Destinado a ser

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—No estoy de acuerdo con todo esto, nosotros tenemos el derecho de resguardar nuestra identidad.
—Entiendo tu punto, pero, nosotros también necesitamos ser fiscalizados por un poder por encima de nuestras cabezas, no es factible —al menos para las autoridades— que no rindamos cuentas a nadie.
—Tony, en serio, te entiendo, pero, no habrá nada que me digas que me haga cambiar de opinión y será mejor que dejemos esto por la paz, me gustas, me gustas mucho y no quisiera terminar peleando contigo.
—¿Que dijiste?— Tony lo miró perplejo por primera vez en varios meses.
Steve soltó un suspiro tras darse cuenta de lo que había dicho, no estaba mal que lo hubiera hecho, pero, esperaba declarar sus sentimientos de otra forma.
Se acercó a él lentamente para luego tomarlo entre sus brazos.
—Me gustas, quiero contigo algo más que unos roces casuales y unos encuentros rápidos en algún lugar oscuro, te quiero en mi habitación, en mi cama, siempre en mi vida.
—Entonces, ¿no te gustan nuestros encuentros en los callejones, en el cuarto de la lavandería o en el baño?—Fue lo único que atinó a decir Tony, aquella confesión lo había puesto nervioso, pero, eso no quería decir que no estuviera encantado con eso y que estuviera más que de acuerdo en compartir una cama, una habitación, una casa o, en su defecto, una vida con Steve.
—No estoy diciendo eso, es solo que, quiero más que eso, no sé, tal vez dormir a tu lado, despertar y quedarme en la cama contigo, ver películas tontas mientras comemos palomitas y esas cosas que hacen los enamorados ¿Que dices?
—Eso no me lo tienes que ni preguntar—Le regaló una sonrisa antes de besarlo con pasión—Tenemos...unos...cuarenta y cinco...minutos...antes que lleguen los demás... ¿que dices?.
Sugirió entre beso y beso, a lo que Steve asintió y ambos se dirigieron al baño más próximo.
Allí, ambos comenzaron a desvestirse lo justo para su apasionado encuentro del día, Tony se sostenía de la pared mientras Steve embestía dentro de su cuerpo con una potencia inigualable. Con cada encuentro que tenían, ambos se habían vuelto adictos al otro y, como era de esperarse en sus casos, los sentimientos surgieron, convirtiendo su relación de simples compañeros pélvicos, a amantes en todo el esplendor de la palabra.
Llevaban unos cuantos meses entre encuentros clandestinos, más que nada por sacarse el gusto que ambos se tenían, pero, sus constantes peleas por el poder del equipo y las batallas que ambos compartían en el campo, hicieron surgir esa química que solo tienen los que están destinados a encontrarse de una manera u otra.
No se habían dicho que se amaban, pero no era necesario, al menos, no de momento.
Ambos sabían que no eran el destinado del otro, pero, al menos se disfrutarían mutuamente hasta que llegara su destino, aunque, dudaban que si eso pasara se dejarían. Lo que sentían el uno por el otro era muy fuerte y, como siempre, el destino los pondría a prueba.
Tony se vino con un gemido ronco, amortiguado por la boca de Steve, quien lo siguió luego de un par de estocadas más. El rubio restregó su nariz por el cuello del genio, aspirando su dulce aroma.
—Hueles delicioso—comentó ronco, sintiendo sus dientes crecer de pronto.
—Mi celo está cerca, a un par de meses, pero cerca, es curioso que puedas olerme tan pronto, a pesar de los supresores.
—Bueno, tengo buenos sentidos, hora de movernos.
—¿Más?, por mi encantado—Tony ronroneó.
—Travieso, eso lo dejaremos para la noche, ahora, debemos irnos, nos demoramos más de la cuenta.
Steve salió lentamente de él, se deshizo del condón y se arregló la ropa, luego de ayudar a Tony con la suya.
Tras un beso rápido, ambos se dirigieron para reunirse con su equipo.
                               [•••]
El registro de Súper Humanos era inminente y tras lo sucedido en Sokovia y luego en Lagos, parecía que los súper humanos tenían todo en contra.
Pero, de momento, eso era lo que menos le importaba a Steve, en estos momentos, el amor de su vida, su omega destinada se encontraba agonizando en un  hospital producto de su avanzada edad.
Aquella mujer era lo único que lo conectaba con su pasado, bueno, ella y Bucky, que, aunque ambos habían retomado su amistad, no dejaba de sentir nostalgia por el pasado, de sentir nostalgia por lo que había podido tener con ella.
Una vez llegó al hospital, entró directamente a la estación de informes, en donde le comunicaron en qué habitación se encontraba su chica, sin más se dirigió hacia allí y entró sin tocar.
—Steve—Susurró ella, a penas extendiendo su mano para tocarlo.
—Hola, mi hermosa chica—Steve se sentó a su lado, tomando su mano para depositar un beso.
—Steve, gracias por venir.
—Por ti, haría cualquier cosa, hermosa, pero, no te esfuerces.
—Quiero...pedirte algo, quiero que cuides de mi hijo...él, necesitará mucho de tu apoyo... Él es tu destino...
—Haré lo que quieras hermosa, pero, no hables más—Rogó Steve, viendo que sus signos vitales se estaban alterando en los monitores.
—Prometelo...
—Te lo prometo—Steve se levantó de su asiento y posó sus labios sobre los de su amada.
Entonces, se percató que, al otro lado de la cama, sosteniendo la otra mano de Peggy, se encontraba alguien más.
—Cariño...Steve cuidará de ti, no le des mucha lata que...te conozco...
Ambos se quedaron mirando más que sorprendidos, pero Tony aún más tras ver aquel momento tierno entre su madre y su amante.
—Protéjanse... Los quiero...Aun no lo saben... Ninguno..ustedes son...
Las máquinas dejaron de sonar de forma intermitente para luego hacerlo de forma continua, aquello les sacó del trance.
—¡Mamá!
—¡Peggy!
Ya había ocurrido, Peggy los había dejado a ambos.
Los días habían pasado en una vorágine de sentimientos encontrados, caos y preparativos para los funerales de la Agente Margareth Carter.
Tony se encontraba amparado bajo la sombra de un árbol, observando como el féretro que contenía el cuerpo de su madre salía de la iglesia, siendo cargado por un grupo de agentes con Steve a la cabeza.
Cerró los ojos debido al dolor que le provocaba aquella escena; se había enterado de que Peggy, en realidad era su madre a la edad de quince años, una época un tanto oscura debido a que no se llevaba muy bien con su padre.
Su tía Peggy, como la llamaba de cariño siempre estaba con él, convirtiéndose muchas veces en su paño de lágrimas, sin saber lo que realmente era, Tony amaba a esa mujer más que a quien creía era su madre, al final resultó que su amor no estaba infundado.
Tony siguió a la comitiva hasta la zona del crematorio, esperó hasta que su madre fue entregada a sus hermanos en una sencilla, pero hermosa urna de adamantium labrada por él mismo. Con el corazón compungido por la pena, llevó una mano a sus labios.
—Perdóname—susurró antes de lanzar un beso a la urna.
Uno de sus hermanos se dio cuenta e intentó acercarse, más Tony negó, no quería exponerlos al peligro más de lo que ya estaban con su presencia allí.
Por suerte su hermano entendió y le hizo un gesto, indicándole que lo llamaría, Tony solo asintió, queriendo morirse por lo desgraciado que había sido.
Pero, lo peor estaba por llegar de la mano de Steve, quien se acercaba a él con el rostro serio y la mirada llena de dolor.
—Así que, eras tu, el amor de su vida, su alfa destinado con el que no se llegó a casar—Susurró Tony con voz átona, sintiendo la vida escaparse de su cuerpo como agua entre sus dedos.—¿Por que no me lo dijiste?
—Mi vida privada o, en su defecto, mi pasado no es de tu incumbencia —respondió con la voz quebrada. —De todos los escenarios en los que se había imaginado compartir la vida con Tony, nunca pensó que algo como esto podría pasar. Y aquello lo estaba matando por dentro—En todo caso, ¿Por qué tu no me dijiste que ella era tu madre?.
—Mi vida privada no es de tu incumbencia—Se la devolvió Tony, sintiéndose de pronto muy cansado y realmente viejo—Tengo que irme, tenerte cerca solo me provoca náuseas.
—Tony, no hables así, no seas tan duro.
—Me acosté varias veces con el alfa de mi madre, en todas las posiciones posibles y en las no posibles, ¿y quieres que no sea duro? Maldita sea, Steve, eras el marido de mi mamá.
—No es lo que tu crees—El corazón de Steve latía rápidamente, entendía la posición de Tony, él mismo se sentía una basura por haber utilizado su cuerpo como lo hizo tras enterarse de quien era realmente, pero, debía dejarle en claro que no tenía la culpa y que él y Peggy no llegaron a consumar su relación. No creía estar listo para acercarse a Tony de forma romántica después de esto, pero, no quería verlo sufrir ni ser él participe de ello.
—Si, Peggy era mi Omega destinada, pero no llegamos a consumar nuestra relación, Tony, ella y yo no...
—No me interesa—Tony lo corto sintiéndose asqueado—no hay nadie que me pueda confirmar eso, además, ella siempre hablaba de ti como si ustedes hubieran tenido un tórrido y ardiente romance en plena segunda Guerra Mundial.
—Tony—Steve intento tocarlo, pero el mencionado se alejó de su toque, espantado.
—Jesús, y pensar que, por poco tu hubieras sido mi padre— Tony observó como Steve perdía el color, para luego verlo ponerse verde—¿Ahora entiendes la gravedad del asunto?
Steve asintió sin saber qué más decir, la situación era realmente crítica, más aún si aunaba el hecho de que estaba enamorado él, que resultaba ser el hijo de quien fue el amor de su vida.
—Creo que, debemos dejar de vernos—Susurró con voz desgarrada Steve.
—Concuerdo—El corazón de Tony sangraba, lo único que quería hacer en esos momentos era tirarse al suelo y hacerse bolita, mientras lloraba por la pérdida de su madre y por la perdida de quien estaba seguro, era el amor de su vida.
Sin más palabras, ambos se dirigieron a sus respectivos hogares, dejando su amor y su alma como ofrenda a cualquier deidad que se apiadara de ellos.
                               [•••]
6 meses después.
Natasha se encontraba hecha una furia mientras se dirigía a la habitación del líder de su equipo.
Desde hacía unos meses, Steve no era el mismo, se había vuelto un amargado y a cada oportunidad que tenía se metía de cabeza a la batalla sin ningún tipo de protección, siempre buscando salir lo más herido que pudiera, como si, intentara matarse, como si en serio quisiera morir.
Y eso ella no lo podía permitir, con Tony de regreso al alcoholismo, no podía permitirse perder a Steve, lo necesitaba de vuelta por su bien, por el bien del equipo y el bien de Tony, solo él podría sacarlo de aquella depresión que nadie sabía el motivo.
—¿A donde vas?
—¿No lo ves?, voy a hablar con Steve, esto se tiene que acabar—Contestó Nat de forma arisca, James no tenía la culpa de nada, pero, él era amigo de Steve y no entendía cómo era posible que no supiera nada de lo que le pasaba.
—Natalia, será mejor que te calmes, o no vamos a poder ayudarlo.
—¿Como?
—Llevo meses intentando hablar con él, pero, simplemente no me deja entrar, algo realmente grave le está pasando—susurró pensativo el ex Soldado de Invierno. A pesar de su apariencia ruda, se notaba que estaba muy preocupado por su amigo.
—Bien, pues a mi sí me va a tener que escuchar.
Nat entró a la habitación de Steve dándole una patada a la puerta, encontrando dicha estancia en total penumbra, al encender la luz, encontró a Steve sentado en un sofá individual, sin siquiera inmutarse por el escándalo que había hecho al entrar.
—Dios, Steve, amigo, ¿Que tienes?—Susurró James apesadumbrado, poniéndose de cuclillas frente a él.
Nat amplió los ojos al verlo todo desaliñado, sin bañar, a penas peinado y con un rastro de barba de varios días, las botellas de licor estaban esparcidas por toda la habitación, más no había rastro de comida, cosa que la preocupó aún más.
—Luces como si te hubieran dejado—cayó Nat en la cuenta, eso era, alguien lo había dejado, juró que si algún día encontraba a la maldita que había hecho esto, la desollaría viva.
—Eso fue exactamente lo que pasó—Susurró Steve con voz apagada—Mi Omega, la mujer a quien amé más que a nada, me dejó...
—Maldita sea, dime quien es, te juro que la buscaré y la haré pagar por esto—Sentenció Nat de forma lúgubre.
James solo movió la cabeza, sabiendo que había algo más, Steve nunca se dejó caer al abismo porque una chica lo rechazara, era todo lo contrario.
—Creo que la muerte se te adelantó, ella falleció hace seis meses.
"Bingo" Pensó James, sabiendo al instante de quien se trataba.
—Siento mucho lo de Peggy, amigo.
—Dios, Steve, cuanto lo siento—Nat se sentó en el respaldo del sofá y lo abrazó con fuerza.
—¿Sabes qué es lo peor?, que me he vuelto a enamorar como nunca pensé hacerlo, y, esta separación de su presencia, esta falta que me hace, me está matando.
—Steve, ese no es motivo de sufrimiento, si te volviste a enamorar, está bien, creo que a tu chica le hubiese gustado que seas feliz, no que estuvieras sufriendo así por ella. No hay nada de malo en que te vayas enamorado otra vez.
—Me enamoré de Tony.
—¿Que Toni? —Preguntó Nat mientras intentaba recordar a que agente o conocida le apodaran Toni.
—Anthony "Tony" Stark.
Por un momento, Natasha se quedó perpleja, buscó con la mirada a James, quien se veía que no estaba para nada conmocionado. Al parecer, él si sabía de las preferencias de su amigo, por lo que, lo dejó pasar, amor es amor, sin importar los genitales, tu te enamoras de las personas, no de su sistema reproductor.
—Okey, aun no entiendo que hay de malo, o sea, es Tony y quizá tenga mala reputación en cuanto a sus relaciones, pero no deja de ser buena persona...
—Tony, es hijo de Peggy.
—¿Era Tony con quien te encontrabas a escondidas en las noches?—preguntó Bucky temeroso de la respuesta, Steve solo asintió—Mierda.
Nat cerró los ojos al intuir la situación, la cosa estaba grave.
—Steve, entre Peggy y tu, hubo... Ya sabes.
—Nunca la toque, no de esa manera, salvo por un casto beso que nos dimos, nada más.
—¿Y con Tony?
Steve se quedó en silencio, intentando no recordar la textura de su piel, el calor de su cuerpo o la exquisitez de sus besos.
—Mierda.
—Steve, si amas a Tony, debes luchar por él—Sugirió James con calma.
—Que más quisiera yo que estar con él, pero, no se puede, Tony piensa que hice con Peggy lo que hice con él, no  cree que entre su madre y yo no pasó nada y, de solo pensar que, si yo no hubiera caído en el hielo, Tony podría ser mi hijo y eso...
Steve se quedó callado intentando contener las náuseas.
—Pero no lo eres—dijo contundente Natasha— es complicado el asunto, si, pero ninguno de ustedes tiene la culpa, que Peggy resultara ser tu Omega, que te congelaras en el hielo, que perdieras tu vida junto a ella y que luego te enamoraras de Tony, nada de eso es su culpa, las cosas simplemente pasaron.
—Además, no debes de sentirte culpable por lo que sientes por él, no es como si lo estuvieras usando como un  reemplazo de Peggy, ¿o si?
—No, por supuesto que no, Tony es especial, a pesar de que no es mi destinado, yo siento en lo más hondo de mi ser que le pertenezco y que Dios y Peggy me perdonen, pero siento que él es mi omega, el estar lejos de él me está matando en vida.
—Entonces ve por él, Steve, ve antes de que sea demasiado tarde para hacer algo.
—No puedo, le prometí a Peggy que lo protegería, y la única forma de hacerlo es mantenerlo lejos de mi, yo le causo daño, la última vez que lo vi me dijo que le doy asco.
—Steve—Natasha lo tomó de la mano con suavidad—Tu no lo ves porque ambos optaron por no encontrarse en las misiones, pero, Tony está sufriendo, él volvió al alcohol.
El mencionado cerró los ojos con dolor, sabía que al castaño le había costado horrores salir del alcoholismo en el que se había sumergido y ahora, tras lo sucedido entre ellos, había recaído y él se sentía culpable.
Debía ayudarlo, aunque después tenga que dejarlo ir.
—¿Donde está?
—Haré una llamada.
Se levantó Natasha para llamar a la única persona que sabría donde estaba Tony en estos momentos y, una vez lo encontrara, seria mejor que Dios los coja confesados.
                               [•••]
—¡Viernes, sube todo el volumen a la música, que esto es una fiesta y no un velorio!—gritó Tony mientras la muchedumbre gritaba entusiasmada y bebida, muy bebida.
—Jefe, la señorita Potts lleva llamando a su móvil desde las cinco de la tarde y hace media hora se encuentra intentando ingresar a la casa.
—Vi, no la dejes entrar, esa mujer es capaz de arruinar mi diversión.
—Pero, jefe, ella...
—Ya dije Vi, ahora, sube el volumen que necesito sentirme en sintonía, necesito olvidar.
La música subió de golpe, la gente se encontraba realmente animada, bailando, bebiendo, disfrutando del momento como si no importara nada, como, si el dueño de la casa y anfitrión no estuviera con el corazón roto.
Resultaba que se había enamorado, por primera vez en su vida, se había enamorado y lo había hecho a lo grande; el capitán América era su ídolo, su amor platónico desde siempre y desde el día en que su padre y su "tía" le hablaran de él al punto de dejarlo todo por buscarlo, entonces, lo odió con toda el alma, ya que ellos lo único que hacían era hablar de él, soñando todos los días con encontrarlo.
Su padre lo dejó muchas veces de lado por ir en busca de la ilusión de encontrarlo en esta ocasión, pero, siempre resultaba en fracaso. Si no hubiera sido por María, quizá Tony se hubiera perdido hace mucho, más de lo que ya estaba. Pero, lo peor estuvo por venir cuando se enteró de que María no era su madre biológica y que su verdadera madre lo había dejado al cuidado de su padre junto a su nuevo esposa.
Aquella vez fue el detonante que después desencadenó en el tema de su alcoholismo.
Tiempo después se reconcilió con Peggy, ella estuvo allí en sus momentos más oscuros, apoyándolo, siendo lo que necesitaba y él la amaba con toda el alma por eso y, precisamente por ese motivo, lo estaba matando el estar enamorado de su alfa destinado. Si tan solo hubiera prestado más atención a la descripción o a las facciones de aquella foto desgastada de un muchacho flacucho que ella le mostraba a cada oportunidad, quizá se hubiera dado cuenta.
Pero no lo hizo, ahora, nuevamente se refugiaba en el alcohol y el libertinaje sin nadie que pudiera ayudarlo, auto destruyéndose por ser el peor de los traidores. Se había acostado con Steve de todas las formas posibles y lo había disfrutado con viciosa lujuria y a pesar de la culpa, no podía dejar de amarlo y esta separación lo estaba matando, se sentía morir, se sentía como si se hubiera separado de la mitad de su alma.
Tony sacudió la cabeza ante esa estúpida idea, Steve no era nada suyo, él era el alfa de su difunta madre, que, a pesar de no haber estado juntos, merecía respeto de su parte. Aquella sacudida lo llevó directo al baño para devolver todo el alcohol que había estado ingiriendo desde el día anterior, lo hizo sentirse mejor, lo hizo sentir que podría empezar a beber otra vez.
Una vez sacó la cabeza del excusado, se lavó el rostro y la boca, listo para salir nuevamente a emborracharse con sus invitados cuando un fuerte estruendo, seguido de unos disparos interrumpieron la fiesta.
Tony salió tambaleándose del baño en dirección a la sala principal, encontrándose con que la gente corría despavorida, mientras un sujeto de brazo metálico, cabello largo y totalmente vestido de negro descargaba su metralla en el techo, ahuyentando a la gente.
—¿Barnes?, ¿Que Diablos haces aquí?—Exigió Tony, intentando mantenerse en pie.
—¿Que diablos estabas haciendo tu?, estas hecho un desastre, ¿Hace cuanto tiempo no comes o duermes?
Tony entrecerró los ojos, intentando enfocar la vista, su ropa le quedaba más holgada de lo normal y no se había afeitado ni peinado, pero por lo demás, se veía bien.
—Mira, solsddadido de plomo, yo luzzco eqcelente—pronunció arrastrando las palabras—tu..
No llegó a completar la frase, ya que se fue de bruces contra el suelo, por suerte, Bucky estuvo allí para sostenerlo.
—Mierda Stark, tu estas de todo, menos bien—James tembló al sentir el delicioso aroma proveniente del genio, inconscientemente lo acercó a su cuerpo.
—Hueles a él—Gimió Tony con dolor, restregando su rostro por aquel enorme pecho—Por qué tenías que oler a él...
Sin saber muy bien como pasó, Tony unió sus labios con los del soldado, fundiéndose en un beso voraz que, a pesar de sentir el aroma y la presencia de Steve saturando sus sentidos, pasó como todas las veces que había intentado borrarlo de su cuerpo, se sintió muy mal, tan mal que las náuseas se apoderaron al instante de él.
Por suerte o para su mal, alguien lo alejó de James con un rugido ensordecedor, casi animal, lo tomaron en brazos y lo alejaron de la sala hasta llevarlo a su habitación, una vez allí fue soltado bruscamente, cayendo de culo al suelo.
—¡¿Que rayos te pasa?!, ¡¿Te volviste loco o es que quieres matarme?! —gritaba Steve, caminando de un lado a otro como un león enjaulado.
Tony no escuchaba nada, lo único que tenía en la cabeza era que Steve estaba aquí con él y que se veía más guapo que nunca, ese cabello largo y esa barba se le antojaba lo más sexy del mundo y quería sentirla sobre su piel, la cual comenzó a arder y un dolor sordo se instaló en su vientre.
Entre jadeos desesperados por conseguir un poco de aire, comenzó a quitarse la ropa, ya que el simple roce de la misma contra su piel le causaba dolor, la temperatura se elevó un poco más cuando el aroma de Steve se intensificó.
—¡No te quites la ropa!—Gritó Steve exasperado por toda la situación y por el delicioso aroma que desprendía Tony.
—Mi celo— apenas susurró—Mi...
—Te tenía que llegar hace meses—Steve se acercó y lo tomó entre sus brazos, justo a tiempo antes de que se desplomara, su piel estaba pegajosa y caliente, la electricidad estática entre ellos se hizo más fuerte.
—No llegó... No sé qué pasó... —Tony elevó sus manos por los brazos desnudos de su amor prohibido con morboso placer.
La biología le decía que estaba bien, que era lo correcto que aquel hombre lo tomara, pero, su mente le decía que estaba mal, que era un hombre fuera de su alcance, que estaban traicionando a su madre por desear con las más perras de las necesidades al alfa que estuvo destinado a ella.
