Tony's

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Malibú, 19:30 horas.

—Necesitamos reunirnos con el equipo para coordinar la misión de esta semana.
—Por supuesto, ¿algo más?
—No, eso es todo, ¿te encuentres bien?— preguntó Steve Rogers un tanto nervioso a su flamante esposo Antony Edward Stark.
Quien, desde hacía unos días se encontraba distante e incluso cortante con su persona. Para cualquiera, aquello podría catalogarse como una situación normal en una pareja, pero, aquello no se aplicaba para ellos, no para Tony, quien prácticamente vivía babeando por Steve y viceversa. Steve no hacia otra cosa más que adorar y besar el piso por donde dejara huella su hermoso esposo. Por eso, aquella distancia impuesta por el genio lo estaba dejando totalmente sin recursos ni fuerza.
—Si— Tony enarcó una de sus cejas, antes de bajar su careta para soldar, cubriendo su rostro totalmente para luego comenzar a soldar alguna pieza metálica que tenía en su mesa de trabajo.
El taller que Tony tenía en casa, era igual, o incluso se aventuraba a decir que hasta más grande que el que tenia en la torre y en la base. Y era lógico, ya que este es su hogar, el santuario en donde llegaba a descansar después de un largo día de arduo trabajo.
Las vitrinas empotradas a lo largo de la pared sur dejan ver sus distintos trajes que usaba en batalla. Así como también los que había hecho por puro placer de ingeniero mecánico, incluyendo el primer prototipo de los que denominó como la Legión de Hierro.
A la decoración, se sumaba una docena de vehículos que su mismísimo esposo había reparado y/o modificado a su gusto, así como las motocicletas que él mismo había añadido una vez comenzaron a vivir juntos.
El que compartiera el taller mecánico con su esposo, era el equivalente a compartir clóset para las parejas comunes y silvestres. Algo que ellos nunca podrían ser, una pareja común y ambos estaban malditamente agradecidos por eso.
Pero, eso no quería decir que estuvieran exentos de tener los mismos problemas de una pareja común, más aún si sumaba a la ecuación el carácter más que difícil de Tony.
—Mi amor, en serio, si es por tus donuts, lo siento, ya te dije que Thor las tomó sin preguntar, yo no se las di— aseguró por enésima vez, asumiendo que eso era lo que tenía de mal humor a su esposo.
—Beloved, ya te dije que estoy bien—gritó por encima del ruido.
Steve suspiró, su esposo estaba realmente imposible el día de hoy y ni siquiera sabía el por qué, lo mejor sería dejarlo estar por el momento. Pero era obvio que no se quedaría de brazos cruzados, le prepararía una cena romántica y le compraría sus donas favoritas, con suerte, su amor estaría de mejor ánimo para contarle que le sucedía.
—Está bien, estaré fuera por unos momentos, no tardo, te amo.
—Yo también.
Aquella respuesta la notó distante y hasta un poco fría, su corazón latió triste, con otro suspiro, Steve se retiró del taller rumbo al supermercado para conseguir lo que necesitaba para contentar a su testarudo, pero, muy amado esposo.
                                      [°°°]
—No debiste tratarlo así.
—Batsy, no lo he tratado de mala manera, además, no seas hipócrita que tu tratas peor a tu granjero— se quejó Tony dejando a un lado su labor.
—Mi granjero sabe perfectamente que tengo un carácter difícil, pero, también sabe que, todos esos desplantes que le hago, me los hace pagar en la cama y procuro tenerlo muy satisfecho.
—Asco—Tony escuchó la risa burlona de uno de sus mejores amigos de la Universidad y socio en varios negocios, el muy estimado señor Bruce Wayne.
—A diferencia de mi, tu siempre estas encima de tu soldado y eres asquerosamente meloso con él, por eso se nota tanto cuando estas molesto con él.
—¿Que harías tu si descubrieras a tu granjero babeando una foto tuya cuando eras joven?— y ahí estaba, el origen de todo.
Hace unos días atrás, descubrió a su marido literalmente salivando sobre la pantalla de su teléfono, observando una foto suya de sus días en la Universidad. En aquella imagen, vestía un pantalón de algodón pegado en color plomo oscuro, subido hasta la cintura, pronunciando más sus curvas, portaba una camiseta también de algodón de mangas largas de color camello, aquel atuendo y colores nunca habrían sido de su predilección para ser fotografiado, pero, no le quedaba de otra, ya que era el color de los uniformes para deportes de su alma matter. En aquella imagen él se encontraba con un guante de béisbol, debido a que previamente había Estado jugando con unos adolescentes que habían ido a buscar información para solicitar una beca en su departamento. Todos aquellos niños quedaron más prendados de él que de la idea de pertenecer a la más que prestigiosa M.I.T.
Cuando le preguntó a su marido qué hacía, este se puso muy nervioso, tratando de ocultar una monstruosa erección que, si no hubiera sido por lo bizarra de la situación, le hubiera encantado.
—No puedo creer que estés celoso de ti mismo—se burló el denominado por sus seguidores, Hombre de la Noche —La sartén le dijo a la olla, vamos Wayne, tu eres patológicamente celoso, creí que tu me entenderías.
—En mi defensa, yo se que todo el mundo quiere un pedazo de mi marido y darían su alma por estar en su cama, así que, tengo razones para estar celoso.
—No todos babean por tu granjero, al menos, yo no—rodo los ojos ante los celos obsesivos de su amigo.
Si era de ponerse sincero, Clark Kent era realmente guapo, esa mandíbula cuadrada con el pequeño hoyuelo en su mentón haría pecar hasta al más santo de los hombres, pero, nadie se le comparaba a su Steve con ese hermoso rostro angelical, pero de sexo endemoniado.
—Y esa es la razón por la que aún seguimos siendo amigos—rio Bruce con ganas, algo muy raro en él—pero, a lo que iba, si yo hubiera descubierto a mi esposo observando una foto mía mientras tiene una erección tremenda, yo le daría el mejor sexo de toda su vida.
—¿En serio?—dudo totalmente incrédulo.
—Por supuesto, esa es la mejor prueba de que solo tiene ojos para mi, que solo yo, en cualquiera de mis versiones, se la pongo dura, por lo que, a mis ojos, tu hombre merece el cielo y un monumento, más aún si tiene que aguantarte.
—Muy gracioso murciélago.
—Piensa en ello hojalata, en fin, Clark está a punto de llegar, si no es que ya lo hizo y estuvo escuchando nuestra conversación todo este tiempo— se escuchó un estruendo, como de algo cayéndose al otro lado de la línea, seguido de un "lo siento", sin una pisca de remordimiento— me tengo que ir, debo hacer pagar a alguien por ser tan indiscreto y recuerda, ese hombre tuyo se merece el cielo.
La línea se cortó al instante, Tony suponía que a Clark no le gustó para nada que su marido hablara de esa manera de otro hombre, ya que, al igual que Bruce, él también padecía del mismo mal, ambos eran patológicamente celosos.
Por unos instantes, Tony se quedó pensando mientras terminaba de soldar una pieza metálica que luego iría unida al chasis de la nueva motocicleta que le iba a regalar a Steve por su cumpleaños, durante el proceso de montaje en ningún momento las palabras de Bruce Wayne dejaron de retumbar en su mente.
—Con que el mejor sexo de su vida—sonrió discretamente mientras un plan maestro y un tanto siniestro se formaba en su mente

                                        [°°°]
Malibú, noche de sábado 22:30 horas.

Había tenido una semana sumamente larga, demasiado, diría Steve, considerando que estuvo lejos de su esposo por siete días. Siete malditos días en los que ninguno de esos días había podido contactar con él, ya que, por más que le enviara mensajes y lo llamara, este nunca contestó.
Sabía que su Tony estaba molesto, pero, esa no era razón para tenerlo abandonado por tanto tiempo. Y eso, lo molestaba de sobremanera, por lo que, aparte de frustrado y triste por no haber solucionado los problemas con su esposo, se encontraba muy enojado, Tony había llevado muy lejos su berrinche por las donuts, así que, era hora de que Steve se las cobrara.
Lo primero de lo que se percató al entrar a su casa fue de que las luces de la sala de estar estaban apagadas, cosa extraña, ya que a Tony no le agradaba la oscuridad, por ende solo apagaba las luces cuando él se encontraba en casa. Lo segundo, fue la música sensual proveniente de la sala principal, junto a las voces varoniles de dos personas hablando de forma íntima.
—Dios, eres tan hermoso—espetó con voz ronca la voz de un joven.
La piel de Steve se erizó en respuesta ante aquella voz que reconocía, pero que no lograba ubicar del todo.
—Pero no lo suficiente—esta voz si la logró reconocer—ya que a mi esposo le gustas más tu.
¿Que?
Steve se fue acercando lentamente, quería atraparlos infraganti.
—Eso es imposible, tu eres perfecto—la voz juvenil se escuchaba aún más embelesada que antes, cosa que enfureció aún más a Steve.
—¿En verdad lo crees?
—Por supuesto, si fuera por mi estaría encima de ti todo el día.
Steve cerro los ojos intentando calmar sus celos.
Por su parte, Tony acarició el rostro de aquel joven de ojos castaños y sonrisa seductora, ambos se estaban acercando peligrosamente, mientras Tony pensaba que besar a aquel muchacho seria como un acto del más puro egocentrismo y que técnicamente no estaría haciendo nada malo, la mente de Steve voló lejos al escuchar el rose de ropas.
Más que exaltado se hizo notar.
—!¿Que está pasando aquí?!— Steve estaba que ardía en celos, a punto de arrancar las extremidades de quien osara poner los ojos en su esposo, hasta que su mirada se topó con el joven que tenía las agallas suficientes para decirle a su esposo que es hermoso y que le dejaba muy en claro con su actitud que se lo quería coger.
Todo acto de violencia por su parte quedó reducido a nada cuando unos ojos castaños, igual de pícaros que los de su esposo le devolvieron la mirada gratamente sorprendido. Su respiración se aceleró aún más cuando el joven—quien estaba arrodillado en el sofá y recostado sobre el cuerpo de Tony—bajó de la comodidad de su asiento y se acercó sensualmente hacia él, contoneando sus caderas, girando a su alrededor para verlo con más detenimiento, pasando su rosada lengua por su carnoso y rosado labio inferior.
Su rostro, libre de barba estaba ligeramente sonrojado, producto de las bondades del vino en aquella piel ligeramente tostada por la brisa de Malibú.
—Así que, este es el afamado capitán América, por quien Howard dejó todo para encontrar y que, irónicamente, termino siendo tu esposo— ironizó el muchacho, aun gratamente sorprendido de tener a Steve tan cerca.
—Nuestro, esposo—se levantó Tony del mismo sofá y también se acercó hacia Steve, contoneando sus caderas, de una forma madura y sensual, provocando estragos en su cuerpo—bienvenido a casa, beloved.
Tony besó a Steve con suma pasión, arrancando un gemido necesitado de ambos.
Pero, este no era el momento para distraerse, Steve necesitaba respuestas, ¡ya!.
—¿Que has hecho?
—¿Yo?, nada, solo quise cumplirte la fantasía de traerlo aquí— espetó inocentemente.
—¿De que hablas?—su cerebro parecía que no quería funcionar correctamente y menos cuando el Tony joven pasaba la palma de su mano por su muslo, cada vez más cerca de su inapropiada erección.
—Hace unos días atrás, te vi observando una de mis fotografías y, no te voy a mentir, me puse muy celoso por como observabas aquella foto y más aun mientras tratabas de ocultar tu erección, pero, alguien me dio un consejo muy útil y...
—Aquí estoy— completó el joven Tony, observándolo con una mirada muy seductora, la cual se sorprendía de que su Tony la tuviera desde tan joven, una mirada a la que Steve nunca se acostumbraría— debo agregar que me siento profundamente halagado de que hayas tenido una erección con una foto mía, por eso mi yo mayor y yo, te queremos obsequiar la mejor experiencia de tu vida por ser un chico tan bueno.
Sin previo aviso, Tony joven lo besó con la vehemencia de su juventud, jalando de sus cabellos y mordiendo sus labios.
Steve sabía que estaba perdido, sabía que ese beso lo haría hacer lo que este Tony quisiera, al igual que su versión mayor, ya lo tenia comiendo de la palma de su prodigiosa mano, la cual, ya se había apoderado de su erección.
Como un manso cordero que era dirigido al matadero, Steve se dejó conducir a la habitación, allí fue desnudado con paciencia. Siempre supo que tener a Tony amándolo era difícil de manejar, pero ahora, tener a dos Tony's era demasiado para su pobre corazón, más aun cuando los vio a ambos totalmente desnudos y erectos.
Una vez acostado en la cama, Tony joven se montó encima suyo, restregando sus nalgas contra su erección, mordiendo su cuello, su pecho, sus labios.
Marcando cada centímetro de su piel, tal cual lo hacía su versión mayor.
Podía sentir las manos de sus Tony's por todo su cuerpo y quería más, quería sentirlos a ambos a la vez.
Por lo que, cuando se percató de que su Tony esperaría su turno para ser tomado por él, le pidió algo que había querido hacer desde hace mucho.
—Mi amor, te quiero en todas partes, en todo momento, te quiero dentro de mi.
Tony dejó de besar el cuello de su caliente esposo.
—¿Estas seguro?
Steve asintió con enorme placer y un obsceno gemido, ya que Tony joven lo había tomado con su boca, mientras lo preparaba para su versión mayor, Tony aprovechó ese momento para besar con lujuria sus labios, tragándose con gula sus gemidos necesitados. Ver así a Steve, borracho de lujuria lo tenían al borde del orgasmo.
Una vez todos estuvieron preparados, Tony joven montó nuevamente a Steve, tomando su erección y bajando por ella lentamente, mientras que Tony mayor se introducía dentro suyo con la misma lentitud y cuidado. Steve no hizo más que lloriquear de placer mientras rodeaba el cuerpo de su esposo con sus piernas, invitándolo a moverse al mismo ritmo desenfrenado que había tomado su versión más joven, a la cual tomó de su estrecha cintura para ayudarlo en su faena.
Esto era demasiado, Steve aun no sabía que había hecho para merecer tal premio, pero estaba agradecido con el cielo por tener un esposo tan ardiente. Escuchar los gemidos roncos y guturales de los dos Tony's mientras se lo cogían —si, porque eran ellos los se lo estaban cogiendo—era lo más erótico que había escuchado en su vida.
Su cerebro terminó de explotar cuando vio a su Tony joven curvar la espalda para tomarlo más hondo, mientras giraba el rostro hacia su Tony mayor, quien, con una sonrisa sucia y sin apartar la mirada lujurioso de sus ojos en ningún momento, besó de forma descarada a su versión más joven.
El orgasmo lo golpeó al instante, salvaje, provocando que sus hermosos genios llegaran a su clímax al mismo tiempo, Steve juro que nunca había visto algo tan hermoso como ellos dos en pleno éxtasis.
Ambos cayeron sobre su pecho, por lo que aprovechó en besarlos a los dos de forma muy obscena, digna del porno.
Tony no lo sabía, pero, había despertado una bestia salvaje en Steve, por suerte para él, la noche a penas y había empezado.
                                       [°°°]
Eran la una de la tarde aproximadamente y Steve se encontraba con una sonrisa de oreja a oreja preparando el desayuno para su esposo. Se había despedido de su Tony joven como Dios mandaba, ahora le tocaba atender a su Tony mayor para tenerlo satisfecho del todo, tal como lo habían dejado a él.
Había pasado una noche, madrugada y mañana totalmente increíble, había tenido sexo con sus Tony's en todas partes, en todas las superficies lisas y no lisas. Hacer el amor con ellos le había quitado unos cien años de encima, se sentía como un adolescente caliente otra vez.
—Ya se fue— Tony llegó justo cuando Steve estaba sirviendo sus huevos revueltos.
—Eso está bien, no debemos alterar más de lo debido su tiempo—sonrió Steve aun extasiado.
—No te preocupes, lo traje en un momento en el que nadie notaría su ausencia y no alterara su tiempo—Tony tomó asiento para observar a su muy sonriente esposo—¿Lo vas a echar de menos?
—Mi amor, yo siempre te hecho de menos—rodeo la mesa de la cocina para tomar su hermoso rostro entre sus manos y lo besó de forma sensual.
Nunca se cansaba de esto, nunca se cansaba de él, siempre volvía por más y más cada vez, cada día, a todas horas y estaba seguro que lo mismo sentía Tony. Ya que, no se sorprendió cuando este se abrió la bata, mostrando su cuerpo desnudo y lleno de marcas para él.
—Creí que habías tenido suficiente de mi—gimió Tony, teniendo a Steve mordiendo su cuello.
—Oh, mi amor, eso no sucederá jamás, nunca tengo suficiente de ti, siempre quiero más—susurro sensual mientras se metía en su cuerpo lentamente.
Bueno, el desayuno - almuerzo tendría que esperar un par de horas mientras ambos se daban amor mutuamente. Mientras Steve penetraba con fuerza a su hombre, no dejaba de trazar un plan en su cabeza, aquel al que se sumaba su yo del pasado a la ecuación.
No veía la hora para concretar su plan  y regalarle la mejor experiencia de su vida a su esposo, pero eso, será para otra historia.

One Shots Stony y MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora