Omega:
Seres nobles y sensibles, capaces de enardecer una multitud o calmarla al instante, catalogados como la base de la sociedad, de carácter dócil, amables por naturaleza, dulces y de gran corazón, tendían siempre a estar apartados de los conflictos. De movimientos gráciles y apariencia afeminada, por regla general no llegaban al metro sesenta de estatura y carecían de vello corporal...
Steve Rogers iba repasando por enésima vez el concepto prescrito que caracterizaba a un Omega mientras veía precisamente al único Omega de la manada, quien, precisamente no encajaba en todo aquel perfil.
Alto en comparación con la media, de apariencia muy masculina, pero de una manera no tosca, ya que su atractivo entraba en la categoría de hermoso. Tenía curvas, si, pero se notaban los músculos duros, producto del riguroso entrenamiento al cual fue sometido.
De carácter fuerte y hasta un poco duro, no le interesaba caerle bien a nadie y menos a un Alfa, a los que él desafiaba cada vez que podía por el simple hecho de que podía. Era totalmente inmune a la "voz" y, por más enfadado que un Alfa esté a su alrededor él jamás agachaba la cabeza y ni hablar de mostrar su nuca. Al contrario, si era necesario se iba a los puño con ellos y siempre salía victorioso. Maltrecho, pero victorioso al fin y al cabo.
Era poseedor de una de las mentes más brillantes que la tierra haya poseído y no dejaba que nadie lo mandara o ninguneara por su casta, se había ganado su puesto de segundo al mando a pulso y sin tener que lamerle el culo a nadie, como él solía decir.
Vanidoso, arrogante, imprudente, altanero, desobediente, controlador por naturaleza, obsesivo compulsivo con su trabajo...
Y la lista seguía y seguía y todos los días Steve la repasaba en su cabeza cada vez que tenía un encuentro poco agradable con él. Aquel perfil, era todo lo que Steve detestaba en una persona. Él es un soldado con años de experiencia y entrenamiento y ese tipo de personas simplemente lo sacaban de quicio y, definitivamente Anthony E. Stark encajaba a la perfección con ese tipo de personas que él aborrecía.
Pero, desde el momento que se vio reflejado en aquellos hermosos ojos castaños, todo se fue al trate. Un día, discutía con él y al siguiente no paraba de mirarlo, de recorrer con sus ojos su cuerpo sin cansancio, imaginando si debajo de toda esa ropa, de las manchas de grasa y de toda aquella actitud hosca para con él, se hallaba una piel suave y sensible al tacto, su tacto. Si debajo de toda esa fachada de problemático metomentodo, se hallaba el dulce y tierno Omega que dictaban los estándares. Y él quería descubrirlo.
—No confío en alguien que no tiene un lado oscuro—lo desafío Tony mientras partía un tronco por la mitad.
Steve cogió uno y lo partió por la mitad con su propias manos, para luego arrojarlos con violencia lejos de él.
—Quizá aún no te lo haya mostrado.
El castaño sólo levantó una de sus perfectas cejas y le regaló una sonrisa de lado. Steve inspiró, intentando captar el aroma del Omega, necesitando saber fervientemente si aquella demostración de fuerza lo había excitado, pero no sintió nada, absolutamente nada.
Sabía de la casta de Tony por los archivos que le dieron a leer para conocer a su equipo, pero nunca había sentido su aroma y eso lo estaba volviendo loco.
Debía saber si aquel hombre tan desquiciante y diferente a él era su destinado, porque aquella obsesión que estaba haciendo estragos en él por causa de aquel hombre, no podía ser una simple calentura.
Entonces, sin importar qué pasara, tomó una decisión y avanzó hacia él, provocando que el castaño ampliara solo un poco su sonrisa torcida.
—¿Señor Stark?, perdón, pero tengo un tractor que no anda y Clint dijo que usted podría...
Tony parpadeó lentamente y luego ladeó sólo un poco la cabeza, como diciéndole "¿Que vas a hacer? " en cuanto Steve detuvo su avance amedrentado por Laura.
Cuando Steve apretó su mandíbula y los puños, Tony sonrió con burla y suficiencia.
—No hay problema, señora Barton—Tony giró y sonrió amablemente a la mujer—y tu, no toques mi pila.
Steve estrechó los ojos al ver cómo el castaño se iba, dejándolo sólo. El contoneo de sus caderas lo estaba haciendo salivar como un perro hambriento y eso no era para nada bueno y menos si su celo estaba cerca. Debía saber si Anthony E. Stark es su Omega destinado, antes de que sea demasiado tarde.
[...]
Los ánimos estaban por los suelos tras lo sucedido con Ultron, aquello que los orilló a refugiarse en la casa de Clint, enterándose que tenía familia y todo. Pero tras las palabras de Fury, los ánimos se elevaron considerablemente, o ese le pareció a Steve, quien, luego de aquella charla motivadora, salió a terminar lo que había dejado en la tarde. Eso de cortar leña lo había relajado de sobremanera y lo había puesto a pensar en serio.
Si, Tony había sido participe en la creación de Ultron, por no decir que era prácticamente su "padre", pero no lo había hecho con mala intención. Él quería proteger al mundo y protegerlos a ellos del peligro, demostrando ante sus ojos el gran corazón que poseía. Él no tenía la culpa de que aquel robot de alguna manera tétrica, —muy al estilo de Terminator, si, Sam lo había obligado a verla— que haya adquirido una conciencia propia y que haya tergiversado la idea que su creador le había implantado. Ultron también quería la paz, pero exterminando a la raza humana.
Y eso él no lo permitiría y por la forma en la que Tony luchaba, se notaba que él tampoco se rendiría.
Nadie más lo notaba, pero a sus ojos, era obvio que Tony estaba sufriendo por los estragos cometidos por su creación, de pronto, Steve quiso consolarlo de alguna manera, quería abrazarlo, sentir su piel, su aroma, aquel que se estaba escapando de sus sentidos por alguna razón que él aún no entendía, pero que lo averiguaría.
Mientras se duchaba, pensaba en aquella obsesión que tenía con el castaño, aquella sensación de vacío que sentía cuando discutía con él y este se alejaba de él, o cuando lo ignoraba de forma olímpica o lo sacaba de sus casillas. De los celos rabiosos que sentía cuando llegaba la señorita Potts y se lo llevaba lejos a algún viaje de negocios o cuando se encerraba con Bruce por días intentando traer a la vida alguna cosa loca.
Para cuando ya estaba seco y con ropa encima, se dio cuenta de lo inconfundible, estaba enamorado. Enamorado hasta el tuétano. Mientas caminaba con una sonrisa por el pasillo hacia la cocina, se percató que aquello de "los polos opuestos se atraen" era condenadamente cierto.
De pronto, un aroma tan exquisitamente embriagante llenó sus fosas nasales, haciendo que se dilataran junto a sus pupilas. Nunca le gustó el café y mucho menos su aroma, pero este olor combinado con el del chocolate bíter lo estaba haciendo hasta salivar de las ganas de beberlo.
—¿Alguien está bebiendo café con chocolate?— preguntó a su manada que, en esos momentos estaban tomando su cena.
—Lo siento cap, en esta casa no bebemos café —dijo Clint mientras le servía un vaso con leche a su hija mayor.
—Pues, claramente me parece que alguien está rompiendo las reglas—comentó Steve pasando saliva—¿no lo huelen?, es realmente delicioso.
Todos negaron con la cabeza.
—Es extraño, que yo recuerde, a ti no te gusta el café.—comentó Natasha mientras jugaba con el hijo menor de los Barton.
—Y recuerdas bien, pero este aroma, realmente lo siento exquisito.
En ese momento, Steve dirigió su mirada hacia Tony quien, en un principio lo recibió con una sonrisa burlona, ahora, su sonrisa se había borrado y lo miraba con el ceño fruncido. En ese mismo momento se percató que aquel delicioso aroma había desaparecido.
—Bueno, es hora de dormir.—comentó Clint.
—Pero, todavía es temprano, mamá—se burló Tony, luego de sacudir su cabeza.
—Si, bueno, así son las reglas—Se encogió de hombros el arquero—por cierto, tendrán que compartir habitación.
El corazón de Steve latió emocionado por la pareja que le había tocado, sin esperar ni un segundo, se metió en la habitación, pero, como no quería lucir evidente, se acostó en la cama y se puso a leer un libro que había conseguido gracias a Laura, mientras esperaba que el castaño hiciera su majestuosa aparición. Y vaya que la hizo.
—Espero que no te moleste, tu camiseta era lo único que estaba seco, por regla general, suelo dormir desnudo, pero creo que eso te hubiera dado un infarto.
Tony, el bendito hombre del que estaba enamorado había llegado luciendo la camiseta que él usaba bajo su traje. A simple vista, le quedaba enorme, pero, ver aquellas piernas largas y con músculos resaltando en los lugares correctos, pusieron a cierta parte de su anatomía en estado de alerta máxima.
De pronto, Steve comenzó a sentir calor y sus encías comenzaron a hormiguear. La necesidad de morder y yacer con alguien se estaba haciendo más grande cada vez. Su cuerpo comenzó a soltar feromonas sin él poder controlarlo del todo, intentando inconscientemente capturar la atención del único Omega que tenía cerca.
No era posible, pero su celo, se había adelantado.
Tenía que salir de allí.
—Oh, así que sí eres tu.
Susurró Tony en el momento en el que Steve se levantaba de la cama para salir corriendo en busca de algún supresor antes de que el deseo sea incontrolable y termine atacando a Tony, cortando así alguna posibilidad de algún acercamiento romántico con el genio.
Pero, sus planes se vieron frustrados cuando aquel aroma a café con chocolate le saturaron los sentidos haciéndolo caer nuevamente a la cama, entonces, lo supo.
—Eres tu.
—Yo, soy un Omega Prime con tendencias alfas —Tony avanzó lentamente hacia el capitán, que se encontraba sentado al borde de la cama, sosteniéndose al colchón con gran dificultad, como si intentara no saltarle encima—y tengo un característica particular, mi aroma no puede ser percibido con facilidad, solo mi destinado tendrá ese derecho y, en mi opinión, ese privilegio.
Tony llegó hasta Steve y se montó sobre él, alzando su rostro sonrojado para mirarlo con detenimiento. Los ojos azules brillaban intensamente y las pupilas estaban dilatadas, su expresión embriagada le decía que estaba a punto de caer y eso, lo complació de sobremanera.
—Yo, no quiero hacer esto— sus grandes manos tomaron la estrecha cintura de su destinado— no así, yo... Necesito... Estar consciente.
—Eres tierno—la voz sexual de Tony lo tenía a segundos de perder el control—yo tampoco lo quería así, pero así son las cosas, además, yo no soy un Omega pegado a la regla, tampoco esperaba que el conocer a mi destinado fuera de la manera convencional.
Tony restregó su mejilla derecha con la contraria en señal de aceptación, arrancándole un gemido ronco al rubio.
—Además, tu me necesitas y yo también te necesito—Tony se levantó solo un poco sobre sus rodillas y cogió los bordes de la camiseta, alzándola sensualmente por sus piernas, para luego dejarse caer sobre la enorme erección contraria y frotarse contra ella obscenamente.
Steve gimió al percatarse que el castaño no llevaba ropa interior y por cómo su pijama se estaba mojando por su excitación. Tomó con más fuerza la cintura contraria y enterró la nariz en su cuello, sintiendo más fuerte aquel aroma a café con chocolate. Iba a perder el control, pero antes, debía confesarse.
—Estoy... Enamorado de ti... Te... Quiero...
—Eso es obvio—Tony sonrió feliz, triunfante, por lo que tomó su rostro entre sus manos—y yo te quiero a ti desde que tengo uso de razón.
Con esa declaración Tony unió sus labios en un necesitado beso. Steve no necesitó más, sus manos destrozaron su propia camiseta, dejando a su Omega totalmente desnudo. Acarició su cuerpo con avaricia mientras el contrario le quitaba la ropa.
Steve se levantó de la cama con Tony en brazos para que éste le baje los pantalones, ambos gimieron cuando cayeron a la cama mientras se besaban con pasión y se regocijaban al sentirse piel con piel por primera vez. El capitán quería ir despacio, por su alfa lo único que quería era penetrar a su Omega y perderse entre su calidez mientras era envuelto por aquel aroma tan atractivo.
Guiado solamente por su instinto, lo fue penetrando poco a poco, tragándose el gemido agónico del castaño mientras iba abriéndose paso por su estrecho canal.
Posó una mano en la cadera del genio para sostenerlo con fuerza para luego penetrarlo repetidas veces a su antojo, mientras Tony lo abrazaba con su brazos y piernas, ondulando su cuerpo al ritmo de las penetraciones, tratando de sentir todo de su alfa. El reactor de Tony en su pecho le araña la piel, arrancándole gemidos de pasión pura, estaba a punto de llegar, por lo que rompió el beso y giró el cuerpo de su Omega debajo de él, levantó sus caderas lo justo para luego penetrarlo rudamente.
Comenzó a lamer la piel de su espalda, a arañarla con sus dientes, tratando de dejar su marca sobre él, cuando llegó a su nuca, olfateó su glándula, aquella que concentraba su aroma único.
—Hazlo, siempre he sido tuyo, siempre seré tuyo.
Su alfa rugió en victoria ante aquellas palabras, entonces, sin preámbulos de por medio, enterró su fauces en la piel sensible, formando de una vez y por siempre su vínculo. Ahora, eran uno solo.
Aquello los llevó a ambos al orgasmos más bestia que haya podido sentir un ser humano, con sus corazones latiendo al unísono.
—Vaya... Eso fue...
—Mágico—lentamente Steve comenzó a lamer los restos de sangre de su mordida, escuchando el más hermoso gemido de su Omega—Te quiero.
—Yo te quiero más.—Tony giró su cabeza y buscó sus labios, siendo recompensado con un beso, mientras su alfa se acostaba de lado en la cama, arrastrándolo con él de modo que quedaran como cucharitas en un cajón mientras el nudo disminuía.
Steve lo besó y acarició con avaricia, percibiendo mediante su lazo toda la alegría y el amor del castaño por su unión.
De pronto, el cuerpo de Tony comenzó a arder y su aroma se hizo más intenso, provocando aún más al celo de Steve.
Había escuchado que aquello podía pasar, pero solo ahora podía comprobarlo.
—Despertó mi celo, capitán—jadeó Tony mientras su entrada se contraía al rededor del miembro del mayor.— espero y te hagas responsable.
—Oh, por supuesto que me haré responsable, gatito.
Con aquellas palabras y libres del nudo, comenzaron la segunda ronda entre mimos y besos húmedos.
[...]
Las cosas habían salido mejor de lo que esperaban, habían acabado con Ultron y tenían en su equipo nuevos aditivos. Tras despedirse de Thor, Steve y Tony se quedaron solos.
—Para nadie es secreto que pasamos juntos nuestro celo—comentó el castaño mientras caminaban hacia su auto.
—Quien sabe, a lo mejor y no se dieron cuenta—comentó risueño Steve.
—Estuvimos encerrados cinco días en esa habitación, Steve, en la cual solo se escuchaban gemido, gruñidos y gran variedad de obscenidades.
—Además del hecho de que cada cierto tiempo nos dejaban sendas bandejas con comida y que al final, cuando salimos, estábamos llenos de medidas y marca de besos por todas partes.
—Nunca se me va a quitar de la mente la cara de Clint cuando nos vio.
Aquella cara de sorpresa del arquero merecía un busto.
—Bueno, tendrá que acostumbrarse, ya que pronto estaremos más unidos que nunca.—Steve lo pegó a su cuerpo y enterró su nariz en su cuello, aspirando su aroma combinado y algo más.
Tony rio con soltura.
—Si que eres potente, capitán, me gusta.
Ambos se fundieron en un sentido beso, rogando por que su felicidad nunca se viera interrumpida por nada ni por nadie.
Quien diría que el amargo aroma del café, sería el aroma del amor para Steve y que este, caería gustoso en la adicción.
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One Shots Stony y Más
FanfictionCompendio de One Shots de las parejas de Marvel de mi prelidección.