Su astuto cuerpo

50 6 0
                                    

Su astuto cuerpo me estrangula de la necesidad,
de una fragilidad vulnerable de aquellas caricias viciosas de un cuerpo desgastado con el tiempo se ha vuelto cenizas, por aquellas noches de alegría dónde una caricia suya era mi vida entera. El adiós más triste que pueda decirse es el no tenerte jamás y que sólo esas caricias sean producto de una imaginación llena de jubiló. Te digo te amo en mi mente pero mi boca no puede decirte todo aquello que mi corazón esconde y si mirarte es un pecado me declaro condenada al infierno.

—Lara Cromwell.

—————–—————————-—

Entro en pánico, con los nervios de punta; hay mucha sangre en su cabeza y al rededor, me siento como si estuviese en alguna de tantas series policiacas.

Winston abre los ojos como platos, está asustado.—¿Qué es lo que has hecho Lara?.

Tragó saliva para refrescar la garganta.

—¡Ay qué huir Winston!—. Lo jaló de brazo.—¡ Hay que hacerlo!. Le digo porque ahora lo único que me importa es que estemos a salvo.

—¿ Dónde está el Golf?—. Le digo pero Winston tarda en reaccionar.

Doy mi último suplico, no sé si fincione, pero tengo un poco de esperanza en ello.

Escucho su respiración y después suspira...

—¡ Ok Lara está bien! Me quedaré; sólo por esta noche, ya veré mañana qué le diré a Guadalupe cuándo regrese...

Siento un poco de alivio.

— Gracias Winston...

Dentro del armario sacó un colchón inflable lo acomodo cerca de la sala junto algunas cobijas.

Winston empieza a inflarlo hasta que llegue a su gusto. Lo observo y me doy cuenta lo que ha cambiado en estos tres años, contemplarlo me calma, sin embargo tengo miedo... Miedo a lo que pasará mañana o en algunos meses o en años.

—¡ Qué!—. Dice con un poco de sudor...

—Nada...

Bajo la mirada

Ojalá durmieramos en la misma cama, pero no será posible; por respeto mutuo aunque debería o desearía en lo más profundo de mi ser hacer lo mismo de descarada, desgraciada, fría y despiadada como Guadalupe lo fue en el pasado y que todo fuese como antes de conocerla sin embargo no puedo.

Es tan complicada ahora mi vida

Voy a mi pequeña cocina, paso lento con el cuerpo tembloroso con cierta dificultad sirvo un vaso de agua  sin saborisante para después regresar a la sala.

Winston me entrega la pastilla anticonceptiva en la mano y siento el rose de sus dedos, su piel cálida.

—Gracias...

—De nada... ¿Segura que estás bien?.

—Si—. Con la punta de la lengua coloco la pastilla anticonceptiva, le doy un sorbo enorme al agua.

Traidores Where stories live. Discover now