Su corazón estaba dividido entre el amor a él y a su madre y su cuerpo, pues, su cuerpo ya no escuchaba razones, ya que sin darse cuenta, ambos se encontraban besando con fiereza, con toda la fuerza de su separación de meses.
—No me hagas esto, Tony—Steve lo aprisionó contra su cuerpo, sintiendo que había perdido varios kilos, pero aún se le antojaba lo más hermoso del mundo.
—Yo... No debo... No quiero... Pero... Te necesito...
Aquello fue todo para hacerlo sucumbir.
Ambos terminaron de desnudarse, Steve lo tomó en sus brazos para luego posarlo en la cama, besó cada centímetro de su cuerpo como había soñado desde hacía varios meses atrás.
Acarició todos sus pliegues y saboreó el dulce néctar que Tony le ofrecía, soltando lágrimas de gusto al sentirse nuevamente juntos. Por alguna extraña razón, su alfa se regocijaba en alegría por estar nuevamente con quien consideraba su omega, cosa que no podía ser posible, ya que él y Tony no estaban destinados a ser, pero, en ese momento tan esperado lo dejó pasar, asumiendo que era el reflejo de sus sentimientos, ya que Steve deseaba cada día con todas sus fuerzas por que aquel hombre tan maravilloso fuera en verdad su destinado.
De forma inconsciente, Tony se puso sobre sus manos y rodillas, provocando el gruñido de aprobación de Steve, aquella posición durante el celo, era la que adoptaban los omegas para demostrarles a sus alfas que confiaban en ellos y que estaban listos para ser reclamados.
Steve entró de una sola estocada dentro de su cuerpo, provocando que a la primera tocara las estrellas, el ritmo fue castigador mientras se aferraba a sus caderas, magullando su Inmaculada piel, los sonidos obscenos de piel húmeda chocando entre sí de forma rítmica saturaban la habitación, así como el aroma a sexo salvaje.
Tony no hacia otra cosa más que gemir y rogar por más, haciendo que Steve cumpliera como el más sumiso esclavo. Las cosas se pusieron realmente serias cuando el alfa comenzó a introducirse más hondo dentro de su cuerpo, como si quisiera meter algo más que su falo caliente, entonces, Tony sintió un dolor agudo en su entrada que provocó su gritó, al mismo tiento que Steve lo tomaba del mentón y hundía sus fauces en la zona sensible de su nuca.
El omega vio y tocó el sol de la mano del alfa dominante y salvaje que lo había reclamado como su pareja, sintiendo por fin, después de tantos meses que las piezas del rompecabezas en el que se había convertido su vida encajaban.
Con cuidado, Steve los acostó en la cama, limpiando las pequeñas gotas de sangre, producto de su reclamo, mientras lo apegaba a su cuerpo para protegerlo.
—Te he anudado—Soltó sin más, como quien no quiere la cosa, como si fuera común que esto pasara entre personas de su condición.
—¡¿Que?!
—Que te amo.
Steve aprovechó que Tony giró para verlo y lo beso, dejando momentáneamente de lado el pequeño tema del reclamo y el nudo.
                              [•••]
Tony se despertó debido a que alguien se encontraba sollozando su nombre.
—¿Pepp? —su voz sonó ronca, debido al sueño.
—¡Oh por Dios!, Tony, al fin despiertas —Su mejor amiga y mano derecha lo estrechó con cuidado entre sus brazos—No vuelvas a atentar contra tu vida de esa manera, o te juro por lo más sagrado que yo misma te mataré.
—Pepper, ¿de qué hablas?
—Tony, estamos en el hospital, debido a que caíste nuevamente en el alcohol y que tienes un cuadro severo de desnutrición y depresión, no nos quedó otra que traerte aquí de emergencia.
El mencionado se extrañó ante aquellas palabras, luego comenzó a pasar la mirada por la habitación, comprobando que en efecto, se encontraba en una habitación de hospital, habían máquinas conectadas a su pecho y tenía una intravenosa en una de sus manos.
Frunció el ceño intentando recordar el cómo había terminado en un hospital, hasta que los recuerdos comenzaron a llegar a su mente en una nebulosa. La borrachera, la fiesta, él besando a James, Steve llegando por él todo furioso.
Steve tomándolo, Steve marcándolo como suyo, Steve, diciéndole que lo amaba mientras repetía una y otra vez el acto del marcaje.
Con una mano temblorosa y a punto de entrar en un ataque de pánico, Tony se acarició la nuca, en donde se encontró con la marca del acoplamiento suscitado aquella madrugada.
De un instante a otro, comenzó a hiperventilar.
—¡Doctor!—Gritó Pepper asustada mientras salía al pasillo.
Así como vino, el ataque poco a poco fue menguando, debido a que podía sentir a Steve preocupado por él, podía sentirlo cerca y sabía que estaba a punto de entrar por la puerta junto al doctor.
—Señor Stark, respire por favor, despacio, eso es.
Tony hizo lo que le pidieron, observando con los ojos llenos de locura el semblante serio de Steve, quien a su vez, desplegaba sus feromonas para ayudar a calmarlo.
—Muy bien, señor Stark, ¿como se siente?—Preguntó el doctor tomando asiento a su lado.
—Me siento cansado—Susurró, apartando la mirada de Steve.
—Es lógico, la depresión por la que usted está pasando era severa, el proceso de separación siempre es más duro para los omegas, más aun si son de carácter fuerte.
—¿Proceso de separación?, yo no me estaba separando de nadie—Se extrañó Tony.
El doctor observó a Steve, quien solo asintió.
—Lo que usted tiene, es comúnmente llamado como proceso de separación, aquello se da cuando de forma arbitraria el omega decide alejarse de su alfa destinado, los sumerge en una perpetúa depresión que solo acaba de dos formas, que el alfa en cuestión lo reclame como su pareja, o, en el peor de los casos, en la muerte.
Tony observó a Steve, quien lo seguía mirando muy serio, sin despegar los labios para nada.
—Doctor, eso es imposible, él y yo no somos destinados.
—Lo que dice usted es lo imposible, química y físicamente, ustedes son compatibles, además de que ambos presentan signos claros del proceso de separación, esto solo se da en parejas destinadas.
Tony estaba empezando a sentirse nuevamente mal, no le bastaba con haberse acostado con el alfa de su madre, sino que ahora, por alguna extraña razón, resultaba que sus destinos se habían cruzado.
—No puede ser, eso es imposible...
—Es ahí donde entro yo—Todos, con excepción de Steve, giraron en dirección del recién llegado — en serio, para ser el hermano mayor, eres realmente un dolor en el culo.
—John, ¿Que haces aquí?— preguntó Tony al ver a su hermano menor allí.
—A pesar de ser un dolor en el culo, eres mi hermano y me preocupo por ti, no me pareció raro que desaparecieras, ya que tiendas a encerrarte en ti mismo cuando algo te molesta o cuando trabajas, lo que si me pareció raro fue el hecho de que dejaras de visitar a nuestra madre, así que, tomé uno de tus Jets privados y vine a ver que pasaba, al llegar, me doy con la sorpresa de que haz hecho de tu vida un desbande y que en tu depresión arrastraste a Steve contigo, no contento con eso, terminaste en el hospital debido al malamente famoso y muy temido proceso de separación. Tu, imbécil, para ser un genio renombrado, a veces eres realmente obtuso.
—John—Lo llamó Steve y lo miró severo, sintiendo la angustia crecer más y más dentro de Tony, quería acabar con todo esto de una vez.
—Steve, entiendo todo, pero, por más que seas su alfa, el no deja de ser mi hermano y un imbécil—John suspiró aliviado de ver al fin a su hermano—Ten, léelo, pero léelo con atención.
Tony tomó la carta que su hermano le entregaba con manos temblorosas, y en cuanto la abrió, sus ojos se llenaron de lágrimas al reconocer la letra de su madre.
Cariño;
Si estas leyendo esto, es muy probable que no te hayas dado cuenta de nada y te hayas sumergido en tu oscuro mundo de tormento, del cual espero que ya hayas salido. Mi amor, Steve y yo no fuimos destinados nunca, me di cuenta de ello cuando él desapareció y yo no pasé por el proceso de separación, tiempo después me encontré con mi destinado, el cual fue mi difunto esposo y padre de tus hermanos. Mi cielo, el verdadero destinado de Steve eres tu, es extraño que ninguno se haya dado cuenta de eso, pero para mi fue simple a la vista. Esas miradas, esas sonrisas que se dan de forma discreta cuando creen que nadie los ve y lo más concreto, tus feromonas apestan con la simple mención de su nombre. Y Steve, todas las veces que venía a verme, se quejaba de alguien que lo sacaba de quicio, pero siempre lo hacía con una sonrisa, una de esas visitas supe que eres tu cuando sentí tu aroma posesivo en él.
Mi amor, no pierdas la oportunidad de ser feliz con tu alfa, entre Steve y yo no hubo nada de lo que hay entre ustedes, ni de lejos, por eso, sean felices, de lo contrario, regresaré como fantasma para patearles el trasero a ambos.
Con amor.
Mamá.
Tony bajó la carta lentamente, dejando que su mirada y sus pensamientos vagaran en la nada.
—Tony, ¿Estas bien?
—Tu, ¿leíste la Carta?—preguntó a su hermano.
—No, pero, recuerda que yo manejo tus eventos públicos, no me fue difícil deducir que entre Steve y tu pasaba algo, poco después me percaté que tu aroma había cambiado sutilmente a más dulce, como el de un omega emparejado—Steve gruñó en posesividad —Oh vamos, hombre, es mi hermano.
—¿Me estas queriendo decir que se emparejaron sin darse cuenta de que eran destinados?—Preguntó incrédula Pepper.
—Eso suele pasar en parejas compatibles al cien por ciento, en los que se enamoran de verdad y no por un mero mandato de la biología—comentó el doctor.
—Yo...
—Déjennos solos—Todos salieron de la habitación ante la agresividad mostrada por el alfa de alto rango, una vez solos, Steve se fue acercando poco a poco a la cama—¿Te das cuenta de que por tus decisiones precipitadas casi nos matas a los dos?
Tony lo miró incrédulo por un momento, luego, la chispa de su genio brotó como nunca después de mucho tiempo de sentirse muerto por dentro.
—¿Mi culpa?, no es como si te hubiera visto discutir conmigo de...
Fue interrumpido por los labios insistentes de su alfa, si, su alfa, al fin podía nombrar todo lo que sentía dentro de sí sin sentir remordimiento alguno.
—Ahí estás, mi pequeño dolor en el trasero—lo besó Steve con alegría—temía haberte perdido.
—Por poco lo haces, lo siento.
—Yo también lo siento, de ahora en adelante, siempre discutiremos sobre las distintas posibilidades y situaciones que se nos presenten en el camino, ¿De acuerdo?
—¿Aun quieres estar conmigo?
—Siempre, además, no tengo de otra, durante tu celo anudé más veces en ti de lo que recuerdo, así que, es muy probable que ya no pueda deshacerme de ti.
—¡Oye!
—Te amo.
—Te amo.
—Un dólar por tus pensamientos.
Tony sonrió al sentir los brazos de su marido rodearlo desde atrás.
—Solo pensaba en que, hace unos años atrás, por poco y nos mato a los dos, ahora, henos aquí, celebrando nuestras bodas de plata, después de dos guerras galácticas, dos guerras civiles y varias batallas, claro está.
—Ciertamente tuvimos un inicio un tanto accidentado, pero, lo importante es que logramos superarlo, logramos superar todo aquello, de hecho—Steve besó su sien con ternura—¿Alguna vez te he dicho lo sexy que se te ven esas canas y que ese apodo de Silver Fox te queda como anillo al dedo?
Steve restregó su prominente erección contra el trasero respingón de su marido, quien arqueaba más la espalda, moviendo su cuerpo de forma sensual.
—¿Alguna vez te he dicho que eres un idiota?— Tony odiaba ese apodo y sus canas, pero, al parecer a Steve le encantaba, por lo que le daba el gusto al no pintarse el cabello, además, parecía que en serio lo prendía, por lo que no se quejaba.
—Si, varias veces en estos veinticinco años—Steve suspiro contento de que nada haya cambiado entre ellos, a pesar de todo lo que habían pasado, seguían juntos y amándose más que nunca—Dame un beso, mi amor.
Tony se giró entre sus brazos y lo besó con pasión, disfrutando de la cavidad y la lengua ajena.
—Rayos, veinticinco años y aún parecen unos adolescentes calenturientos, yo quiero ser así cuando sea grande—Sonrió Harley.
—Dios, consíganse una habitación, es realmente incómodo seguir viendo esto todo el tiempo—Se quejó Peter con falsa molestia, pero, encantado de que sus padres se vieran tan enamorados.
—El día en el que tu y esa calamidad que tienes por novio se vean tan bien como nosotros, ese día hablamos—le respondió Tony a su hijo mayor.
—Confirmo, esa en mi mami—Harley se acercó a sus padres y los abrazó con fuerza—Felicidades otra vez.
—Gracias, hijo.
—Que guapos se ven—Mogan llegó en ese momento y los observó con una gran sonrisa, para luego correr y besar a ambos en la mejilla—¿están listos?.
—Si.
—Siempre.
Ambos se dieron una última sonrisa mientras se dirigían de la mano nuevamente al altar, había sido difícil, pero lo habían logrado y estaban orgullosos y felices de haber formado su hermosa familia, felices de estar juntos. No había día que Tony o Steve no agradecieran a la providencia por sus vidas, por haberse encontrado en el momento más duro de sus vidas y que ambos hayan estado destinados a ser el uno para el otro y que sin saberlo, se amaran por encima de todo.
Bien dicen por allí que, aquellos que están destinados, siempre tienden a encontrarse y ambos, no podían estar más que de acuerdo con eso.

One Shots Stony y MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora