Baño

7K 369 43
                                    

Torre Avengers 6:00am.

Hoy era un día un tanto ajetreado para nuestros héroes, más aún si habían despertado a fuerza al gran Tony Stark.
Tenía un desayuno importantísimo en la otra punta del país, para lo cual tendría que tomar su jet privado para llegar. Cosa que no era raro, ya estaba acostumbrado a esas cosas.
A lo que no estaba acostumbrado era a estar despierto tan temprano y mucho menos a tener que usar baño ajeno. Hacia un par de días su baño personal, así como los baños personales de los demás estaban siendo remodelados a gusto del castaño y de su nueva pareja, pensando en que ellos no serían los únicos en que debían disfrutar de la intimidad, puesto que varios de sus compañeros Vengadores ya estaban emparejados y necesitaban la comodidad del caso.
Pero gracias a ese hecho, tenían que usar el baño comunal que se encontraba en los gimnasios de la torre.
Tony se encontraba totalmente vestido con un traje gris claro hecho a medida, la bendita tela se le pegaba tanto al cuerpo que resaltaban sus benditas curvas varoniles. Camisa color palorosa y corbata de seda del mismo color. Se veía igual de sensual que siempre, salvo por el ceño fruncido y una cara de molestia impresionante.
- Vamos, Stark, no puedes estar de ese humor solo por levantarte a esta hora— lo regañaba el Capitán América, quien estaba totalmente bañado y fresco después de haberse levantado a las cinco de la mañana a correr.
- Tú, en serio aún no entiendo como puedes estar tan fresco como una lechuga, Dios, si hasta brillas,—Tony fingió taparse los ojos— eres demasiado brillante, ya pareces Yukina Kou, de hecho, creo que si te pareces.
El capitán comenzó a reír, sabia que de seguro aquel personaje era salido de los famosos mangas que leía el genio en sus tiempos libres. Se puso una nota mental para buscar quien era ese en específico.
- Vamos, no te matara levantarte tan temprano, quita ya esa cara, ¿que dirán tus posibles socios?.
- ¿Que tengo sueño?.
Steve volvió a reir. Aquel hombre era incorregible, pero realmente lo adoraba. Lo amaba. A pesar de que llevaban poco tiempo de novios, eso no impedía que aquel sentimiento se apoderara de él. Hubiera querido cortegarlo más, como se hacia en sus épocas, pero tras un arranque de celos que se apoderó de su sistema, sacó prácticamente a rastras a Tony de la fiesta en donde se encontraban y lo metió a la primer oficina vacía que encontró y lo hizo suyo allí mismo. ¿Lo peor de todo?
Que no se arrepentía.
Tras aquello, decidio declararsele y su genio, con su lengua afilada y su mente brillante, aceptó. Aun no le habían dicho nada a nadie sobre su relación, pero tenía la sospecha de que más de uno de sus compañeros ya lo sabían o al menos, especulaban.
- Dime, ¿crees que pueda hacer algo para aliviar un poco tu mal humor?.
Steve le dedicó la sonrisa más brillante de todas, marca exclusivamente de la casa y solo para Tony. El castaño lo miro entrecerrando los ojos, aun no entendía como aquel hombre podía estar tan fresco tan temprano en la madrugada mientras el parecía un vampiro a punto de morir por no haber tenido su dosis de sueño reparador.
Entonces, realmente lo miro, estaba recién bañado y vestía unos pantalones de deporte que parecían que se le estaban cayendo de las caderas, pero ese era el efecto que provocaba el cuerpo del capitán. Al mirar un poco más abajo, al sur, pudo ver como el gran paquete que se manejaba Steve se le marcaba claramente, cerro las piernas bruscamente. Llevaba una camiseta blanca muy señida al cuerpo, resaltando su abdomen perfectamente trabajado, sus grandes brazos y su fornido pecho.
Tony contuvo un gemido. Se le había hecho agua a la boca. Miro sin disimulo su reloj, solo le quedaban quince minutos para salir. Sería suficiente.
- Si, de hecho, hay algo que puedes hacer.
Tony se levantó y tomó a Steve de la mano y prácticamente lo arrastró hasta el baño comunal.
- Tony,— se detuvo Steve— no podemos hacer esto ahora, debes salir y....
- Solo quiero probarte, por favor, te prometo que seré rápido—Tony hizo un puchero.
A Steve le temblararon las piernas al entender lo que quería su castaño. La última vez que habían hecho eso— solo por probar la resistencia del soldado— no había durado ni cinco minutos. Fue tan intenso que simplemente su cerebro salió de vacaciones y su miembro tomó el control de todo.
- Está bien, pero recuerda que quedaré en deuda contigo y sabes, que siempre pago mis deudas.
Steve beso a Tony con pasión mientras que ambos se adentraban en el baño y se encerraban en uno de los cubículos personales. El castaño no perdió ni un segundo y se puso de rodillas frente a su hombre mientras le bajaba los pantalones lo suficientemente como para dejar libre aquel hermoso y jugoso miembro.
Ni siquiera se lo pensó y se lo metió a la boca lentamente, sus ojos fuertemente cerrados, degustando del sabor decadente de su Steve, de su calor y aroma embriagador, soltó un gemido de puro y duro gusto al tenerlo en lo más hondo de su garganta.
Abrió los ojos en el momento justo en el que Steve se mordía el labio inferior para no gritar de lo deliciosa que se sentía su boca a su alrededor, estaba ruborizado hasta las orejas por él, solo para él. Sin perder más tiempo comenzó con el vaivén característico de las felaciones, succionaba, chupaba, lamía y hasta mordía aquel pedazo de carne duro como el hierro y caliente como el infierno.
Por la forma en la que Steve movía las caderas, le hizo saber al castaño que estaba a punto de venirse, entonces, subió sus manos por sus largas piernas hasta posarlas en sus musculosos glúteos y los apretó con fuerza, segundos antes de relajar la garganta para luego tirar de ellas hacia él, de modo que el miembro de su rubia debilidad se enterrada más aún dentro de su boca.
Tuvo el placer de ver como Steve soltaba un grito desgarrador mientras lo miraba con los ojos muy abiertos por el placer, entonces, Tony le guiño un ojo y soltó un gruñido, de modo que las vibraciones de sus cuerdas vocales eran amortiguadas por el miembro del hombre de sus sueños.
Y eso fue todo.
Grandes chorros de semen caliente comenzaron a bañar sus entrañas, Tony se lo fue sacando lentamente de la boca, de modo que aumentaba las sensaciones, hasta que tubo la punta entre sus labios y comenzó a succionar hasta sacar la última gota.
Justo en el momento en que Steve soltaba su último gemido lastimero, se escuchó la puerta del baño abrirse y cerrarse, pero ninguno de los dos le tomó importancia por obvias razones.
- Tu... Me vas a matar... Un día de estos—susurro Steve apoyado en la pared todo desmadejado, pero en ningún momento despegó sus manos del cabello y rostro del genio.
- Será un gusto poner a prueba su resistencia, capitán.—susurró  el castaño de vuelta mientras se ponía de pie y se pasaba la lengua por los labios, recogiendo los restos del dulce manjar que se había escapado.
Steve gimió ante tal erotismo y lo pego a su cuerpo para besarlo con la más perra de las necesidades. Cualquiera diría que estaba saciado después de la espectacular felación que le había practicado su novio, pero no era así, con Tony nunca era así. Con él, el pecado de la gula se encarnaba en su propio cuerpo.
- Vete ya —susurró contra sus labios.
- Buuu, que malo —Tony hizo un puchero
- Me refiero a que mientras más rápido te vayas, más rápido volverás, te necesito mi amor, tengo ganas de ti y lo único que hiciste con eso fue acrecentarla más.
- Oh, bueno, si lo pones de esa forma, saldré ya mismo y cuando vuelva, espero que me cojas como el Santo Yaoi lo manda.
El castaño le dio un último beso, luego se alejó un poco mientras se acomodaba sus gafas y sacaba un pañuelo de su bolsillo, abrió la puerta del cubículo mientras se limpiaba la comisura de sus labios, entonces, se detuvo en seco.
Sintió a Steve chocar contra él.
- Que pas...
Ambos se quedaron petrificados al ver a un Clint todo despeinado con un cepillo de dientes en la boca y una cara de estupefacción increíble. Tony se recuperó y comenzó a reír a carcajadas.
- Bueno, tarde o temprano se iban a enterar —Se encogió de hombros— en fin, ya tome mi dosis de leche matutina, ahora si me siento de buen humor. Hasta la noche, cariño. Buenos días, Legolas.
Clint puso una cara de espanto realmente cómica, tan cómica que ni el mismo Steve se pudo contener y se comenzó a reír con sus manos en el pecho y tirando su cuerpo un poco hacia atrás
Y sin más, un genio de muy buen humor salió rumbo a su reunión, con la promesa de que al regresar a casa, le darían amor como el Santo Yaoi lo mandaba.

One Shots Stony y MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora