coworkers;minsung

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Minho escaneó otro de los productos y al pasarlo hacia Jisung, quien embolsaba, sus manos se rozaron y ambos se dedicaron una sonrisa que podría describirse como coqueta.

Yugyeom rodó los ojos ante la acción. Siempre que iba a comprar a aquel supermercado ese par hacia lo mismo: dedicarse miradas, tocarse inocentemente y sonreírse cada tres segundos.
Podría apostar que cada cliente que ha tenido que pasar por ellos había notado el poco discreto coqueteo que mantenían. 

El apellidado Kim tomó sus productos, dio las gracias y caminó hasta el cubículo de atención a clientes.

—¿Están saliendo? —preguntó directamente al rubio encargado quien le dedicó una mirada confundida manteniendo la sonrisa que estaba obligado a tener frente a los clientes, sin importar que fuera del establecimiento fueran sus amigos—. El de pelo negro y el rubio —explicó.

Chan cerró los ojos derrotado. Era la quinta persona en el día que se acercaba a preguntar o quejarse sobre aquel par. No le pagaban lo suficiente para soportar eso, en realidad no le pagaban lo suficiente para nada de lo que hacía.

—No —arrastró la vocal y dejo de ver al alto chico para teclear un par de cosas sobre su computador.

—¡Por supuesto que no! —exclamó irónico y frustrado—. Dios, de los cinco minutos que estuve ahí me asfixie en su burbuja de amor, no puedo creer que no estén saliendo. Deberías hablar con Woojin sobre esto, necesitan un empujón —dijo negando con la cabeza. Una mujer se paró detrás de Yugyeom y él lo tomó como la señal para irse—. Nos vemos por ahí, Chan. Suerte —finalizó y le dedicó una última mirada a Minho y Jisung quienes jugaban infantilmente con sus manos y reían. Negó entornando los ojos una vez más y se fue.

 Christopher imitó a los ojos de Yugyeom e inhaló con fuerza. Realmente tenía que hacer algo.

—Buenas tardes disculpe —la mujer se dirigió al australiano mientras dejaba su bolso sobre el mostrador—. ¿Aquí puedo dejar quejas? —Chan miró la caja que quedaba del otro lado de la tienda que poseía en letras rojas y llamativas: "quejas y sugerencias". En ese momento comenzó a pensar si los clientes eran más ciegos que Minho y Jisung con sus coqueteos.

—Sí —murmuró cansado. Siempre se tiene que ser amable y servicial con el cliente, blah blah.

—Lo que sucede es que los chicos de la caja nueve no dejaban de distraerse con el otro. En todo el momento en el que me atendieron actuaron de forma poco profesional. Parece que no conocen que deberían ser melosos fuera del trabajo y no en él—farfulló con indignación y Chan quiso ahorcarse con el cable del ratón de la computadora. Claro que los chicos de la caja nueve eran Lee Minho y Han Jisung. Ni siquiera le sorprendía.

—Procederemos su queja, muchas gracias —habló taxativo. Una vez la mujer se retiró, salió del cubículo y se dirigió a la oficina del gerente, la oficina de Seo Changbin.

El coreano recibió alegre a su compañero quien arrastraba los pies caminaba rendido. Jamás creyó que tendría que resolver una situación así de boba.

—¿Todo bien?

—Tenemos que resolver algo —comenzó y tomó asiento en la acolchonada silla frente al pequeño escritorio del gerente.








Minho finalizó el conteo de dinero y Jisung bostezó por enésima vez.

—No tienes que esperar a que termine, ¿sabes? —acomodó y cerró el cajón donde guardó los billetes y monedas.

—No me gusta caminar solo hasta la parada, está muy oscuro a esta hora.

—Sólo di que quieres caminar conmigo y ya. No necesitas pretextos así de tontos —se burló terminando de limpiar su área. Jisung rió y puso los ojos en blanco.

—Ahora sé porque me esperas para que comamos juntos. No necesitas más el pretexto de que Felix te agobia con el tema de los videojuegos —replicó de igual manera y Minho rió.

Antes de que alguno añadiera algo más Changbin se acercó a la caja.

—¿Puedo hablar con ustedes? —los chicos se dedicaron una mirada angustiada antes de asentir y seguir al mayor. Al caminar trataban de recordar su día buscando algo que hubiesen hecho mal. Quizá Minho había enviado mal uno de los tantos recortes del día. O tal vez Jisung no había empaquetado de forma correcta algo y las bolsas se habían roto,

Al entrar se encontraron con Chan que estaba de pie recargado sobre el escritorio.

Changbin los dejo pasar primero y al cerrar la puerta volvió a hablar.

—Chicos, me estoy viendo en la necesidad de despedirlos —habló tranquilo provocando que los jóvenes palidecieran—. Sin embargo, podría no hacerlo si ustedes hacen algo —ni siquiera finalizó la oración y el par ya estaba asistiendo frenéticamente.

—Lo que sea —imploró Minho. Con ese empleo de medio tiempo pagaba el alimento de sus gatos, lo necesitaba.

—Bien. Chan —los chicos miraron al rubio quien les tendió un panfleto. Ambos miraron confundidos el papel. 

Era sobre una cafetería de gatos.

—A Minho le gustan los gatos, a ti el café. Fin —Chan terminó y salió no sin antes despedirse de Changbin.

—La condición es que deben ir a una cita. No voy a recibir otra queja sobre su excesivo comportamiento romántico. Piénselo y mañana me responden. O mejor, no vengan y se van a la cafetería —finalizó y se dirigió a terminar de guardar sus pertenencias.

Minho y Jisung salieron totalmente confundidos de la oficina y del supermecado. No dijeron nada en todo el camino a la parada de autobuses, pero sus mejillas rojas hablaban por ellos.

El autobús que llevaba a Han a casa por fin se vio venir por una de las esquinas.

—¿Nos vemos mañana ahí o prefieres que te vea en tu casa? —Minho dijo mirándolo directo. Jisung comenzó a balbucear y sus orejas también se coloraron.

—¿Realmente vamos a ir? —se apresuró a decir antes de que llegase el transporte.

—Sí, a menos que no quieras, claro está —le restó importancia.

—¡Si quiero! —Jisung se tapó el rostro después de chillar aquello y Lee rió.

—Bien. Te recojo a las cuatro, ¿de acuerdo? —el bus finalmente arribó y abrió sus puertas.

—A las cuatro —repitió el rubio con una sonrisa nerviosa y se subió al autobús.

Minho se quedó de pie esperando que se retirara con una suave sonrisa.

Jisung tomó aire y antes de pasar su tarjeta bajó el par de escalones con velocidad y besó fugazmente la mejilla del mayor.

—No llegues tarde —gritó dándole la espalda mientras corría de vuelta al transporte totalmente sonrojado.

Una vez el camión desapareció de la vista de Minho, éste reaccionó y cubrió su rostro para ahogar un grito entre sus palmas.

Ahora sólo les quedaba rogar porque Changbin no los cambiara por coquetear -mucho- más abiertamente.








sdffjdfsj escribí esto rápido sólo porque quería darles las gracias por 1k de vistas ¡!¡! <3 enserio muchas muchas gracias, por leerme, por tomarse el tiempo de votar y a veces hasta de comentar, por si quiera tomarse el tiempo de leer las incoherencias que hago ): gracias de verdad.

antología; skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora