morgan. Por lo que avanzar con aquella empresa le resultaba muy difícil.
—Tony, es hora de comer.
—Voy
El castaño salió de sus pensamientos y se encaminó a buscar a cierta personita para llevarla a comer.
—¿Princesa? —Tony se acercó hacia una carpa pequeña improvisada debajo de un árbol y se sentó al lado de esta en un tronco seco.
—Morgan H. Stark, sal de ahí ahora mismo si no quieres que entre a sacarte.
—Alto ahí—Dijo su niña levantando su mano con un guante con una luz brillante en el centro de la palma, simulando su armadura, su cabeza estaba cubierta con un casco de una armadura en la que había estado trabajando.
—¿De dónde sacaste eso? —Tony le quitó el casco y su niña miró hacia todos lados, hasta que finalmente lo miró y sonrió.
—¿Del garaje?
—Del garaje, ¿y lo encontraste así sin más? Este es un regalo para tía Pepper.
—Me gusta, es bonito.
—Da igual, al fin y al cabo, tu tía nunca usa lo que le regalo—Tony tomó a su niña en un brazo mientras tenía el casco en su mano libre, se encaminó a la casa mientras le decía a su princesa que le daría de comer gusanos y disfrutando de las respuestas tan inteligentes que le daba, cuando escuchó un auto acercarse hasta su propiedad.
Miró extrañado el vehículo de color negro mientras se estacionaba cerca a la entrada principal de su casa, su sangre se heló al ver al trío que bajaba del auto. Pegó lo más que pudo a su niña a su cuerpo, sintiendo como ésta olfateaba el aire para luego enterrar su rostro en su cuello.
Si, definitivamente estaba jodido.
[...]
Cuando había tenido a Tony entre sus brazos, sintió que su lazo se había hecho más fuerte y su relación se había restablecido, hasta aquel enfrentamiento que terminó con su esposo muy agotado y sedado. Steve tenía la oportunidad de traer al hijo de ambos de vuelta junto a los demás si iba con Thanos y le arrebataban las gemas del infinito, no desaprovecharía esa oportunidad, debía de hacerlo por su Tony. Debía hacer algo más por él que lamentarse por no haberlo recuperado del todo.
Entonces, todo se vino abajo cuando encontraron a Thanos, pero no a las gemas, resultando que el muy imbécil las había destruido.
Había perdido, otra vez.
No tenía cara para ver a Tony a los ojos y decirle que nunca podrían recuperar a su cachorro, que el fruto del gran amor que ambos se profesaban lo habían perdido para siempre. Por lo que no lo siguió cuando se enteró que había dejado la ciudad dejándolo atrás. Él lo entendía, por supuesto que sí, pero, no dejaba de doler el hecho que le fallaba una y otra vez a su esposo. Era realmente patético.
Tras cinco largos años y tras haberse medianamente resignado, llaga Scott Lang con una locura que, a su parecer salía de una película de ciencia ficción, pero que, aun así, encendió la llama de la esperanza en su corazón.
—Solo hay una persona que puede hacer esto realidad.
Fue todo lo que necesitó para coger a Natasha y encaminarse a buscar al castaño.
Se sentía realmente emocionado e ilusionado de volverlo a ver. Lo echaba mucho en falta, no había dejado ni un solo día de amarlo y porque lo amaba, se había mantenido alejado. No quería demostrarle una vez más que le había fallado y que era un total fracaso, aunque muy probablemente ya lo supiera.
Mientras iba conduciendo por el bosque, se imaginaba la clase de hogar que su castaño habría construido en ese lugar, de seguro era una casa hecha en madera, rodeada de árboles, probablemente con un lago muy cerca de allí, cuando estaban juntos siempre hablaban de ello.
A los tres les gustaba la naturaleza, pero más a Peter, por lo que no se extrañó cuando salieron en aquella dirección. Lo que sí le sorprendió fue verlo, después de tanto tiempo cargando a una niña entre sus brazos. Su corazón se detuvo por un segundo, rememorando viejos tiempos cuando sostenía a Peter de la misma manera y, curiosamente sostenía un casco de alguna de sus armaduras.
Su corazón se detuvo un latido, Tony, a pesar de los años seguía igual de hermoso, su cabello un tono más claro lo hacía verse maduro y sofisticado y ese nuevo estilo de barba lo hacía verse condenadamente caliente. Por lo que no le parecería raro que haya continuado con su vida, dolía, sí, pero tenía que hacerlo tarde o temprano y esperaba que haya sido muy feliz.
Entonces, una brisa llegó a él, trayéndole el olor del Omega y su cachorra, aquel olor lo dejó rígido y lo hizo mirarlos con el ceño fruncido, era imposible, una locura, pero, reconocería ese aroma en cualquier lugar, era el suyo propio y esa niña, era su hija.
Vio como el genio palidecía un poco, por lo que intentó mantener la calma y sus feromonas bajo control, no quería asustarlo a él y mucho menos a su hija que, escondía su rostro en el cuello de su mami. Se moría de ganas de verla, de cargarla y abrazarla, de llenarla de besos, a ambos, pero, Tony le había ocultado la verdad por alguna razón y él debía respetarlo, aunque le destruyera el alma.
Tony sintió como las feromonas del alfa se controlaban, su nena dejó de restregar su naricita contra su cuello, señal inequívoca de que era un alfa poderosa y había captado la presencia de otro alfa de su mismo rango. Por la expresión de Steve supo que ya sabía sobre el origen de Morgan.
Suspiró, sabía que esto tarde o temprano iba a pasar.
Saludo a Natasha con un asentimiento de cabeza y entró a su casa, dejando a Morgan con Pepper y Happy para que le dieran de comer, mientras imaginaba la magnitud de los reclamos y gritos del ícono de América por haberle ocultado de la existencia de su nueva hija.
Pero no fue así, en todo momento Steve se mantuvo en silencio mientras el tal Scott se explicaba de forma desordenada sobre su alocado plan. Mientras discutían iba sirviendo una bebida para sus invitados, todo con tal de alejar su mirada de su rubia debilidad y huir de la mirada intensa que este le regalaba. Volver a verlo después de tantos años removió definitivamente demasiado de los sentimientos que, había enterrado en el fondo de su alma, no quería sentir nada por él, pero, el destino siempre fue una perra sin sentimientos que le importaba muy poco los sufrimientos humanos.
Cuando le tendió la bebida, sus manos se tocaron por unos segundos. Con ese simple roce sus pieles se reconocieron y se añoraron, la vieja magia ancestral que circulaba entre ellos hizo su aparición, incluso más fuerte que antes, la chispa prendió al instante, haciendo que sus corazones latieran al unísono.
Ambos podían estar separados por decisión propia, pero, no podían negar lo evidente. Aun se amaban.
—Gracias —susurró Steve emocionado.
Tony asintió sin decir nada, sabía a lo que se refería, siempre había sido así, a pesar de ya no llevar su bono, pudo sentirlo, aunque siempre lo había entendido sin necesidad de muchas palabras y eso era porque son parejas destinadas.
Tenían muchos nombres; parejas destinadas, almas gemelas, media naranja, otra mitad y había cientos de leyendas al respecto y, podían dar fe de que jamás dejarían de amarse y jamás romperían aquel amor que, a pesar de haber roto el bono, su lazo, sin saber cómo, seguía intacto.
—No.
—A ver, te digo que tenemos una oportunidad de regresar todo a la normalidad y tu respuesta es ¿no?
—Exacto.
—Todos hemos perdido a gente importante, yo perdí a alguien importante, por lo que es justo que lo intentemos—Scott intentaba con todas sus fuerzas persuadirlo.
Tony iba a responder, pero el sonido de unos pequeños pasos acercándose precipitadamente lo hicieron callar.
Morgan apareció por la puerta y se subió a su regazo, dándole una mirada larga a Steve antes de enterrar su rostro en el cuello de mami.
—Hey—Tony la abrazó con fuerza, sintiendo su cuerpo relajarse al instante con su presencia. No podía perderla, si lo hacía, lo mataría.
—Tía Pepper dijo que viniera a salvarte.
—Oh, tía Pepper siempre fue una mujer muy perceptiva. —Tony se levantó con una sonrisa de lado, dispuesto a zanjar ese tema.
Steve empleo ese momento para ponerse frente a él, las ansias del alfa por tocarlos eran palpables, pero se aseguró de mantener las manos y el corazón quietos.
—Tony, en verdad me alegro de que hayas podido rehacer tu vida, pero, tenemos una oportunidad para arreglar esto, para traer a los demás de vuelta, para traer a Pet...
—No, tu no nombres a mi hijo—Se exaltó Tony, sintió el cuerpo de su niña temblar un poco, por lo que tuvo que calmarse—ya tienen mi respuesta, si no van hablar más del tema, pueden quedarse a almorzar.
Sin más, dio media vuelta y se encaminó a la casa, dejando a un Steve sumido en la tristeza, pero, su corazón se aligeró un poco al ver como la pequeña castaña lo veía fijamente y, antes de entrar con su mami a la casa, le regaló la más bonita de las sonrisas.
[...]
Tony se encontraba lavando los platos de la cena cuando su brazo izquierdo falló y casi se le escapa de las manos. No se rompieron, pero sí que hizo un reguero con el agua, cerró el grifo y comenzó a secar un poco, el agua había llegado hasta una pequeña repisa, en donde se encontraba la foto de su padre, con el corazón pesado tomó la que había detrás y comenzó a sacarla con esmero.
Era una foto de él y de Peter, posando con caras graciosas para la cámara con una de sus tantos diplomas de la escuela. Extrañaba demasiado a su hijo, extrañaba su sonrisa, la verborrea que lo caracterizaba y que a veces lo volvía loco, incluso extrañaba sus referencias hacia la cultura pop. Extrañaba todo de él.
Con una idea formándose en su cabeza fue hasta su estudio improvisado, le pidió a Viernes que hiciera unos cambios a su trabajo y cuando ésta lo completó, casi le da un ataque, haciéndolo caer a la silla que tenía detrás de él.
—Lo logre... ¡Mierda!—Al fin, lo había logrado y había completado de forma magistral la máquina del tiempo. Después de todo, la sugerencia de Scott sobre el reino cuántico no había sido tan descabellada. Si jugaban bien sus cartas, podría arreglar las cosas, podría traer a su hijo de vuelta sin perder a Morgan.
Tony sintió una presencia tras él y giró, viendo a su hija sentada al inicio de las escaleras, entonces pegó su dedo índice a su boca, haciendo la señal universal de silencio
—No le digas a tía Pepper que dije eso, ¿tú que haces despierta?
—Mierda.
—No, no digas eso o Pepper nos matará a ambos.
—¿Qué haces aquí?
—Tengo un mierdero de cosas que hacer.
Su niña lo miró con el ceño fruncido. Tony sonrió enternecido y nostálgico, sin duda, sus genes eran muy fuertes, pero aun así los de Steve estaban presentes y se hacían notar a cada momento posible.
—Muy bien, dime tu precio.
—Una paleta—Tony se levantó y tomó a su hija entre sus brazos, mientras le preguntaba de que sabor la quería y haciéndole prometer que no le diría a Pepper que estaban cometiendo una travesura al comer paletas heladas a tan altas horas de la noche.
Una vez comido el dulce, la acostó en su cama y la arropó, comiéndose él el ultimo trozo del dulce.
—Bien, hora de dormir—Su niña lo miró seria por un momento, cuando lo veía así se parecía tanto a Steve que daba miedo. —¿Que?
—¿Vas a buscar a papá?
Tony la miró desconcertado por un momento, él no le había dicho absolutamente nada sobre su padre, pero no había necesidad, su niña sin duda era muy perceptiva y tremendamente fuerte.
Con un suspiro de orgullo acarició sus cabellos.
—Si, probablemente si, iré a buscar a tu padre.
—¿Y van a traer a Peter?
Tony tragó duro, definitivamente, sus hijos son increíbles.
—Si princesa, traeremos a tu hermano de vuelta. —Tony se acercó y beso su frente, luego se encaminó a la puerta—duerme bien, te amo mil.
—Y yo te amo tres millones.
El corazón del castaño se llenó de alegría.
—Vaya, eso es...mucho, sí que es mucho, ya duérmete, o venderé tus juguetes.
Tony tuvo la dicha de escuchar a su bebita reír tras la broma. Con ánimos renovados, Tony se dirigió a su estudio, rogando por traer a su hijo de vuelta, conservando a su pequeña también.
Tras una charla conmovedora y profunda con Pepper y tras encargarle su hija, se encaminó hasta el complejo de los Vengadores, en donde seguro estarían haciendo el intento con Bruce de viajar en el tiempo.
Mientras se acercaba a la entrada, pudo ver una figura parada mirando a la nada, con los hombros ligeramente caídos. Reconocería a aquella persona, aunque estuviera sobrevolando el cielo a miles de kilómetros de distancia, detuvo el auto abruptamente frente a él y bajó con elegancia.
—No me digas, se convirtió en bebé.
—Entre otras cosas—Steve suspiró derrotado, parecía que solo eso podía darle a Tony, derrota tras derrota y estaba cansado de ello.
—Pues, alguien debió decirles que era mala idea, oh, espera, fui yo.
—Lo siento...
—Lo logre—Tony le mostró el dispositivo en su mano—con este pequeño aparatito podremos viajar en el tiempo sin problemas y regresar en una pieza.
Steve lo observó con embeleso, no sabía que había hecho para merecer tan semejante genio como pareja destinada, pero agradecía inmensamente a Dios por su existencia.
—Yo, no quiero guardar más rencores.
—Ni yo.
—Por eso, te traje algo.
Tony se acercó al maletero del auto y sacó una especie de bandeja que estaba cubierta con una manta y tenía un par de peluches encima, cuando le dio la vuelta y los objetos cayeron, el corazón de Steve se estrujó.
—Ten—Tony le tendió su escudo.
—No, Tony, yo no puedo...
—Es tuyo, de todas formas, él lo hizo para ti. —Tony tomó su mano y le entregó el escudo—Además, tengo que deshacerme del el antes de que Morgan... Tu hija, lo utilice para deslizarse en la nieve con el.
Tony lo miró con sus hermosos ojos anegados en lágrimas con una disculpa escrita en su mirada, Steve no hizo más que sonreír como idiota y asentir.
—Es, hermosa, igual a ti, amo que se perezca a ti, los dos.
—Lo sé, es hija mía.
Ambos rieron.
—Gracias, Tony—Steve sin pensar se acercó y le dio un beso rápido en los labios, retrocedió de inmediato cuando se percató de lo que había hecho—Yo, lo siento...
Tony se acercó y le dio otro beso y se separó.
—No te preocupes, yo...
Steve bajó su escudo y tomó a Tony del rostro y le dio un beso más profundo, saboreando su húmeda y caliente cavidad con su lengua, escuchando a su alfa gimotear mientras su pequeño Omega se aferraba a él como si la vida se le fuera en ello.
—El...auto... —Decía Tony entre beso y beso.
Steve entendió el mensaje.
—No... Cama...—respondió tras darle un beso profundo y apretar sus nalgas, impaciente por tenerlo desnudo de una vez.
—Muy... Lejos... —Tony le dio una sensual mordida al labio inferior de rubio, mientras restregaba su erección contra la suya, haciéndolo gemir escandalosamente.
—Auto...
Steve lo besó enardecido pegando al castaño contra su cuerpo aún más para abrir la puerta de los acompañantes y meterse como podían entre besos húmedos y caricias subidas de tono. En aquel estrecho espacio, se desnudaron lo justo para sentir sus pieles y poder entregarse a su amor y pasión desmedida sin dejar de besarse y tocarse en ningún momento. Steve lamia lujuriosa gula los pezones de Tony, haciéndolo lloriquear de satisfacción, intentando que el rubio fuera más rápido, que abarcara más a prisa su cuerpo necesitado y dolorido por él.
Tony levantó los brazos como pudo y le arrancó la camisa a su alfa, mientras pasaba las uñas y los dientes por los pectorales y abdominales de tan bello espécimen de su raza, sintiendo bajo su tacto las chispas que sus cuerpos desprendían cuando estaban juntos. En un movimiento realmente osado para el espacio, Steve giró a Tony dejándolo boca abajo. El rubio se deleitó con aquella vista de su omega preparado para recibirlo con gusto en su interior, sin mucho preámbulo, fue penetrándolo centímetro a centímetro, sintiendo la estrechez de sus calientes paredes, escuchando el rugido de su animal interno por al fin estar con su destinado.
Sin pensarlo realmente, dejándose llevar más que nada por su instinto comenzó a penetrarlo de forma dura y profunda, ajustando la velocidad de sus caderas para disfrutarlo lo más que podía, sentir su piel bajo sus manos, sentir su cuerpo aprisionando el suyo, sentir su calor, su aroma, era simplemente el mejor de los regalos, sin contar con los gemidos y gritos que soltaba el castaño, claro.
Por instinto, sus colmillos crecieron y sus garras hicieron su aparición, sosteniendo la cadera de Tony en un férreo agarre, tratando de inmovilizarlo lo más que podía, ya que podía sentir su orgasmo crecer junto con el nudo en la base de su pene. De forma inconsciente, sus dientes comenzaron a arañar la nuca de su Omega, justo sobre su glándula.
—Muérdeme, márcame como tuyo otros vez.
Steve salió del trance en el que se encontraba al escuchar la voz digna del porno de su pareja.
—Estas…¿ Seguro?
—Vamos, Steve, no me hagas rogar…
Si esperar nada más, Steve mordió el cuello de su Omega, sintiendo en lo más hondo de su ser su enlace restablecido y su lazo más fuerte que antes, sintiendo todo el amor y la pasión que se tenían mutuamente.
Era oficial, ahora estaban unidos.
Aquella confirmación los catapultó al mejor de los orgasmos, sintieron que se les iba la vida, pero de una forma muy satisfactoria, en los brazos del otro. Steve lo había anudado, por lo que en un ágil movimiento giró ambos cuerpos, de modo que Tony quedara acostado sobre él. Aquella posición le traía tan bellos recuerdos que no pudo evitar reír con ganas.
—¿Muy divertido, soldado?
—Como no tienes idea —Steve comenzó a repartir besos por el hombro, cuello y mejilla que tenía cerca, mientras acariciaba con referencia la cicatriz de la cesárea que le habían practicado a su esposo—Quiero verla, quiero conocerla y queme conozca, por favor.
—Lo harás, antes de embarcarnos en esta loca misión, pasarás tiempo con ella, la vas a amar en cuanto hables con ella.
—Yo la amé desde que la vi en tus brazos y me enamore de ella cuando me regaló su hermosa sonrisa.
—Te advierto que es una copia en miniatura de mi.
—Razón para amarla aún más—lo abrazó con fuerza—Peter la amará, lo sé.
—Yo también lo creo, ahora, juntemos al equipo y vayamos por nuestra familia.
—Me parece una excelente idea, pero antes—comenzó a penetrarlo lentamente, arrancando un gemido de su adorado esposo—déjame disfrutarte treinta minutos más.
A penas y se había empezado su mover y un grito estridente los asustó.
—SANTA MADRE DE AMÉRICA, EL CAPITÁN Y IRON MAN ESTÁN DESNUDOS, Y DENTRO DE UN AUTO.—gritó Scott mientras se cubría el rostro.
—Te lo advertimos —alzó la voz Natasha desde alguna parte.
—¡En hora buena!, mamá y papá se reconciliaron. —acotó Bruce muy risueño.
Tony comenzó a carcajearse, sintiendo muy placentero aquello ya que aún estaban íntimamente unidos.
—Ya nos descubrieron, papi.
—Si, bueno, no es como que no lo hayan hecho antes.
Importándole muy poco la salud mental de Scott, Steve besó a su Omega, disfrutando de las emociones y sensaciones que su enlace formado nuevamente le otorgaban. Más adelante se daría cuenta que aquel acto le salvaría la vida a ambos.

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