valentine;chanho

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Christopher corría como sus piernas le permitían. En ese punto sólo dependía de la resistencia de ellas, puesto que sus pulmones y otras extremidades se habían rendido hace bastante.

Era 14 de Febrero. 

El peor día de San Valentín de su vida si alguien llegaba a preguntarle.

Había comenzado energéticamente desastroso. Desde que llegó a la escuela fue atacado por diferentes grupos de chicas. Todas ansiosas de que Bang recibiera sus cartas, peluches, comida cocinada por ellas y otros diversos regalos que rechazó, algunos de forma un poco más hostil y menos sutil.

Pero no terminó ahí.

Cuando finalmente logró llegar a su casillero, después de rechazar a una infinidad de chicas y chicos en su camino, éste reventó en cuanto le abrió. Aún cuando docenas de papeles cayeron, la metálica taquilla estaba abotagada de otros cientos de cartas de distintos tonos pastel, todas y cada una con miles de corazones por decoración.

Ni siquiera llevaba una hora en aquel recinto educativo y su día ya era una basura.

De camino a su salón también fue atacado por grupos femeninos y uno que otro chico que se ponía frente a él para declarar sus sentimientos. Gracias a aquellos detenimientos llegó veinte minutos tarde a su clase, sólo para encontrarse con una gigantesca pila de más regalos ñoños en el escritorio que compartía con Woojin, su mejor amigo, quien por supuesto no dudo en burlarse a cada instante y oportunidad que tuvo.

Chan sólo tiró al suelo cada cosa que estaba sobre su mesa. Estaba demasiado irritado para siquiera actuar que le importaban los sentimientos ajenos, tomó asiento pisando unos cuantos obsequios y escuchando como se rompían los restantes.

Creyó tener una paz momentánea en cuanto tomó asiento, pero casi de manera instantánea una chica comenzó a sollozar por el mezquino rechazo del rubio, dedujo que uno de los tantos regalos destruidos era suyo, un bufido salió del extranjero.
El australiano se vio en la necesidad de masajear sus sienes de lo contrario su cabeza explotaría.

Bang Chan llamaba la atención por diversos aspectos. Era extranjero, poseía un llamativo y precioso cabello rubio ¡que también era rizado!, era bastante listo y destacaba en todas sus materias, físicamente era demasiado atractivo, no sólo su rostro era hermoso sino y también poseía un cuerpo que causaba que cualquier persona voltease a verlo más de una vez por lo irreal que parecía, no olvidemos que también un monstruo musical lleno de talento, no solamente baila excelente, sino también canta y rapea. Y como la cereza final, ¡tiene pinta de chico malo! Siempre de botas, chaqueta de cuero y ropa oscura.

Christopher era alguien que iba más allá de la perfección.

El chico ideal sin dudar.

Para nadie, ni él, era sorpresa esa alta demanda que estaba teniendo en aquel romántico -y comercial- día.

Chan bufó cuando su primer periodo llegó a su conclusión. En aquellas cuatro horas su cabeza dolió como si alguien estuviera taladrando dentro de su cráneo. Ni siquiera recordaba que materias acababa de tener.

Sabía de antemano que al salir lo recibiría otra ola de gente que aumentaría la molestia de su cabeza, pero quedarse no lo salvaría tampoco.

Tomó aire y sus pertenencias. Se despidió de Woojin, quien se burló una vez más y le deseó suerte, rodando los ojos salió del salón.

Para su sorpresa no había ni un alma afuera. Bueno, si había un par de chicos que caminaban con calma a la cafetería, pero no era lo que esperaba.

¿Acaso podría respirar con calma al fin?

Dejó salir el aire dentro de sus pulmones con una sonrisa triunfante. Sujetó con fuerza las correas de su mochila y comenzó su andar hasta uno de los tantos espacios abiertos que poseía la escuela.

antología; skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora