No entiendo a esa vieja

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De verdad que no la entiendo, ella cambia de novio como de calzones y tú sigues de idiota sufriendo, de verdad que no me lo puedo explicar. Le perdonas su promiscuidad un mil veces, no tiene vergüenza, ni temor a nada. Le vale mierda tus sentimientos y sigues allí. De verdad que no puedo ser ella y no quiero, tampoco podría, pero a pesar de todas sus aventuras y puteria la sigues perdonando. ¡Vaya que el amor es ciego y estúpido! Pero lo soy yo también por seguir perdiendo el tiempo en posibilidades nulas. En está noche oscura contempló la luna de septiembre en Ginebra, estoy furiosa y mucho revuelta con el sentimiento de llanto y frustración quizás debería hacer lo mismo. Pero desde que te fuiste sí te dijera quién no he tenido compañías, ni he rosado otra piel. ¡No es justo esto para ambos! Pero nos hemos acostumbrado a la injusticia. O quizás al masoquismo de aquello que llamamos amor. Sé que se ha vuelto a ir, le dará rienda suelta pero cuando se aburra volverá a buscarte y volveras a caer en su encanto como perro faldero. Las neuronas te están fallando, deberías de dejar los vicios que te las están matando porque no actuas bien. No soy la del problema siquiera yo te soy fiel hasta en el pensamiento y ni siquiera te tengo a mi lado. Y ella que te tiene te hiere y destruye tu ser que injusta y desgraciada es pero espero que te des cuenta a tiempo porque yo no creo poder reconstruir un corazón como el tuyo. Creo que no extraño Valencia o sólo lo digo por estos sentimientos encontrados donde quiero golpear la almohada hasta desplumarla, decir miles de cosas hasta que llega la calma que mi Lara interior necesita. Una Lara que merece descansar por un buen rato y no pensar en tus desgracias sino en las mías y decir que en Valencia estas tú intentando llamarle y yo en Ginebra tratando de tener calma...

Traidores Where stories live. Discover now