call my name; minsung

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Minho lo sabía a la perfección. Tenía perfectamente claro que había lastimado a Jisung, que todas las lágrimas que el menor había derramado habían sido causadas por él. Conocía y aceptaba cada error que había cometido contra Han, inclusive con esa pesadez en su pecho reconocía que no tenía perdón y que la belleza de tener a Han Jisung en sus brazos había desaparecido por sus propias manos y  jamás regresaría.

Pero necesitaba que Jisung le hablase una vez más, que de sus tiernos labios saliera el nombre de Minho.
Sentía que cada día sin Jisung articulando el nombre de Lee, era un día perdido y una fecha en la que Minho perdía su existencia un poco más.

No podría explicar esa sensación de olvido que había comenzado a alojarse dentro de él en el mismo instante que Jisung dejó su vida.
Sabía que la merecía, hasta creía que era un bajo precio por las equivocaciones que tuvo en su relación con Han.
No había precio suficiente que pudiese pagar el haber hecho llorar a Han Jisung, sus noches en vela acompañadas de llanto no lo eran, el deprecio a sí mismo tampoco y mucho menos esa sensación de insuficiencia que generaba que Lee Minho sintiera que cada día dejaba de habitar entre nosotros. Nada podría compensar ni siquiera una sola gota salada de las tantas que emergieron de los finos ojos de Jisung.

Pero la exigencia de su alma por escuchar su nombre salir de Jisung iba más allá de todo, Minho estaba seguro que con una sola y última vez que el menor le nombrase sería suficiente para recuperar su vida, su existencia.

Ahora sin él, todo carecía de sentido. Hasta su nombre. Se postraba frente a un espejo por largas horas mirando sus ojos de forma firme, mientras balbuceaba sin parar su nombre, su apellido y apodos que obtuvo, tratando de afirmarse que eran suyos y éstos mismos lo convertían en quien era. Pero solamente comenzaban a sentirse como palabras insensatas que había inventado en ese instante.
Eran palabras vacías que no le pertenecían a nadie, mucho menos a aquel que tantas veces las había escrito en documentos para identificarse.
En el presente eran sílabas que alguien en un momento de aburrimiento había unido, pero sin darles finalidad.

Sin Jisung, Minho sólo estaba. Y costaba decirse que Minho estaba, porque era sumamente difícil de tragar el nombrarse a sí mismo y podría cuestionarse mil veces si lo que estaba haciendo con su vida podría entrar en el verbo estar.

No sólo su nombre escaseaba en su significado, sino también su vida.
Al tener a Jisung consigo no se detenía a pensar en su futuro, en metas donde cabiese una posibilidad de que Han no estuviera con él, la seguridad con la que se acostaba a dormir sabiendo que despertaría junto a Jisung era ingente y también fue su mayor destrucción, pues el dolor de cuando abrió los ojos una mañana y su sueño no había sido compartido con nadie seguía intacto en su pecho y por las mañanas era más poderoso, derrumbando las agrietadas columnas que débilmente trataban de sostener a Minho.

Minho sabía lo que tenía, sabía que compartía su vida con un ángel, con una persona increíble. Cada vez que le fallaba, lo confirmaba. Cada error era un pesado recordatorio de la maravillosa persona que era Jisung.
Pero como si su meta hubiera sido la destrucción, no se detuvo, quizá porque no podría dejar de cometer ciertos errores o quizá porque su inmadurez no se lo permitía.
Ni siquiera cuando ya no habría salvación para su relación se detuvo.
Logró demoler y cerrar cada oportunidad que se le pudo haber brindado de haberse parado.
Pulverizó su relación y él fue el único que se quedó enterrado en los escombros.

En sus sueños Jisung susurraba su nombre como solía hacerlo en momentos de estrés, cuando Minho corría a los brazos de Han y trataba de esconderse de todos sus problemas en el cálido cuello del menor. En ocasiones, Jisung gritaba su nombre como lo hacía cuando estaba molesto con él o cuando encaraba uno de los errores que Minho había hecho, soñaba de forma detallada al coreano totalmente enfurecido con lágrimas sobre su rostro mientras le hacía saber lo herido que estaba, diciendo el nombre de Minho al final de cada oración para que éste supiera que era él por quien lloraba, por quien jalaba su cabello con frustración y quien era el único que provocaba todas esas emociones que devastaban a Jisung. 
Esos sueños eran considerados pesadillas, aún cuando eran recuerdos, Minho prefería calificarlos como delirios, como algo que sólo reside en su imaginación, tratando inútilmente de olvidar que él los ocasionó, intentando dejarlos atrás.

antología; skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora