sanctus; minsung

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Han Jisung no se consideraba escéptico. Sin embargo, no era creyente de nada y le costaba creer en cosas paranormales. Prefería aferrarse a cosas que la ciencia ya había explicado.

Es por aquel pensamiento que sus amigos compartían con él, que todos decidieron aventurarse dentro de un hogar abandonado y probar no sólo su ateísmo sino también su valentía.

Antes de entrar en la casa Jeongin, el menor de todos, terminó negándose a entrar bisbiseando tremulante que tenía un mal presentimiento. Todos se burlaron y lo mimaron un poco mientras le decían que era adorable. Hyunjin y Seungmin, su pareja y mejor amigo respectivamente, decidieron acompañarlo. No había forma que Hyunjin fuese a dejar solo a su pequeño en un lugar así de deshabitado y peligroso. Seungmin sólo no quería entrar y había encontrado el pretexto perfecto.
Justo antes de partir, Felix se rindió y se dejó vencer por el miedo, a pesar de que Changbin sostenía su mano y lo hacía sentir seguro, él sintió una presión en su pecho que le impidió seguir. Igual que al menor de ojos finos, recibió toda clase de burlas y mimos sarcásticos que causaron que Seo les gruñera para que dejaran a su pecoso en paz, cosa que inevitablemente aumentó las bromas.

Después de que Chan decidiera que todos los menores esperarían en la camioneta donde habían llegado, Jisung se negó a esperar también, argumentando que nada de aquello existía y si lo hacía quería verlo con sus propios ojos. Christopher le restó importancia, finalmente tenía razón y él no era quien para detenerlo a algo que también iba hacer.

Así al final, Chan, Changbin y Jisung fueron los únicos que entrarían. La otra mitad del grupo de amigos esperaría feliz, cómodos y calientitos en el auto.

Acordaron en llamarse dentro de una hora y media para revisar el estado de los otros.

Con la ayuda mutua brincaron la débil reja que daba inicio al tétrico edificio. Jisung era el único que mantenía un paso firme y una expresión indiferente. En otro tipo de situación aquello habría asustado a los mayores; Jisung siempre estaba energético, bromeando y brincando por todos lados, pero aquel tenso ambiente que los hacía sentir asfixiados, justificaba por completo el apagado comportamiento del menor.

Una vez frente al desgastado pórtico, los mayores se dedicaron una última mirada nerviosa. Buscaban hesitación en los ojos ajenos, algo que los detuviera a entrar.

—Oh vamos, ya estamos aquí —Jisung habló seguro rompiendo un silencio que ya llevaba mucho sobre ellos mientras giraba del lánguido y oxidado pomo de la puerta. Asió la mano de Changbin y tiró de ella para comenzar a adentrarse en el desolado hogar. El australiano y coreano suspiraron antes de caminar hacia el chico encendiendo el flash de sus teléfonos.

Los ojos de Jisung se vieron en la necesidad de parpadear un poco para lograr acostumbrarse a la repentina oscuridad, mas la lobreguez no era muy intensa, la luna les acompañaba con la iluminación permitiendo que pudiesen ver sin necesitar del todo de las linternas de sus móviles. Los tres mayores agradecieron internamente aquello. Sus ojos se acostumbraron rápidamente al escenario por aquella tenue luz de fuera.

Una vez logró distinguir todo, comenzó a analizar el lugar. Su nariz se arrugó ante la vista, él creía que habría una exagerada escalera que al topar con la pared se dividiría por lados opuestos y que sobre la pared habría un tétrico cuadro de algún conde. Pero no, sus ojos encontraron dos sillones desgarrados y sucios, en medio había una pequeña mesa de centro cuyo vidrio cuarteado reflejaba nítidamente la luz nocturna y frente a ésta un mueble desnivelado al que le faltaban muchos pedazos. El techo no era especial, tal vez destacaría lo alto que le pareció a Han, pero fuera de aquello las lámparas sobre éste eran de las mismas que podría llegar a encontrar en la casa de cualquiera de sus amigos, sólo que no poseían focos y el par que sí, estaban cuarteados e inservibles. Si giraba su cabeza a la derecha podía distinguir una mesa a la que le faltaban dos patas y sólo poseía una silla que no tenía respaldo y al parecer tampoco asiento. De su lado izquierdo pudo divisar escaleras (más pequeñas y menos dramáticas de lo que imaginó) y lo que dedujo como la entrada a la cocina debido al fuerte y hediondo olor que parecía provenir de ahí.

antología; skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora