Con la misma moneda

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Malibú, 12:00 am.

Tony Stark llegaba de un largo viaje de trabajo, en el cual estuvo de reunión en reunión, de conferencia en conferencia, soportando las impertinencias de los lame botas y los acercamientos de hombres y mujeres de reputación flexible, proponiéndole siempre una noche que jamás olvidaría.
El los rechazó a todos y cada uno de ellos rodando los ojos, ya que, después de haberse acostado con su esposo, difícilmente alguien estaría a la altura. Él y Steve Rogers llevaban casi cinco años de feliz matrimonio, lleno de altibajos debido a sus diferencias de opiniones en asuntos de S.H.I.E.L.D y los Vengadores, pero, con mucho y lujurioso amor.
Soltó un suspiro enamorado mientras entraba a su casa, había tenido una semana larga y lo único que quería era fundirse en los brazos de su esposo y convertirse en uno, su cuerpo, su mente, alma y corazón eran solo para Steve y tenerlo lejos lo hacía sentirse morir lentamente.
Sabía que no habían tenido misiones desde hacia un par de días, por lo que muy probablemente su amado esposo estaría durmiendo abrazado a su almohada, en su lado de la cama, echándolo de menos tanto como Tony lo hacía. Sin hacer mucho ruido, dejó su maleta de mano en la sala de estar y con sigilo subió a su habitación, y, muy despacio, abrió la puerta. Su habitación estaba en penumbras, pero la luz de la luna se filtraba por la ventana iluminándolo todo, su corazón detuvo sus latidos, para luego retomar un latir errático.
Steve, se encontraba totalmente desnudo sobre la cama matrimonial, con una mujer desnuda sobre su pecho; Tony se acercó lentamente lo suficiente, con la respiración acelerada, dando la vuelta a la cama para ver el rostro de la mujer, su cabello rojo fuego era inconfundible, pero él tenía la esperanza de que no fuera así; pero, sus miedos fueron confirmados a verle el rostro.
Natasha se encontraba abrazada al cuerpo de Steve íntimamente, sus cuerpos, aun se encontraban perlados por el sudor de la reciente faena. Tony cerro las manos en un puño, estaba a punto de ponerse su armadura y matarlos a los dos por traidores, pero se contuvo, quería saber por qué le habían hecho algo así a él y al mejor amigo de Steve y esposo de ella.
Con un nudo en la garganta y conteniendo las ganas de llorar, se dio media vuelta y salió de la habitación, llegó al primer piso directo a la barra para servirse un trago de fuerte escocés. Tras un par de tragos, se calmó un poco y se sentó en el sofá por sabe Dios cuanto tiempo con un vaso de licor en la mano, hasta que decidió que ya habían tenido suficiente descanso esos dos.
—Viernes, despiértalos—le dio un trago a su vaso.
—Enseguida, jefe.
Un fuerte estruendo se escuchó, no escuchó gritos debido a que ellos eran unos soldados experimentados y versados en la guerra, pero, sí que escuchó la salida de su habitación y la carrera escaleras abajo. Steve cargaba su escudo hecho una furia mientras que Natasha empuñaba sus armas, dispuesta a acabar con el enemigo.
—¿Tony?, por Dios, ¿estas bien? — Steve se acercó, pero Tony no hacía otra cosa que dirigir su mirada apagada de él hacia un punto a su lado, extrañado, giró su rostro y se encontró con Natasha, totalmente desnuda; al igual que él.
Cuando la espía se dio cuenta, cerró los ojos, de pronto viéndose muy pálida.
—Dios—susurro Steve queriéndose morir.
En ese momento Tony se hizo a un lado del sillón y vomitó, su estómago no había soportado semejante escena y menos escuchar a Dios de los labios de un infiel. Con toda la dignidad posible, se limpio la boca con el pañuelo que cogió del pecho de su saco.
—No suelo ser muy creyente, pero, te sugiero que no metas a Dios en esto, él no tiene la culpa de la porquería que han hecho.
—Tony... Yo...
—Tu, te callas—interrumpió Tony a Natasha— fuera de mi casa, antes que me olvide de que soy un caballero y quiebre tu cuello, aunque te lo merezcas, yo no merezco mancharme con tu inmunda sangre.
La mujer, asustada de Tony, salió de allí, no sin antes pasar por su ropa. No había nada que la asustara, pero, ver a un hombre herido por la traición, era otra cosa.
Steve esperó a que se fuera para comenzar con la sesión de humillación por su parte.
—Tony, por favor...
—Antes que nada, ponte algo encima, que, a ella no es a la única que quiero romperle el cuello.
Steve asintió y fue en busca de un pantalón y una camiseta, se las puso velozmente; cuando regresó, Tony se había levantado y observaba la playa por el gran ventanal.
—¿Desde cuando nos ven la cara a mi y a tu hermano?—pregunto sin rodeos Tony, le dolía el alma, pero, debía saber en qué había fallado.
—Solo pasó esta noche—Steve quería acercarse, pero sabía que no era una buena idea.
—¿Y esperas que te crea?
—Te lo juro por mi vida, que eres tu.
Tony bufó ante semejante cinismo de su esposo.
—Mira, será mejor que jures por otra cosa porque, tu vida, se fue a la mierda.
—Por favor, déjame explicarte—Steve no sabia por donde empezar, pero, si quería tener alguna oportunidad de conseguir el perdón, debía hablar con franqueza— solo sucedió esta noche, te lo juro, Natasha, ella estaba muy mal y vino a verme, discutió con Bucky...
—De seguro Barnes se enteró que es una ramera que le gusta acostarse con sus amigos—Interrumpió Tony destilando veneno por sus poros.
—Discutió con él —Continuó Steve, intentando no ofender aún más a Tony— estaba muy mal y tras escucharla, comenzamos a beber.
—El cuento de que me pasé de tragos y no sabía lo que hacía, es un clásico, te creería si no supiera que tu, no puedes emborracharte.
—Yo no, pero ella si, ella, me empezó a besar, la alejé de mi, pero, se puso a llorar y a decir que nadie la quería, que no era atractiva y que, mejor sería que desapareciera, yo no podía dejarla así...
—Y te acostaste con ella.
—Yo no quería, cuando me di cuenta, ella estaba desnuda y sobre mi.
—Y tu eres un pobre muchacho débil que se dejó hacer de todo por una malvada mujer—ironizó Tony, doliéndole todo el cuerpo, quería gritar, pero, no le daría el gusto de verse roto.
—Yo, fue un error, y te juro que me arrepiento, en cuanto sentí sus labios, eché de menos los tuyos, eché de menos tu cuerpo, yo...
—Cállate, maldito, no me vengas con eso, dime, ¿tan poca cosa valgo para ti? ¿Tan poco vale tu amistad con James? ¿En que me equivoque?.
—No, por favor no—Steve se acercó a Tony y se arrodilló, para luego abrazarse a sus piernas, mojando su carísima camisa negra de seda con sus lágrimas— tu no tienes la culpa de nada, yo soy el culpable de todo, yo me equivoque y me arrepiento de todo, te juro mi amor que, mientras estuve con ella era en ti en quien pensaba, no dejaba se desear que fueras tu, por favor perdóname... Mi amor, perdóname... No me dejes por favor...
—Me traicionaste, Rogers—Tony forcejeaba para separarse de él, no quería sentirlo, le devolvía el estomago—traicionaste a tu amigo, yo no puedo confiar en ti, quiero el divorcio y que te largues de mi casa...
—No, por favor mi amor, por favor, no me dejes...yo te amo
—Quien ama, no traiciona, Steven, y tu, me clavaste un puñal en el corazón —Las lágrimas de Tony fluían para ese punto sin control, lo habían matado y de la forma mas horrible que existía.
—Perdóname amor, perdóname por favor, haré lo que sea para compensarte, juro que haré lo que sea, pero, por favor, no me dejes, yo te amo.
—¿Lo que sea? —Para zafarse de esto, tuvo una buena idea.
—Lo que sea, amor.
—Primero, suéltame—Steve así lo hizo, pero siguió de rodillas—segundo, tu mismo se lo dirás a James, si quieres que te perdone, tu mismo se lo dirás.
Vio la expresión mortal de Steve, pero, estaba decidido.
—Se lo diré, pero, por favor, no me dejes.
—Hazlo, y hablaremos luego de ello, ahora, si me disculpas, espero y entiendas que no quiera estar cerca de ti en estos momentos, su perfume sobre tu cuerpo me da asco.
Antes de salir de la casa con su maleta, escuchó el llanto desgarrado de Steve ante sus últimas palabras, nunca le había negado su piel, por lo que hacerlo ahora, debía de estarlo matando, aunque quien sabe, si se había acostado con otra, en su casa, en su propia cama, muy probablemente su amor no significara nada.
Con ese pensamiento, Tony se dirigió al único lugar en donde lo podrían acoger y donde podría llorar su desdicha y quizá, beber hasta perder la conciencia.
[•••]
La puerta de su oficina se abrió intempestivamente.
—¿Tu lo sabias?
Tony levantó la mirada y sintió pena por él, por si mismo, ver la expresión herida y furiosa de James era de seguro la misma que él habría mostrado hace tres días cuando encontró juntos a aquellos traidores.
—Si, me enteré hace tres días cuando llegué a mi casa, después de una semana larga de trabajo y lo único que quería era estar entre los brazos de mi esposo, pero, vaya sorpresa que me dio él.
Las palabras sonaron amargas, le habían destruido la vida, no tenía porqué disfrazarlo.
—Tu los encontraste—James se pasó la mano izquierda por la cara—Esos malditos hijos de puta, descarados sinvergüenzas.
Se acercó hasta la silla libre frente al escritorio del genio y se dejó caer sin ningún cuidado.
—Esos calificativos les sienta muy bien, aunque, creo que podría agregar unos cientos más floridos.—ironizó el castaño, intentando animar un poco a aquel soldado.
Si bien es cierto, en un principio, no se llevaban bien y menos tras enterarse de que él había asesinado a sus padres bajo el control mental de Hydra, pero, tras una larga plática, ambos se perdonaron. Por lo que, no le gustaba verlo así, nadie se merecía ser traicionado.
— Y, pensar que hace unos días atrás hablamos de tener un hijo. Esa maldita...
—Curioso, Steve me pidió lo mismo hace un tiempo, ya lo había decidido y justo aquella noche se lo iba a decir, bueno, al menos su deseo se cumplirá, no vi ninguna envoltura de condones cerca de ellos.—Su garganta se cerró, se quería morir, ya no soportaba tanto dolor en el cuerpo y el alma.
James gimió de dolor y estiró las manos por encima de su escritorio, en una de ellas llevaba un pañuelo, Tony lo cogió con una mano y se limpio el rostro, mientras que con la otra, tomó una de sus manos. Los nudillos del soldado estaban rojos y magullados,—al menos los de su mano buena—parece que él si no se había podido contener.
—Steve... Steve me dijo que tu lo habías perdonado, que, ambos seguirían como si nada.
Tony soltó una carcajada irónica, cargada de veneno.
—Pues, en verdad es una pena que piense que soy tan estúpido, eso no sucederá, esto de aquí—dio unos golpecitos a la carpeta negra que tenía frente a él—son los papeles del divorcio, ya los firmé y oficialmente, ya estamos divorciados, no quiero estar atado a alguien como él, no más.
—El proceso fue rápido.
—Mostré pruebas fehacientes, un vídeo.
—Dios—James apretó sus manos en señal de apoyo y dolor, Tony no merecía algo así ya había sufrido bastante—¿Lo viste?
—Si, quería saber si ella es tan buena como yo, pero, no lo es, conozco a Steve en ese aspecto y sé, que no se quedó satisfecho—los ojos de James brillaron con una luz distinta, pero, Tony no lo había visto ya que cerró los ojos para detener aunque sea un poco sus lágrimas —¿Por qué nos hicieron esto?
Su pecho se desgarró y el llanto se abrió paso, James se levantó de inmediato, rodeando el escritorio para alcanzar al destrozado hombre que tenía frente a él y lo levantó de su asiento para abrazarlo. Ninguno de los dos se merecía esto, ellos no habían hecho nada más que entregar sus vidas y ser devotos a un amor que creyeron nunca los lastimaría, que equivocados estaban.
—Como quisiera pagarles con  la misma moneda—Dijo entre dientes James—Por lo menos, el dolor sería más llevadero.
—Créeme que lo intenté, esa misma noche, quería revolcarme con el primero que encontrara para que borrara de mi piel sus besos, pero, al momento que apareció la idea, la descarté, yo no soy así y tu tampoco.
—Eso es lo que más duele, no somos como ellos y aún así, nos destrozaron el alma.
Ambos permanecieron abrazados por mucho tiempo, curiosamente, sus corazones se calmaban mientras escuchaban los latidos y la respiración del otro.
—Jefe, el director Fury quiere comunicarse con usted, al parecer, hay una emergencia.
La voz de Viernes rompió el hechizo, ambos pusieron un poco de distancia, más no demasiada.
—Gracias, linda.
Tenían una misión en conjunto, no querían aceptarla, pero, el deber era primero, luego de aquello, pensarían en tomarse una excedencia, ya que no podían compartir el mismo espacio que aquellos dos traidores.
[•••]
La misión había sido complicada, habían salido muy mal heridos debido a la descoordinación del equipo, todo gracias a Steve, quien por intentar acercarse a Tony, descuidó el planeamiento de la misma. Casi le da un ataque cuando el genio salió muy herido y con su armadura hecha pedazos, como era de esperarse, se acercó a su esposo para ayudarlo, para protegerlo, pero ni éste, ni Bucky se lo permitieron, Steve no tuvo de otra más que acampar fuera de la habitación del genio para obtener una oportunidad de verlo.
Nadie le decía nada, ya todos sabían de su desliz gracias a que su amigo lo agarró a golpes dentro del cuartel y, posterior a eso, Tony le había entregado los papeles del divorcio y le había lanzado los anillos de boda y compromiso que él le había regalado a la cara. De nada sirvió cuanto le lloró o le suplicó para que lo perdonara, para que le diera una oportunidad, para poder compensarlo, Tony no dio su brazo a torcer y, estaba seguro que en un futuro, tampoco lo haría, pero él no se daría por vencido, no después de haber luchado tanto por su amor. Le daría tiempo para que se tranquilizara, luego, iniciaría con la reconquista.
Steve se puso de pie en cuanto escuchó unos pasos acercarse.
—¿Como sigue? —Steve pasó una de sus manos por su cabello, ella era la última persona a la que quería ver y menos en el mismo recinto donde se encontraba Tony.
—¿Que haces aquí?
—Estoy preocupada por él—susurro Natasha, dolida por la actitud del rubio, la culpaba de todo, cuando ambos habían sido culpables.
—Ahora, ¿por que no lo hiciste cuando te me tiraste encima? —soltó entre dientes enojado.
—Tu también eres culpable, debiste haberme detenido, debiste haberme golpeado si era necesario.
—No sabes cuanto me arrepiento de no haberlo hecho en ese momento, quizá la maldita misión no habría salido un desastre, quizá ahora, estaría allí dentro—señaló la puerta de la habitación del genio—con mi esposo y no aquí afuera, contigo y sin saber nada de él.
Natasha se sentía morir, no entendía en qué momento habían cometido tal error, pero se arrepentía enormemente, ya que había destruido dos matrimonios, a su parecer, perfectos. El mismo día que Tony le entregó el divorcio a Steve, James había hecho lo mismo, mientras que Tony se mostró muy agresivo y despectivo, James mantuvo la compostura, ella hubiera querido que le gritara o incluso la agarrara a golpes, pero no fue así, en su lugar hizo algo peor, la ignoró y la trató con frialdad, algo que realmente le dolía mucho más que las palabras hirientes; su indiferencia.
—¿Que demonios hacen aquí?—Lo que le faltaba—¿Al fin decidieron mostrar su amor en público?, si es así, vayan a hacerlo a otra parte.
—James, estoy aquí por que quiero saber sobre Tony, por favor, no quiero pelear.
—Tu no tienes nada que hacer aquí y menos tu. —miró a Natasha colérico, provocando que la espía se encogiera de dolor.
—Tony es mi esposo y es lo que más amo en este mundo.
—Tu ya no eres nada suyo, no hay nada que lo una a ti, lo perdiste cuando decidiste engañarlo con otra ¿amor dices?, lo hubieras tenido en cuenta antes de revolcarte con tu amante en su propia cama.— el soldado del invierno habló entre dientes, intentando mantener a raya su voz, la vergüenza ajena no le permitía alzarla más.
—Eso no es cierto, James, Steve y yo no somos amantes, lo que pasó entre nosotros fue un error, no fue premeditado. Te juro que no queríamos que pasara.
—Pero pasó, pasó, nos traicionaron de la forma más vil y cruel, ¿que les hicimos nosotros para que nos hicieran esto? ¿Que te hice yo a ti?—James miró directamente a Natasha—Dejé mi mente en tus manos, ¿puse mi vida entera a tus pies para que me pagues así?
—No, James, mi amor, por favor...
—No me llames así, perdiste ese derecho en cuanto te acostaste con este imbécil solo porque discutiste conmigo, sabrá Dios con cuantos más lo habrás hecho por cada pelea que tuvimos.
—James, cálmate—Pidió Steve, sintiéndose muy mal y viendo a Natasha destrozada; pero eso a James no le importaba.
—Y tu, ¿no te costó acaso sangre sudor y lágrimas tenerlo a él?, te vi llorar y sufrir por su ausencia, por su negativa a hablar contigo después de que le ocultaste la verdad sobre mi, ¿como pudiste hacerle eso?
Steve escuchaba en silencio, apretando los dientes, recordar aquello lo hacía sentirse más miserable de lo que ya lo hacía.
El móvil de James sonó y éste lo tomó de inmediato, leyendo rápidamente el mensaje escrito en él.
—Tony será dado de alta hoy y espero, si tienen un poco de vergüenza y respeto por nosotros, que desaparezcan de aquí.
James quitó de un empujón a Steve de la puerta, para ingresar a la habitación, cerrándola en su rostro, encontrándose a un Tony llorando desconsoladamente acostado en la cama de hospital, sujetando con fuerza su móvil.
—¿Que sucede? —se acercó de inmediato y tomó su rostro.
—Estoy embarazado...
[•••]
Tony había pedido su baja indefinida, no había dicho nada sobre su embarazo, pero, había tenido un motivo más que potente para no participar activamente en las misiones, ya que gracias a eso, casi los matan a todos.
Tenía que darle crédito al destino, había jugado sus cartas tan bien que lo habían jodido en serio y sin retorno, cargaba en su ser al hijo de un infiel y no podía hacer otra cosa más que agradecer por eso. Lo buscó tanto y por tanto tiempo que ya había perdido la esperanza al no quedar en estado, al ser un Doncel, no debería de tener problemas, ya que eran muy fértiles, pero él ya había pasado la edad en donde les resultaba más que fácil concebir.
Bruce le sugirió que acabara con el embarazo, ya que, era muy riesgoso para su vida y más aún en el estado de depresión en el que se encontraba, pero Tony se negó rotundamente, él saldría bien librado de ésta, igual que su bebé, igual que siempre.
—¿Necesitas algo más?
—No, gracias, estoy bien.
James sonrió y se sentó a su lado para terminar de ver la película que habían escogido para hoy.
Desde que le dijo sobre su embarazo, James no se había separados de él en ningún momento, de hecho, se había mudado con él a la casa que tenía en el centro de Nueva York. Estaría en deuda eterna con este hombre que, sin ser absolutamente nada de él lo cuidaba, veía por sus necesidades y hasta lo mimaba cumpliendo con sus antojos y caprichos. Sino hubiera sido por él, muy probablemente se habría sumido en la desesperación  y hubiera cometido una locura.
La convivencia juntos le había hecho ver lo divertido e inteligente que es, audaz, de mente muy abierta e ingeniosa, y también, actitud seductora.
—Si me sigues mirando así, pensaré en verdad que me salió otra cabeza—Soltó de pronto un poco cohibido ante el escrutinio del genio.
—No deberías estar aquí.
—¿Me estas echando?
—No me refiero a eso, digo que, es sábado, deberías estar afuera, divirtiéndote, conociendo a mujeres que te hagan olvidar el mal momento, no aquí, viendo Mary Poppins con un hombre depresivo que, por si fuera poco, está embarazado y hormonal.
James le regaló una sonrisa torcida, especialidad de la casa, Tony tenía la sospecha que aquella sonrisa la usaba para realizar sus conquistas.
—Para empezar, me divertí como no tienes idea en mi juventud, por lo que no extraño esas salidas nocturnas, además, no me gusta la música rara que tocan en las discotecas en la actualidad, salvo por la música electrónica y el reggaetón que se escuchaba por allá en el inicio del milenio—Tony lo miró sorprendido con una ceja enarcada— si, me tomé la libertad de escuchar lo que suena en las discotecas hoy en día, y en cuanto a lo otro, ya tuve suficiente de mujeres, creo que con Natasha, ya cubrí mi cuota de mujeres para esta vida y por último, tu no eres tan mala compañia, hormonal y todo.
Tony rio tranquilo y despreocupado, algo que causaba estragos en los latidos del soldado.
—Gracias por lo de hormonal, pero en serio, si quieres salir por ahí, ve, estas en todo tu derecho.
—Quiero estar aquí, contigo, con ustedes —Posó su mano izquierda en su vientre ligeramente abultado. Ambos de miraron por largo rato, hasta que Tony posó su mano sobre la de James.
—¿Sabes?, viendo lo dulce y atractivo que eres, creo que sería buena idea pagarles a Steve y Natasha con la misma moneda.
—¿Te me estas insinuando?
—No lo sé, puede ser.
De pronto, el ambiente entre ellos cambio y la tensión se hizo palpable. Si les preguntaban más adelante, no sabrían quien habría empezado el beso, lo único que tenían claro era que ambos se encontraba abrazados, fundidos en un beso muy tierno que, poco a poco subía de intensidad. En un movimiento osado, Tony se había montado a horcajadas sobre James, quien a su vez, había metido las manos por dentro del pantalón de deporte del genio para acariciar con avaricia sus bien formadas nalgas, meciendo sus caderas contra su miembro dispuesto a dar guerra, arrancándole un gemido delicioso al oído.
Aquello fue lo que lo devolvió del país de la lujuria infernal.
—Tony... Espera... Por favor—James sacó sus manos de donde las tenía bien cómodas, para posarlas sobre la cintura de Tony, juntó sus frentes, sus respiraciones eran agitadas; James se sentía dichoso, nunca había sentido nada parecido—¿Estas seguro de esto, bonito?
—Si, James, estoy seguro y no lo digo por querer hacerlo simplemente por molestarlos, tu, en verdad me gustas, en serio me gustas—Tony tomó su rostro entre sus manos, para mostrar la sinceridad de sus palabras en sus ojos.
—Si tu y yo hacemos esto, debes saber que no será solo para una noche, tendremos un compromiso, tu también me gustas y no te quiero solo para una noche, te quiero para todas.
—No esperaba menos de ti, acepto.
Tony lo besó con mucha más pasión que antes, James se puso de pie con el genio colgado de su cuerpo y se dirigió a la habitación. Mientras se desnudaban mutuamente, trataban por todos los medios de concentrarse en ellos dos y no en las caricias y besos de aquellos sobre sus pieles. Para James fue un poco más fácil, ya que Tony es hombre y la textura y curvas no son iguales, pero aún así, las curvas y la piel del hombre se le antojaron más suaves y sexys, tenía la sensación de que Tony arrancaría fácilmente de su sistema a Natasha y borraría de su piel las huellas que ella dejo.
En cambio para Tony fue un poco más difícil, ya que Steve y James compartían casi la misma complexión, pero, el sentir su mano hecha de vibranium tocar las partes de su cuerpo que había olvidado que existían, le recordaba quien era el hombre que lo iba a hacer suyo. Creía que, con el tiempo, podría llegar a amar su tacto, igual o incluso más del que había amado el de Steve.
En cuanto James entró en su cuerpo, creyó ver las estrellas, ambos se besaron con tierna lujuria mientras el mayor lo penetraba con cierta rudeza, pero con cuidado, marcando un ritmo pausado, restregando su cuerpo contra el contrario, como si quisieran que sus pieles se conocieran y se grabaran sus texturas, al igual que sus labios.
Distintos a los otros, pero, habidos de aprender el uno del otro.
En un movimiento fluido, Tony los hizo cambiar de posición, quedando él arriba, teniendo la vista perfecta del hombre ido por su sexo debajo de él, sin esperar comenzó a moverse como sabía que muy probablemente le gustaría tanto que lo volvería loco y adicto a ese movimiento ondulante de sus caderas, y no se equivoco.
James dejó los gruñidos para gemir libremente, cosa que excitaba a Tony como no tenía ni idea, haciendo que moviera más rápido sus caderas, llevándolo más hondo en su ser.
—James... James...
El mencionado lo sostuvo de las caderas y lo ayudó a que siguiera moviéndose de esa forma y, al percatarse que decía su nombre, que, lo llamaba a él cerca del orgasmo, lo llenó de orgullo.
—Bucky... Dime Bucky...
—Bucky... Bucky... Oh, Barnes...
—Anthony... Kotenok...
Ambos llegaron al orgasmo más intenso que habían tenido nunca, estaban tan satisfechos que, ninguno se dio cuenta del hecho de haberse quedado dormidos, abrazados muy juntos, cual cucharitas en un cajón.
[•••]
La tensión se hizo presente en la reunión de los Vengadores, pero supieron manejarlo de la forma más madura que pudieron.
—¿Estas bien? —preguntó Bucky con el semblante preocupado.
—Ya te dije que si, fue incómodo, pero nada más—respondió Tony soltando un suspiro.
Steve se había acercado a él y había intentado entablar una conversación, lo había invitado a salir, oferta que por supuesto, él declinó. Natasha había hecho algo similar con James, trayéndole un lirio en una caja de cristal y prácticamente rogando por una oportunidad con él, al igual que él, James también la rechazó y ambos pidieron que dejaran de hacer aquello, pero tenían la sospecha de que no se rendirían tan fácilmente.
—Si, fue realmente incómodo, solo espero que declinen pronto con esa actitud de reconquista, no quiero tener que mandarla de forma grosera al demonio y tener que romperle los huesos a Steve si vuelve a tocarte, aunque sea la mano.
—Vaya, no pensé que fueras tan celoso, sargento.
