Traidores

Cuídate por favor

Amamos de manera absurda y terminamos como ingenuos llorando, por mentiras y sueños perdidos, tiempo mal gastado por personas que no sintieron nada el destruir, cada parte de ti de manera incomprendida. Creí que nuestro amor sería después de la muerte, pero no nuestro amor sólo fue nada. O al menos el tuyo lo fue, por ti estaba dispuesta a dar mi vida; pero termine destruyendo mi presente. Llorar no sirve cuando un corazón roto ya no tiene remedio y juntar las piezas es imposible. ¿Cómo vivir sin necesitarte? ¿Cómo vivir sin extrañarte?, ¿Cómo vivir sin recordarte y ¿Cómo vivir sin sexo?. La verdad no es fácil...

                           —Lara Crowell.     

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Llegamos al consultorio del amigo de mi hermana, es un poco apartado de la ciudad de Valencia y la verdad el trayecto se me hizo muy agotador, las nalgas me duelen de tanto brinco en el autobús, a decir verdad ya me urgía salir de aquí, no me gusta estar rodeada de gente; prefiero la comodidad personal de un automóvil, pero ya no tengo ninguno y hace tres años que perdí práctica al conducir así que ahora me dedico a caminar, el golf se lo quedó Winston, no sé si aún lo tenga.

El edificio está de frente a nosotros, su aspecto es moderno, hay un policía que cuida la entrada.

—Buenos días señorita Alejandra!, ya tenía tiempo que no la veía por acá.

—¡Ni yo a usted!.

—Tenia vacaciones.

El hombre me observa.

—Ella es mi hermana Lara.

El hombre quita su gorra para dar reverencia.

—Yo me llamo Lucas Romero.

—Lara...

—Pasen por favor.

Lucas abre la puerta y entramos al lugar, no parecía oficinas o consultorios. Es un departamento o eso creo.

Seguí el paso de mi hermana y en el segundo piso la puerta de color blanco, con número 27.

Alejandra toca la puerta...

—¡Ey, me llamo Nelson Jones, tu debes ser Lara Porcal, ¿Cierto?.

—¡Si, esa mera soy!—. No entiendo por qué me hace una pregunta dónde por lógica ya sabe la respuesta.

Extiende su mano para saludarme con un apretón de mano muy doloroso, tengo que sobarme.

Nelson mira mi gesto de dolor.

—¡Pasa por favor!—.dice con voz suave.

Y yo entro, me giro para observar a mi hermana, ella no sigue mi paso.

—Te veo en una hora Lara—.sonrie  y hace el gesto de adiós con la mano; sólo se queda impregnado el olor de su perfume dulce, pica mi nariz.

Nelson cierra la puerta y siento una especie de molestia e incomodidad, tengo ganas de huir, alcanzar a Alejandra y reclamarle que no quería quedarme con este lunático a solas; odio a los psicólogos. No me queda más remedio que soportar la terrible tortura de las preguntas sosas.

Espero a que me pregunte algo pero no lo hace me observa como si fuera un venado siendo asechada por un león.

—Puedes tomar asiento Lara, no debes permanecer allí parada todo el tiempo.

Obedezco y me siento a su lado pero a unos centímetros de distancia en un sillón de piel negro, del cajón que está a su lado saca una laptop y escribe mi expediente o algo parecido.

Veo que escribe mi nombre "Lara Porcal".

—Pero no me apellido Porcal sino Crowell—.digo aclarando la diferencia.