El mencionado sonrió de lado.
—Oh, mi amor, no tienes ni idea de cuanto.
James lo tomó de la cintura y, aprovechando la mesa de la sala de conferencias, lo sentó en ella, para luego meterse entre sus piernas y besarlo con pasión. De forma magistralmente hábil, le desató la corbata y abrió dos botones de la camisa para luego posar sus labios y sus dientes sobre la caliente piel que ya había sido previamente marcada por él. Podrían llamarlo inseguro y hasta neandertal, pero, adoraba dejar marcado el cuerpo de Tony, lo hacía verse tan suyo como realmente lo sentía, suyo y de nadie más.
—Bucky —gimió Tony casi recostado sobre la mesa, abrazado a su marido con brazos y piernas, sintiendo que si no lo tenía dentro de sí ya, moriría de la desilusión.
—¿¡QUE SIGNIFICA ESTO!?
ambos rompieron el beso y miraron sorprendidos al recién llegado, se habían perdido tanto el uno en el otro que no se dieron cuenta del lugar en donde estaban. James bajó de la mesa a Tony y lo colocó detrás de él.
—Este es un asunto que no te concierne—Soltó James observando los ojos de Steve posarse en el cuello descubierto de Tony.
—¿Que no me concierne? ¡Estabas a punto de tener sexo con mi esposo en la maldita sala de conferencias!
—Él no es tu esposo, no más, ¿por que no lo entiendes? Lo perdiste hace mucho tiempo, idiota.
—James—lo amonestó Tony, lo último que quería era provocar una segunda Guerra Civil, salió de la protección del cuerpo de Bucky con las manos en alto— Steve, cuando te dije que estaba con alguien, no fue una mentira para salir del paso, Bucky y yo...
—No tienes que darle explicaciones a éste, Tony, él no tuvo esa gentileza para contigo.
Tony rodó los ojos, pidiendo a la deidad que estuviera presenciando aquello que lo ayudara a salir de aquello, pero, no iba a ser tan fácil, Steve no hacia otra cosa que mirar la alianza de oro brillando en su dedo anular derecho.
—¿Que hiciste? —preguntó Steve con voz temblorosa.
—Tony y yo nos casamos, no es tu esposo, es el mío.
La sangre se le heló, de pronto lo comenzó a ver todo en rojo y lo único que en su mente se habría paso era en llevarse a Tony de ahí y demostrarle a quien pertenecía.
—Tu... —Steve se acercó rápidamente y tomó a Tony de los brazos con violencia para estamparlo contra su cuerpo.
—NO—Tony gritó de terror al ver el rostro desencajado por la ira de Steve.
—¡OYE! — gritó James a penas y sosteniendo a Tony del pecho para apartarlo de el medio de los golpes que pensaba repartir. Cosa que no sucedió, los tres se habían quedado estáticos debido a la reacción de Steve, quien había sentido el vientre abultado de Tony. James aprovechó el shock del rubio para tomar a su esposo y sacarlo de allí.
—Espero que, ahora entiendas que no debes acercarte a mi esposo, nunca más.
Con esas palabras, ambos salieron de allí, dejando a un Steve destrozado por la revelación.
—¿Que haré cuando se enteré que es su hijo?, me lo querrá quitar, querrá quitarme a mi hijo—Tony estaba a punto de entrar en un ataque de pánico. James detuvo su andar para estrecharlo en un abrazo.
Que vamos a hacer—remarcó el plural—Tu no estas solo, y este bebé que llevas dentro de ti también es mío porque lo quiero, en el caso de que Steve saque cuentas y dé con la verdad, yo te protegeré, los protegeré, te lo juro por mi vida, mi amor.
Tony le creyó, sabia que con ese hombre, él y su hijo no sólo eran amados, sino que también, estaban a salvo, se abrazó a su marido con fuerza, rogando por alcanzar la felicidad completa de una vez por todas.

One Shots Stony y MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora